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en primera líneaGonzalo Cabello de los Cobos Narváez

La masacre de las ideas

Escojan conceptos como identidad sexual, cambio climático, religión, aborto o eutanasia y hagan el ejercicio de recapacitar qué pensaban sobre ellos hace diez o veinte años y qué es lo que piensan ahora

Actualizada 01:30

Recuerdo el día en que conocí a Cayetana Álvarez de Toledo. Fue en el año 2016 durante un viaje de estudios a Cádiz. Como suele suceder en estos casos, tras una noche trasegando, los alumnos del máster tuvimos que pasar la legañosa mañana visitando todo tipo de instituciones y conociendo a los inevitables personajes de la ciudad, entre ellos a la mítica Teófila Martínez. La alcaldesa, o más bien excaldaldesa gracias a la nouvelle politique de «er Kichi», nos habló durante una hora sobre la ciudad y su historia y, cómo no, sobre la Constitución de 1812. A pesar de la resaca grupal de a kilo fue muy entretenido, la verdad.

Pero según el programa del día, lo bueno vendría después, durante la hora de la comida. Al parecer, nos acompañaría nada más y nada menos que Cayetana Álvarez de Toledo. He de confesar que yo estaba muy nervioso, pues por aquel entonces era una de esas personas a las que yo admiraba bastante. Su brillantez y erudición eran y son hechos incuestionables.

Cayetana habló y habló durante toda la comida. Habló mucho, muchísimo. Comenzó hablando sobre ella y terminó hablando sobre Cayetana. Pero bueno, fue entretenido y, afortunadamente, entre medias tuvo tiempo de explicarnos algunos conceptos que se me han quedado grabados hasta hoy. El más relevante para mí fue el de «la batalla de las ideas».

Cayetana nos explicó cómo la izquierda había conseguido adoctrinar a la sociedad a través de las ideas y cómo la derecha había comprado sin miramientos ese aleccionamiento haciendo suyos esos conceptos. Yo hice examen de conciencia y me quedé un poco asustado. Había tanta verdad en sus palabras que daba miedo escucharlas. Todo lo que decía tenía sentido y por primera vez en mi vida comprendí el grado sádico de manipulación al que diariamente estamos siendo sometidos sin, además, ser muy conscientes de ello.

Piensen, por ejemplo, en algunas palabras que decían hace quince años sin ningún tipo de problema y que en la actualidad no se atreverían a mencionar en público por miedo a una defenestración social inmediata. Son muchas, ¿verdad? O piensen en las creencias que hace una década tenían muy claras, pero que hoy, sorprendentemente, no es que hayan evolucionado, sino que han cambiado de forma radical.

Ilustración: television ideas

Lu Tolstova

La pregunta que cabe hacerse es: ¿cómo han conseguido un éxito tan masivo? La propaganda es la respuesta.

En este sentido, la izquierda internacional funciona como una gran corporación y actúa basándose en el mítico principio que dice aquello de «piensa globalmente, actúa localmente», adaptando su ideario global al contexto de cada país, región e incluso municipio.

Esta gran corporación de las ideas maneja las herramientas de manipulación con maestría y nos bombardea con sus mensajes a todas horas y a través de todos los canales posibles. Unos mensajes precocinados a fuego lento que huyen de las explicaciones complejas y cuyos ingredientes principales son la simplicidad extrema y la apelación a los sentimientos: «Los ricos nos roban», «Vox es un partido fascista», «Amancio Ortega es un explotador», «Feijóo es amigo de narcotraficantes», «si gobiernan las derechas las mujeres estarán en peligro», «Elías Bendodo es un judío nazi», «Arnaldo Otegui es un hombre de paz», «la derecha es transfóbica», «nosotras parimos nosotras decidimos», «es culpa de los fondos buitre»…

En definitiva, escojan conceptos como identidad sexual, cambio climático, religión, aborto o eutanasia y hagan el ejercicio de recapacitar qué pensaban sobre ellos hace diez o veinte años y qué es lo que piensan ahora. Después pregúntense si esos cambios leves o agudos que han sufrido sus ideas se han producido gracias a su criterio o más bien se deben a las toneladas de propaganda que la izquierda nos ha hecho engullir durante este tiempo a través de todos los medios a su alcance. La respuesta puede asustar bastante.

Esto ya no es una batalla ni una guerra. En realidad, ya no tienen rival. Es una masacre.

  • Gonzalo Cabello de los Cobos es periodista
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