Andalucía tiene la clave para ir apartando a Sánchez
El 19 de junio los andaluces tienen la posibilidad de revalidar un buen Gobierno autonómico y, además, iniciar el desalojo político de Sánchez u obligarle a cambiar su nefasta deriva
Si ya eran relevantes por sí solas, el contexto político que padece España convierte las elecciones autonómicas en Andalucía en un hito crucial para calibrar la solidez de una alternativa al Gobierno de Pedro Sánchez y sus nefastos aliados.
Técnicamente se elige al presidente andaluz, nada menos, pero los efectos políticos de estos comicios serán nacionales: si Juanma Moreno retiene el control de la Junta de Andalucía, tras cuatro años de crecimiento, sentido común y decencia; las opciones de Alberto Núñez Feijóo como relevo de Sánchez crecerán exponencialmente.
Pero si eso no ocurre y, de manera ahora mismo inesperada, el candidato socialista lograra reunir una mayoría con el resto de la desquiciada izquierda andaluza, Sánchez verá legitimada su deriva antisistema en compañía de Podemos, Bildu y ERC.
O dicho de otra forma, quien no quiera ni el retorno del socialismo andaluz, caracterizado por escándalos tan denigrantes como el de los ERE; y además quiera enmendar la degradación instalada en la política española; tiene una espléndida oportunidad de demostrarlo el próximo 19 de junio.
Si alguna tierra es consciente de los efectos negativos que tienen los peajes asumidos por Sánchez para contentar a sus interventores es Andalucía: desde el mensaje supremacista hasta los privilegios económicos que definen al nacionalismo vasco y catalán, todo suma una factura que el actual Gobierno paga sin pudor a costa de los intereses del resto.
Y nadie mejor que Andalucía, por su tamaño, influencia e identidad; para dar una muestra del rechazo a ese agravio. La comunidad funciona mejor que nunca; sus cifras de paro e inversión se codean ya con las de Madrid o Cataluña y la imagen de indolencia, clientelismo y corrupción que acompañó al socialismo endémico durante casi cuatro décadas ha empezado a superarse con vigor.
Solo por eso, Moreno merece seguir al frente de la Junta, en solitario o con los pactos que la aritmética parlamentaria le permita, sin temor a las cansinas soflamas que a continuación atronarían en España: el empeño en satanizar los acuerdos con Vox mientras se sellan hermandades con Otegi y Junqueras ya resulta inútil para frenarlos, como se ha demostrado en Castilla y León con el primer Gobierno de coalición de ambos partidos.
Pero además, los andaluces tienen una responsabilidad mayor que, sin duda, sabrán reconocer, asumir y encauzar: si en las postrimerías de la primavera Andalucía reprende con contundencia a Sánchez, o bien le obligará a enmendar su delirante deterioro institucional o bien comenzará a escribir su epitafio político.