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Cartas al director

Secuestrados en Gaza, un dilema ético para Israel

El arma que más daño está ocasionando Hamás a Israel son las personas que mantiene secuestradas y ante esto a su Gobierno solo le caben tres opciones:

1. Negociar la liberación de los rehenes cediendo a las exigencias de los terroristas, y a día de hoy, si no son todas, Hamás no accede a liberarlos.

2. Intentar rescatarlos arriesgando las vidas de sus soldados y las de los propios secuestrados, lo que implica limitar y planificar escrupulosamente las acciones militares.

3. No ceder a ninguna exigencia y dar por perdidos a los secuestrados.

Cualquiera de estas opciones puede ser válida, pero ninguna satisface a todos, de modo que si preguntamos a los familiares de los secuestrados, por unanimidad estarían de acuerdo en aplicar la 1ª opción; sin embargo, si nos preguntamos cuál es la mejor opción para la sociedad israelí, quizás la 3ª podría ser la correcta por haberse mostrado ineficaz para Hamás la táctica del secuestro y por suponer un menor riesgo de bajas en el lado del Ejército de Israel. La 2ª opción, la que adopta el Gobierno de Israel, no satisface a los familiares de los secuestrados, dado que no se recupera a los rehenes con vida, salvo escasas excepciones, ni a la sociedad israelí porque se prolonga el conflicto armado con el consiguiente aumento de bajas en su ejército.

Adoptar la 1ª opción equivaldría a una derrota de Israel en esta guerra. Hamás habría conseguido sus objetivos: la puesta en libertad de miles de terroristas presos en cárceles israelíes, la recuperación de todo o parte de su territorio y la capacidad para reorganizarse y rearmarse para en unos pocos años intentar volver a atacar, a masacrar y a secuestrar.

La 3ª opción, no ceder a ningún tipo de chantaje, sería la más acertada para la sociedad israelí y quizás también para la población de Gaza si llega a reconocer la pésima gestión de Hamás que les ha llevado a la ruina y a la miseria durante generaciones; se podría lograr un futuro de paz del que ninguna generación, tanto de un lado como del otro, ha gozado desde la fundación del Estado de Israel, hace 75 años.

En definitiva, todas las opciones son malas, no satisfacen a todos, y hay que decidirse por la que se considere la menos mala, la que ataje el problema al menor costo posible, con el menor número posible de muertos israelíes y también palestinos, ahora y en el futuro.

Armando Azulay

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