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En primera líneaRamón Pi

Las elecciones, clave de toda democracia

Va a ser necesario un trabajo ímprobo para corregir la gigantesca sarta de dislates que lleva perpetrados el equipo bajo el mando de este charlatán de feria instalado en la Moncloa

Actualizada 01:30

Parece que habrá pronto elecciones, puesto que los separatistas catalanes que daban apoyo a Sánchez Pérez-Castejón van de capa caída y ya están repitiendo las amenazas, que te dejo de apoyar, que me des, que si no me das te quito el apoyo. Cabe pensar lo que se dice en el Palacio de la Moncloa: que estas amenazas no van en serio, sino que solo son regates propios de toda negociación. Por mi parte, me inclino por dar la razón a la Moncloa: los separatistas nunca jamás se verán en mejor posición que ahora, con un golfo sin escrúpulos en la Presidencia del Gobierno, y atento únicamente a presiones superiores para apearlo del poder, presiones físicas contra la ruptura de la unidad de España o que en Europa declaren a España un país contrario a la democracia y expulsarnos del club.

Elecciones

Lu Tolstova

Hasta ahora la letra de la Constitución se ha respetado, aunque es muy discutible que no se pueda hincar el diente a los posibles infractores. En cambio, el espíritu constitucional se ha triturado a conciencia, pero la letra, en una lectura garbancera, está sirviendo para que otros juristas, no menos garbanceros, se crean Ulpiano arruinando la convivencia entre españoles, mientras no ya el polvo del camino, sino el puro detritus les pone las togas que da pena verlas. La moción de censura y los apoyos subsiguientes han servido para lograr mayorías absolutas que no les habían pasado por la cabeza ni a los constituyentes, ni a los cronistas, ni a los políticos (salvo alguno, como el turolense, que todos creíamos majareta, opinión confirmada cuando el habitante del palacio de la Moncloa lo encandiló), en virtud de las cuales cometer toda suerte de disparates en los Códigos, en los nombramientos, en las decisiones económicas, mientras los próximos al presidente y sus beneficiados se forraban durante varios años con el dinero público, que, como ha dicho la profesora universitaria Carmen Calvo Poyato, no es de nadie.

Va a ser necesario un trabajo ímprobo para corregir la gigantesca sarta de dislates que lleva perpetrados el equipo bajo el mando de este charlatán de feria instalado en la Moncloa, que vaya usted a saber qué se habrá comprometido a hacer para lograr esos apoyos separatistas. De la cuestión ideológica no hay nada que decir, salvo que los redactores de la Constitución creían que los políticos iban a responder a unos principios, y que el PSOE iba a responder a ellos. De la letra de la Constitución hay que escandalizarse porque este individuo no tiene ningún escrúpulo, a no ser «yo, mi, me, conmigo», una de las razones por las que, más que un análisis político, parece merecer un análisis psiquiátrico.

Los españoles tenemos mala suerte, porque el actual presidente de nuestro Gobierno tiene antecedentes de una falta de respeto colosal hacia la Constitución y a los rudimentos de una democracia digna de este nombre. Pero antes de averiguar qué es lo que debemos hacer para echar a estos asesinos de la convivencia en libertad debemos recordar al lector (y si ya lo sabe, para que lo difunda) algunas ideas generales sobre la convivencia en libertad. A saber:

España salió del franquismo con la muerte del dictador. Nadie lo echó. La legitimidad de origen vino señalada porque ganó la guerra, cosa que ha venido constituyendo la principal legitimidad de origen desde que el mundo es mundo hasta la universal aceptación de las democracias modernas, que tienen poco más de dos siglos y no hacen correr la sangre de los vencidos. Esto significa que la gran mayoría de los españoles ni eran demócratas, ni tenían una idea aproximada de lo que es vivir en una democracia. Papá Estado se ocupaba del orden público y dejaba a los pobladores que se las compusieran como tuvieran por conveniente. Como en un cuartel. Los más jóvenes ignoran cómo se vive en un cuartel; pero si no tienes ambiciones y no quieres destacar, salvo meterte en política (o sea, quieres preguntarte por qué el que manda es uno y no otro) tienes un mundo a tus pies: los negocios, el deporte, el entretenimiento, hacerte un hombre de provecho —con una amplia panoplia de oposiciones—, eso era el franquismo: nada de vida pública, y mucha vida privada, con el orden público asegurado por las bravas. Lo único que echas en falta es la libertad política. Las elecciones se convirtieron así en la piedra angular de las democracias.

Pero vivir en democracia tiene algunas consecuencias, la primera de las cuales es ganar las elecciones. Así que, salvo pucherazo (y Sánchez tiene antecedentes en su propio partido), los partidos de la oposición deben aprestarse a ganarlas. Así ganó el inquilino de la Moncloa la moción de censura, así (salvo pucherazo) han ganado las elecciones, y así, gracias a pactos inimaginables, seguimos tirando.

  • Ramón Pi es periodista
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