Una legislatura fallida

Llevamos un año de legislatura que por sus resultados y formas resulta imposible. Es muy cierto que, desde la primera legislatura de la democracia, siendo presidente del gobierno Adolfo Suárez, no siempre se ha gobernado con mayoría absoluta. El tristemente fallecido Suárez, en sus dos gobiernos, por mayoría simple, pero su talante, como en la última legislatura de Felipe González, era muy distinto al extremista y visceral Sánchez.

Hasta Rodríguez Zapatero, que le ocurrió lo mismo, tampoco se puede equiparar a Sánchez, a pesar del parecido en lo personal. De Rajoy poco se puede añadir porque fueron gobiernos de gestión, y no se le ocurría tener las alianzas contra natura de Sánchez. Este gobierno no tiene escrúpulos y la última ocurrencia de forzar un secuestro parlamentario hasta las 12 de la noche, con cuatro horas de esperpéntica bajada de pantalones y componendas con lo peor de lo peor, responde a un espectáculo donde la necesaria imagen de credibilidad de un gobierno de la nación se reducía a una película de los Hermanos Marx.

En resumidas cuentas, lo suyo sería disolver estas Cortes y convocar de inmediato nuevas elecciones generales, para que se pueda regularizar la estabilidad y, a ser posible, con un nuevo liderazgo en el PSOE. Pedro Sánchez es el único responsable y no hay otra opción. Si se continúa más tiempo con esta agonía parlamentaria, lo que fallará no será el impresentable de Sánchez, sino el propio Estado como tal, en perjuicio del interés general de los españoles, sean de derechas, izquierdas o todo lo contrario.