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Editorial

El Debate, en Bruselas y con Europa

El periódico centenario da un salto indispensable para operar desde la capital de la Unión Europea con su apuesta por sus principios fundacionales

Actualizada 01:30

El Debate inaugura una potente delegación en Bruselas, en una apuesta decidida por consolidarse como uno de los grandes periódicos de España y en un versátil grupo multimedia que trascienda fronteras con sus mismos principios.

La apuesta es firme y decidida, y prueba de ello es la solidez de los recursos humanos, intelectuales y económicos puestos al servicio de un desafío editorial que consideramos necesario y ganador: hay que estar allá donde se adoptan decisiones de formidable calado doméstico, en una doble tarea de vigilancia periodística e influencia editorial que aspira a defender los intereses nacionales y una idea de Europa no siempre defendida unánimemente.

En el primer ámbito, es evidente la influencia de Bruselas en el devenir de España: en cuestiones tan cotidianas como el sector primario, con la pesca, el campo y la ganadería afectados por decisiones a menudo adoptadas sin conocimiento ni sensibilidad.

Y en las cuestiones estructurales, aquellas que afectan a las propias raíces de Europa, construida sobre una tradición cristina sin la cual no se entiende su desarrollo como el mayor espacio de libertad y humanidad habido nunca en la civilización.

Los valores de El Debate y de su editor, la Asociación Católica de Propagandistas, han de estar presentes allá donde se modelan y potencian o devalúan, especialmente en esta era de relativismo en la que, al calor de una modernidad mal entendida y peor ejecutada, se desdibujan las fronteras éticas y morales que distinguen al ser humano del objeto cosificado y ponen en riesgo su desarrollo pleno en sociedad. Además, el europeísmo forma parte substancial de la tradición de la ACdP. En su seno surgió en los años cincuenta la primera asociación en nuestro país (la Asociación Española de Cooperación Europea) para defender que el destino de España debería estar ligado al gran proyecto histórico de la Europa Unida, con el referente de los ideales de los «padres fundadores» (Schuman, De Gasperi, Adenauer).

La coincidencia entre este estreno y la Presidencia rotatoria de España en el Consejo de la Unión Europea ofrece a este nacimiento un contexto espléndido para arraigar pronto y ser eficaz en su tarea de conjugar una visión nacional y otra continental en un mismo espacio, conectado y de ida y vuelta, imprescindible en tiempos donde lo global y lo local han de estar conectados para paliar los efectos negativos y reforzar los positivos.

Europa es la cuna de la cultura occidental, ha visto nacer la civilización con la Antigua Grecia, enraizarse al cristianismo como elemento cohesionador de la vida y el desarrollo, alumbró el Renacimiento, la Ilustración y la revolución industrial. Pero también sufrió dos guerras terribles, se desmembró por dos movimientos antagónicos simbolizados en el Muro de Berlín y ahora sufre una triple crisis económica, social y de identidad que amenaza severamente su futuro.

Plantearse un debate sobre todo ello no solo es una buena idea: es una iniciativa imprescindible para que la luz prevalezca sobre las sombras y Europa resista a sus propias contradicciones. Y no hay mejor espacio que El Debate para que ese reto resulte beneficioso para todos.

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