La política es para el invierno
Ahora, en el momento del descanso, hay que disfrutarlo con orgullo sabiendo que una pequeña porción del bienestar que se disfruta en España es gracias a cada uno de ustedes
Hoy iba a hablarles de las palabras que Pedro Sánchez dirigió recientemente a la presidenta del Banco Santander, Ana Botín, y al presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez-Galán. La frase que pronunció sin inmutarse y con tono socarrón («si Botín y Galán protestan es que vamos por la buena dirección») esconde una peligrosísima declaración de principios que atenta directamente contra nuestro sistema y, sin duda, constituye una de las mayores amenazas que hemos escuchado por parte de un presidente del Gobierno desde 1978.
Pero he cambiado de parecer. Hoy no quiero hablarles de eso. Hacerlo sería como manchar un precioso lienzo con excrementos. Además, les presupongo una capacidad crítica suficiente como para comprender que un tsunami populista vuelve a asomar por nuestras costas y que la desesperación que consume a nuestro presidente es ahora más peligrosa que nunca. Hoy he venido a hablarles de ustedes, de mí, de todos nosotros.
Ayer terminé de ver la que probablemente sea la obra maestra del genial director italiano Paolo Sorrentino, The Young Pope, y escribo estas letras de madrugada. Finalizar esta serie de diez capítulos me ha dado esperanza. Me siento como Jerry Maguire cuando escribió su famoso memorando «las cosas que pensamos y no decimos». Cada vez soy más consciente de que la noche escupe la verdad sin filtros mientras que el día la atenúa reblandeciéndola con el pesado manto de la cotidianeidad y las obligaciones. Si todos nosotros pusiésemos en marcha los planes y las ideas que se nos ocurren por la noche, este mundo sería un lugar mucho mejor.
Empiezan las vacaciones y ha llegado el momento de descansar, de desconectar de la «realidad» que algunos medios y políticos han prefabricado para nosotros. Una existencia cargada de odio que nos mantiene siempre alerta y que ha hecho del miedo su principal arma. Nos quieren aletargados, sumisos y llenos de temor. Pero no debemos permitirlo. Al menos no durante estos días de descanso.
Cuando aparezca la inevitable noticia sobre Gibraltar este verano, me gustaría que, en vez de acordarse de la madre de Fabián Picardo, simplemente cierren el periódico y sean conscientes de que están jugando con nosotros. Después pueden ir a comer un helado y, mientras lo hacen, pensar en el esfuerzo que les ha supuesto conseguir estas vacaciones tan preciadas. No las malgasten maldiciendo a personas cuyos intereses son diametralmente opuestos a los suyos. No salgan a la calle cabreados después de ver el telediario.
Siéntanse orgullosos porque nadie les ha regalado nada, porque no han tenido que pisotear a nadie para conseguir sus objetivos. Siéntanse dignos porque siendo buenas personas han conseguido que sus hijos puedan chapotear alegremente en la playa o en la piscina. Nadie más que ustedes sabe lo que les ha costado.
Los políticos y la política son para el invierno. En verano nos merecemos algo mejor. En realidad, nunca nos han ayudado. Son ustedes los que se levantan a las siete de la mañana para abrir su negocio, los que pasan horas interminables de oficina leyendo números y textos rompiéndose el coco para mejorar, los que recogen la aceituna de los campos, los que se parten el espinazo en el andamio o los que pasan horas y horas interminables subidos a un camión. Ellos no tienen nada que ver con ustedes.
La política se ha convertido en una profesión cuyo fin último consiste en llamar nuestra atención. Ellos saben que no los necesitamos. Por eso nos incitan al odio. Nos quieren polarizados y enfadados. Quieren que todos los días digamos, «este señor es idiota, mira lo que ha dicho. Tengo que votar a este otro que por lo menos piensa como yo». Y ese es su juego infinito. Un juego que debemos conocer y rechazar.
No caigan en la trampa. Por lo menos no ahora. Miren a su alrededor y comprueben como todo lo que les rodea ha sido obtenido gracias a su sudor: su casa, su coche, sus vacaciones. Ningún político les ha echado una mano para conseguirlo. Han sido ustedes.
Esa es la historia de España. Un país absolutamente maravilloso que siempre ha sido mejor que sus gobernantes. Da igual cuanta miseria traigan los corruptos, los necios o los aprovechados; los españoles siempre salimos adelante. Y además, piénsenlo, nos llevamos bien. Tenemos nuestras diferencias, claro, pero casi siempre podemos resolverlas con un par de cañas y buena voluntad. Son los políticos (con sus honrosas excepciones, por supuesto) los que lo exacerban todo. Ellos quieren que estemos en conflicto permanente para mantenernos atados a su voluntad.
Pero, como digo, céntrense si pueden en descansar y en ser felices. Traten de separar el grano de la inmensa paja y sonrían al futuro sabiendo que estas personas que nos dirigen más pronto que tarde sucumbirán a nuestra voluntad de ser mejores cada día, cada año, cada década.
Somos nosotros, los españoles, los que nos hemos ganado la posición que tenemos respecto al mundo. Siglos de sacrificios, y de errores también, que nos han permitido tener el gran país que tenemos. Por eso, ahora, en el momento del descanso, hay que disfrutarlo con orgullo sabiendo que una pequeña porción del bienestar que se disfruta en España es gracias a cada uno de ustedes.
Gracias. Su esfuerzo y dedicación son inspiradores.
- Gonzalo Cabello de los Cobos es periodista