Pedro Sánchez: ese personaje histórico
Mientras este Gobierno asalta la Justicia y desmonta por la puerta de atrás la Constitución de 1978, esgrime el delirante discurso de que son los que defienden los valores de la Transición y mantienen posiciones leales y constructivas
«Una de las cosas por las que pasaré a la historia es por haber exhumado al dictador». Al hablar de esta forma sobre sí mismo, Pedro Sánchez demuestra que, para él, la historia es un juguete más -como la Justicia, el CIS, el INE, como tantas otras instituciones- al servicio de su ego y de su proyecto autoritario. Según la concepción sanchista, los hechos no son los que son; o, mejor dicho, los hechos son los que son, pero eso no importa si logramos que la gente crea que son lo contrario, siempre a mayor gloria del líder.
Por esa razón, una de las estrategias de supervivencia del sanchismo consiste en imputar a los demás sus propios pecados, con la más absoluta desfachatez. Así, mientras este Gobierno asalta la Justicia y desmonta por la puerta de atrás la Constitución de 1978, esgrime el delirante discurso de que son los que defienden los valores de la Transición y mantienen posiciones leales y constructivas los que atentan contra la Carta Magna. Los españoles tenemos que soportar un día sí y otro también las sonrisas de hiena de ERC y Bildu, en la tribuna y los pasillos del Congreso, por la sumisión total del Gobierno a su hoja de ruta o por la execrable expulsión de la Guardia Civil de Navarra y resulta que, según el argumentario monclovita, el que «da un golpe» contra las instituciones es el PP. Vomitivo.
Ninguna democracia está lo suficientemente consolidada como para no sufrir embates serios. No hace ni dos años del asalto al Capitolio de los Estados Unidos, la democracia más longeva del mundo. Lo que ocurre es que a veces esos asaltos no se hacen en tromba y con pistolas, sino por la puerta de atrás y paso a paso; aprovechando que la atención de los ciudadanos puede estar puesta en un Mundial, en la anticipación de la Navidad y, sobre todo, está ya cansada por un ritmo frenético de tropelías en el que se incluyen, entre otras, la Ley del sí es sí, que ya ha permitido reducir las penas de cerca de cien condenados por delitos sexuales, la rebaja de la malversación, los indultos a los golpistas, etc.
El último intento de socialistas y podemitas de aprovechar la reforma del delito de sedición para lograr el control del Poder Judicial es un ataque directo al régimen constitucional y a la democracia. Lo han intentado, además, de la forma más burda posible, vulnerando el reglamento, introduciendo enmiendas sin conexión con la reforma del Código Penal y escamoteando el debate parlamentario, lo que es una elocuente demostración de lo que entienden por «soberanía del pueblo». Esto es lo que el Tribunal Constitucional ha frenado: el intento del Ejecutivo y de una mayoría del Legislativo para sumar al Judicial a su control. Y por ello, por cumplir la ley, los jueces han sido tachados de golpistas, como antes lo fueron de machistas o tránsfugas. El pronunciamiento del Tribunal Constitucional es, sin duda, un triunfo de nuestra democracia, pero no es definitivo. El presidente Pedro Sánchez ha prometido que habrá «firmeza» en su respuesta y La Moncloa ya ha filtrado a algunos medios que volverá a presentar de forma urgente una nueva ley con las citadas enmiendas, con el propósito de celebrar un pleno extraordinario, otra vez por la vía de urgencia y sin tener que solicitar el criterio de los órganos consultivos. Unidas Podemos, por su parte, ha llamado abiertamente a la desobediencia del Tribunal.
En el Gobierno de la Comunidad de Madrid también sufrimos, cómo no, la continua ofensiva del «mundo al revés» del sanchismo. La voz nítida de Isabel Díaz Ayuso, su acierto en la gestión y su llamada a la sociedad civil para que reaccione cuanto antes son obstáculos mayores para el avance de los enemigos de España. Contra Ayuso vale todo: descalificarla en lo personal, llamarla «trumpista» o montarle huelgas que nada tienen que ver con legítimas reivindicaciones laborales. Lo hacen porque saben que su próxima victoria electoral en mayo de 2023 será también el anuncio de un inexorable cambio de ciclo en España, con Alberto Núñez Feijóo al frente. Por supuesto, intentarán cualquier cosa para evitarlo, pero pinchan en hueso. Ya queda menos. Feliz y esperanzador 2023 a todos.
- Enrique Ossorio es vicepresidente de la Comunidad de Madrid y consejero de Educación y Universidades