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Cardenal Pell

Cardenal PellRome Reports

Reconocimiento del Senado italiano

La historia del cardenal Pell: absuelto de todos los cargos tras 404 días detenido en Australia

El prelado fue acusado de abusos a menores en un largo proceso que puso su inocencia en tela de juicio durante cuatro años

El cardenal George Pell pasó 404 días una prisión de Australia por una acusación que se demostró sin fundamento y de la que fue absuelto. «Era un presunto culpable desde el primer momento», ha asegurado el fiscal Domenico Airoma, quien ha presentado las memorias de su estancia en prisión, escritas por el prelado. A juicio del fiscal Airoma, «al cardenal Pell le hicieron culpable desde el primer momento, no por lo que hubiera hecho, sino por quién era. El proceso quería penalizar un modo de ser y un modo de pensar de la civilización judeo-cristiana, sin atender a las pruebas que demostraban la inocencia».

Visiblemente animado, en un entorno amistoso, rodeado de senadores, parlamentarios y personal del Palacio Madama de Roma, Pell recordó cómo el recuerdo de las penalidades bíblicas del santo Job le ayudaron a soportar la humillación y las penalidades de la cárcel. También los libros del Apocalipsis y la Carta a los Hebreos figuran entre las fuentes de inspiración que le permitían mantener la esperanza entre rejas.

Año y medio después de su absolución, el prelado australiano asegura que quiso escribir estas memorias para ayudar a quienes pudieran pasar por una situación semejante. Personalmente ha experimentado que «la oración y las prácticas cristianas te permiten resistir en los momentos más duros, así como apreciar el lado positivo de la vida». En este sentido, Pell señaló que tuvo «la fortuna de contar con muy buenos amigos», que nunca  le abandonaron, «ni cuando todo parecía perdido».

Pell, obsequiado con la medalla del Senado

Pell, obsequiado con la medalla del SenadoRome Reports

Más de 4.000 cartas hacia prisión

También mencionó el respaldo de fieles de todo el mundo. Un apoyo que se materializó en las más de 4.000 cartas recibidas durante su estancia en prisión, entre ellas una del Papa emérito, Benedicto XVI. «Realmente no esperaba recibir tantas cartas, ni que abordaran problemas tan diversos. Me ayudaban a mantener el espíritu crítico y el contacto con la realidad exterior. Me he sentido edificado y estimulado por todo lo que me escribían», afirma Pell.

Esta relación epistolar con quienes estaban fuera de la prisión le ayudó a «participar en el diálogo con la cultura actual, a participar en el enfrentamiento entre la cultura judeo-cristiana y la secularización que trata de demolerla».

En esta batalla cultural, George Pell siempre ha ido de frente, poniendo por delante de su honra la defensa de la familia, de la libertad religiosa y de la tradición cristiana. Algo que la senadora Binetti quiso destacar en el Parlamento: «Era tan evidente la voluntad hostil contra el cardenal que te podía llevar a bajar los brazos, algo que afortunadamente nunca hizo».

No es posible olvidar todo el pasado de un plumazo y la tentación del rencor se presenta con frecuenciaCardenal George Pell

Ante quienes le acusaron injustamente, Pell asegura que no guarda rencor. «Tomé la decisión de perdonar, pero no solo una vez, ya que es una decisión que se renueva con frecuencia. No es posible olvidar todo el pasado de un plumazo y la tentación del rencor se presenta con frecuencia».

Entre los recuerdos negativos que aún conserva está el escuchar los lamentos de otros prisioneros con los que estaba en la celda de aislamiento. No les podía ver, pero escuchaba a personas que sufrían, en ocasiones por problemas derivados de la droga. En ese entorno, Pell no olvida la atención y el empeño diario de la capellanía católica de la cárcel en la que estuvo tantos meses. 

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