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19 de septiembre de 2024

Cartas al director

España. Estado fallido

El principal problema del constructivismo es que vivimos en un mundo dominado por la forma y no la cualidad. Así, de algo en cuya naturaleza está el cambiar, se puede predicar el cambio como categoría siendo solo su forma, y, por tanto, manipular algo de lo que no podemos decir todo completamente. Hablo, naturalmente, del clima.

Algo semejante ocurre con el Estado. Siendo sólo la forma del ejercicio de la potestad con base en la autoridad que deviene de la soberanía, se confunde con está. Artimaña lingüística con implicaciones gravísimas. La primera y más importante, la destrucción de la nación. En nuestro caso, del pueblo español, único sujeto de soberanía (no el Parlamento como torticeramente se empeñan en repetir).

Así pues, un Estado puede perfectamente fallar, mientras que el país, el sustrato físico sobre el que se asientan los dos y sus correspondientes estructuras, institucionales y no, no arde en llamas. ¿Por qué? Porque lo sustenta la nación. Y ocurrió en el año 1808, cuando el Estado falló estrepitosamente, y fue la nación en armas la que mantuvo la continuidad de España como nación y también como Estado.

¿Tiene España hoy un Estado fallido? En primer lugar, un Estado tiene dos componentes: uno lógico o racional y otro ordenado al valor. La parte lógica responde a una generación de una utilidad mayor que al ejercicio de las estrategias que correspondan según las preferencias reveladas (lo que haría el individuo solo. Sin necesidad de competir o cooperar). El componente valorativo, tiene que ver con la satisfacción de algún elemento que se percibe como el bien común al cual se ordena la forma. Según nuestra constitución, un Estado social. Es decir, que el Estado, con sus atribuciones del orden racional, esto es, de generación de utilidad, ha de satisfacer un valor social.

¿Es social permitir de facto la okupación pero no el uso libérrimo y respetuoso del espacio público? ¿Destinar recursos ingentes a extranjeros de entrada ilegal pero no para el ELA de quien es Nación? ¿Eliminar la igualdad ante la ley? ¿Aumentar la deuda pública un 40 % en seis años comprometiendo el futuro de la Nación y del Estado? ¿Perseguir el turismo pero no todo el crimen? No es ni social, ni racional. No tiene sentido pertenecer o dejarse administrar por un Estado así.

Y cuando el Estado falla, solo queda la Nación. O lo que quede de ella, ensimismada parte de ella en su propio gulag moral (aunque padezcas las consecuencias, ¿de dónde vas a salir si no tienes conciencia de estar dentro?).

España ante un nuevo 1808.

Javier Muñoz de la Cuesta

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