Un pinganillo por caridad
No puedo aseverar lo que pasa con otros idiomas, pero lo del catalán sí, por eso ruego por caridad un pinganillo, aunque la verdad es que lo que necesitaríamos todos serían unos eficaces tapones de silicona por simple higiene política
Con la que está cayendo y con la que va a caer, el país anda enloquecido con las desgraciadas chicas de la selección de fútbol y campeonas del mundo que como buenas jovenzuelas ahora se creen lo que todavía no son y cuya única verdad es que han estado sometidas a una banda de patanes protegidos por el propio Gobierno hasta que el esperpento de una celebración ha hecho saltar por los aires la pelota de chulería y corrupción de los responsables federativos, propiciando un sonoro y solemne ridículo internacional.
Pero en clave política nos enfrentamos a un peligro inminente de desmantelamiento y destrucción de España y sus más sagrados cimientos para convertirla, y con ella todos nosotros los españoles, en basura para proceder rápidamente a su transporte a vertedero. Esperemos, siendo conocido el compromiso de quien suscribe, que la nación española, la ciudadanía, la sociedad civil y el pueblo llano reaccione impidiendo, aunque sea in extremis, el final de una historia y una cultura sin la que el mundo no sería lo que es ni como es.
La próxima primera gran manifestación de la sociedad civil del 8 de octubre en Barcelona y las que en función de los acontecimientos se sucederán en Madrid y en toda España, dará una medida de la potencia de la reacción popular ante tamaña desgracia y la vuelta a la senda normal y al lado correcto de la historia. Por ello apelo en estas líneas a la confianza de los ciudadanos que serán con seguridad convocados a hacer escuchar el clamor de su voz y, utilizando la vieja expresión de todos conocida pretendo comunicar el Permanezcan atentos a la pantalla.
Pero entre los pérfidos y dramáticos divertimentos que nos distraen de lo verdaderamente fundamental está el de la torre de babel o, mejor dicho, el circo del congreso de los Diputados y la amarga broma de los idiomas porque en un ambiente normal hay cosas que hasta podrían ser normales pero en un contexto deforme y de pura pornografía política es imposible aceptar o normalizar nada.
Que en estos momentos por oscuros y sucios pactos de votos y sillones hayamos consentido que una presunta corrupta y limitada señora mallorquina acceda a la tercera autoridad del Estado, demuestra el grado de putrefacción y déficit mental de la clase política encabezada por Su Persona y sus secuaces, pero es obvio que de personas esperpénticas solo se pueden esperar esperpentos. Uno de ellos es la orgía lingüística en la que se están empezando a convertir las sesiones del Congreso.
Los idiomas cooficiales regionales y sistemas varios de comunicación deben ser simple y orgullosamente eso, o al menos así lo entiende quien suscribe como catalán bilingüe, pero asistir a un espectáculo absurdo me llena de vergüenza propia y ajena por lo que no entraré en otros idiomas por no invadir territorios lingüísticos ni herir sensibilidades. Sí mencionar que según entiendo la traducción de los idiomas es solo al castellano, es decir, no hay traducción vasco-gallego o catalán-vasco, o de silbo-bable o de aranés a chapurriau, con perdón del aranés, único idioma serio que se habla seriamente y todo lo demás. Todo pasa por el castellano que todos entienden. ¿Entonces?
Pero aquello que da título a mi escrito es que como catalán imploro por caridad que se me facilite un pinganillo para poder entender mi propio idioma lo cual me produce un enorme desasosiego cuestionando además mi cordura.
Escuchar al diputado Rufián, castellanoparlante que jamás ha hablado una palabra de catalán, destrozando un idioma ante el micrófono de forma despiadada me parece una falta de respeto hacia su propio pueblo y una ausencia total de pudor, pero a eso hace ya años que nos tiene acostumbrados. Ponerme un pinganillo para poder entender lo que dice un patán en mi propio idioma catalán es creo lo último que esperaba sufrir en mi vida. No puedo aseverar lo que pasa con otros idiomas, pero lo del catalán sí, por eso ruego por caridad un pinganillo, aunque la verdad es que lo que necesitaríamos todos serían unos eficaces tapones de silicona por simple higiene política.
Veamos lo que nos depara el futuro próximo, pero hoy por hoy un simple pinganillo y unos tapones me bastarían.
- Mariano Gomá es presidente de Foro España Cívica