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en primera líneaJuan Van-Halen

Tomey, el municipalismo y el PP

El Partido Popular ha sido históricamente injusto con militantes que afrontaron la misma prueba que Paco y salieron sin mancha. ¿Complejo? ¿Cobardía? ¿Buenismo? No lo sé. Pero Paco concluyó su dedicación institucional. Se fue sin ruido, como él era

Actualizada 01:30

Cuando cumples muchos años acaso las noticias más tristes son los fallecimientos de amigos entrañables. En pocos días se me han ido Antonio Hernández y Ángel García López, destacados poetas, y ahora pierdo a Francisco Tomey. Nos presentó su amigo de la infancia Gabriel González Navarro, que nos dejó en 2008, para mí como un hermano, que habría de ser mi cuñado. Durante muchos años, Paco, así le llamaban todos y su buen talante favorecía esa familiaridad, compartió conmigo su talento y buen hacer. Juntos, entre otras iniciativas, fundamos la empresa «Proyectos y Acciones de Información S.A.», y editamos la revista «Ecología y Sociedad» decenios antes de que la izquierda asumiera como propio el inicio de la preocupación medioambiental. Paco, un lince empresarial, fue presidente de la sociedad y dirigió la revista José Manuel González Torga, también desaparecido. De aquel grupo inseparable sólo resisto yo.

Tomey

Lu Tolstova

Paco llegó pronto a la política de la mano de Gabriel Camuñas, y con el patrocinio de Fraga. Eran los tiempos de Alianza Popular ya en el camino de ser Partido Popular. Desde siempre le sedujo la política «desde abajo», y se interesó por la vida municipal y provincial. En el municipalismo supuso un ejemplo. Presidente de la Diputación Provincial de Guadalajara desde 1983 a 1999, mantuvo escaño en el Congreso de los Diputados y luego en el Senado durante varias legislaturas. Fue vicepresidente de la Federación Española de Municipios y Provincias.

Con motivo de su muerte escribió Santiago Barra: «Contando sólo las etapas democráticas, los conservadores no han tenido un líder más sólido en Guadalajara desde el Conde de Romanones». Afrontó dotar a todos los municipios de instalaciones deportivas: frontones, polideportivos y piscinas. Jesús Orea recuerda: «Se arreglaron cientos de kilómetros de carreteras y caminos, se mejoró la iluminación de gran parte de los pueblos de la provincia, sus abastecimientos, distribuciones y saneamientos de agua, se construyeron o reformaron edificios civiles, sobre todo ayuntamientos, centros sociales, consultorios y cementerios».

Uno de sus logros fue el Complejo San José-Príncipe Felipe con polideportivo, conservatorio, escuela de idiomas, residencia de estudiantes, biblioteca de investigadores, UNED, y concertó la relación con la Universidad de Alcalá. En el terreno cultural resucitó los premios Provincia de Guadalajara que reunían a relevantes figuras de la cultura. Allí coincidí con dos premios Nobel, Ochoa y Cela. Para lograr su apabullante éxito político unificó el centro-derecha con una UCD agonizante, y convirtió al PP en el primer partido de la provincia. Llegó a conseguir más del 50% de los sufragios en las generales, y ganó la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de la capital elección tras elección.

Los derrotados socialistas, sin descartar entre bastidores a resentidos no tan lejanos, respondieron con una denuncia sobre supuestos errores en las cuentas de la Diputación. Tras aprobarse su suplicatorio en el Senado, la Fiscalía del Supremo pidió el archivo del caso, y el Tribunal Supremo lo archivó «por no apreciar delito». Pero esa decisión del más alto Tribunal no borró el medio centenar largo de titulares de El País que hace 25 años ya era como es. Ese periódico persiguió entonces con saña a un político honrado. El País le dedicó también dos editoriales. Exhumar algún párrafo de aquellos editoriales da vergüenza ajena con lo que estamos viviendo.

Del editorial del 20 de marzo de 1998, titulado 'Justicia poética': «La separación entre responsabilidades políticas y responsabilidades penales es una práctica muy útil en democracia, en cuanto que permite a los ciudadanos exigir cuentas –en forma de dimisión, casi siempre– a los cargos públicos sin esperar a las resoluciones judiciales. (…) porque las reglas del juego político responden a criterios diferentes del judicial». Y del editorial del 3 de abril de 1998, titulado «Ego me absolvo…»: «La investigación interna realizada por el PP (…) no ha encontrado indicios de «irregularidad», «corrupción» o «anomalía contable». La conclusión era de esperar si se tiene en cuenta la afición del PP a instrumentar aparatosas comisiones autoexculpatorias para distraer la atención sobre los casos de gestión dudosa o presuntas irregularidades de sus militantes».

Comparemos aquellas opiniones de El País con las que ha esgrimido y esgrime cuando se trata de afectados de la izquierda. Ni ha pedido ni pide explicación alguna. Podrían ponerse muchos ejemplos. En casos como el de Paco ¿es un seudomedio? ¿Favorece a la 'máquina del fango'? ¿Es un expendedor de bulos? Parece que sí.

El Partido Popular ha sido históricamente injusto con militantes que afrontaron la misma prueba que Paco y salieron sin mancha. ¿Complejo? ¿Cobardía? ¿Buenismo? No lo sé. Pero Paco concluyó su dedicación institucional. Se fue sin ruido, como él era. Mucho más recientes son los casos de Francisco Camps, de Sonia Castedo y de otros. El PP suele ser cicatero. Recientemente cité el nombre de Paco ante un grupo de jóvenes dirigentes del PP. Ni les sonaba. Se encontraron con las mesas y las sillas puestas, pero hubo antes quien las puso. Parecen ignorar que a políticos trabajadores y eficaces como Paco les deben más de lo que creen para estar en donde están. Y él llegó a la política, como llegamos muchos, con una biografía profesional detrás. Recuerdo que en un debate parlamentario curioseé la biografía de mi oponente, de 28 años, y aquel era su primer trabajo. Su partido, de extrema izquierda, le había distinguido desde una nula aportación a la sociedad.

Si a Francisco Tomey, hombre cabal, no se le dedica una calle en su ciudad, por su enorme trabajo en beneficio de Guadalajara, a algunos debería caérseles la cara de vergüenza. Es un mínimo reconocimiento. Se me ocurren otros.

  • Juan Van-Halen es escritor y académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando
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