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TribunaJosep Maria Aguiló

Un San Valentín diferente

Cada 16 de febrero se celebra en todo el mundo el Día de los Amores Imposibles, una fecha que este año se vivió sin duda de una manera muy intensa en el Partido Popular, en especial en su sede de la calle Génova

Actualizada 04:40

En estos últimos años, cada 14 de febrero suelo seguir una serie de rituales específicos, como ver de nuevo películas entrañables como El día de los enamorados, Cuando Harry encontró a Sally o Love Actually, regalarme a mí mismo una o dos cajas de bombones en forma de corazón y releer uno de mis libros favoritos cada vez que llega San Valentín, Conjuros de amor, especialmente adecuado para estas fechas.

Este año, sin embargo, las circunstancias hicieron que viviera un San Valentín algo diferente. Por responsabilidad periodística, me pasé la mayor parte del pasado 14 de febrero viendo tertulias televisivas y leyendo artículos de fondo en los que se analizaban los resultados de los comicios autonómicos de Castilla y León, celebrados apenas veinticuatro horas antes. Era el asunto del día. Apenas dos días después, el 16 de febrero, el asunto del día pasó a ser otro. Y en ese asunto seguimos más o menos todavía. Curiosamente, cada 16 de febrero se celebra en todo el mundo el Día de los Amores Imposibles, una fecha que este año se vivió sin duda de una manera muy intensa en el Partido Popular, en especial en su sede de la calle Génova.

Yendo quizás un poco más allá, podríamos decir también que el sentimiento amoroso no parece ser desde ese día la emoción mayoritaria en el seno del principal partido de la oposición, un partido que, no lo olvidemos, cuenta desde hace décadas con el aprecio, el respeto y el voto fiel de millones de españoles, sobre todo cuando hace las cosas bien. En ese contexto, me atrevería muy humildemente a sugerir a los principales afectados por la actual crisis interna la posible lectura de Conjuros de amor, por si tal vez pudieran extraer de este libro alguna posible enseñanza provechosa dadas las actuales circunstancias. En cualquier caso, la autora del texto, Omaira Beltrán, ya nos advierte en la introducción de que «el amor no es un asunto fácil». Y sin duda no lo es. O no suele serlo al menos en estos azarosos días.

Para animar a su lectura, he de decir que ese pequeño volumen es realmente muy completo, pues hay en él más de 70 hechizos mágicos «para despertar el amor» en la persona deseada. Por tanto, en principio parece bastante razonable pensar que con un poco de suerte podrán encontrarse al menos dos o tres hechizos con los que llegar a conseguir el afecto o la estima que se puedan estar buscando. El citado libro nos da además consejos para iniciarnos en el mundo de la magia o nos explica la importancia de las distintas fases lunares, pues toda ayuda es poca en estos asuntos que atañen directamente al corazón.

Un elemento que al parecer deberíamos utilizar siempre son las velas, ya que sin ellas cualquier posible hechizo que podamos intentar hacer se encontrará casi inevitablemente condenado al fracaso. Y los fracasos siempre suelen ser malos, ya sea en el amor o en la política, aunque quizás sobre todo en esta última. Para intentar lograr nuestros posibles objetivos amorosos, deberíamos tener también en casa –o en la sede de nuestro partido político– cintas, telas, pañuelos, aceites, imanes, alguna fotografía de la persona a la que pretendemos embrujar y dientes de ajo. Sí, sí, han leído bien, también dientes de ajo, que hasta ahora yo creía que esencialmente se utilizaban sólo para reforzar nuestras defensas y para protegernos contra los vampiros.

Uno de los grandes aciertos de Conjuros de amor es que nos describe los distintos tipos de hechizos que existen, por ejemplo para capturar un amor, o para conservarlo, o para ser irresistibles, o para atraer las buenas energías, o para vivir momentos de pasión. Posiblemente, todos esos hechizos y algunos más podrían utilizarse también para intentar rebajar un poco la actual situación de tensión política que estamos viviendo a lo largo de estos últimos días. Y no estoy pensando ahora sólo en el Partido Popular.

A modo de reflexión final y para serles del todo sincero, he de reconocer que llevo ya varios años leyendo cada mes de febrero ese interesantísimo libro sin que, por el momento, me haya funcionado del todo bien. Pero tal vez sea porque no acabo de seguir las indicaciones de forma correcta o porque aún no ha llegado a mi vida el amor verdadero. No sé, quizás lo que ahora mismo me haría falta a mí y lo que tal vez necesitarían también hoy en el Partido Popular sería poder contar directamente con un chamán, un brujo o un hechicero.

  • Josep María Aguiló es periodista
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