Fátima, el Papa y la nueva consagración de Rusia y Ucrania a la Virgen María
Esta celebración, el próximo 25 de marzo, día en que Juan Pablo II consagró todos los pueblos al Sagrado Corazón de María, está unida con la profecía que hizo sor Lucía en 1917
El Papa Francisco ha anunciado para el próximo día 25 de marzo una nueva consagración de Rusia, esta vez junto a Ucrania, al Corazón Inmaculado de María. Tendrá lugar en la basílica de San Pedro y coincidirá con un acto paralelo en el santuario de Fátima, en Portugal, presidido por el cardenal Konrad Krajewski. El evento está relacionado con las apariciones de Fátima, en las que la Virgen advertía del peligro de Rusia a tres pastorcillos en el año 1917, antes de que comenzara la Revolución.
La fecha en que se realizará esta nueva consagración tiene un fuerte valor simbólico. El 25 de marzo de 1984 es el día en que Juan Pablo II, unido espiritualmente a los obispos de todo el mundo, consagró a todos los pueblos al Corazón Inmaculado de María. Una ceremonia que tuvo lugar en la plaza de san Pedro, por petición de uno de aquellos pastorcillos, la vidente sor Lucia.
El tercer secreto de Fátima
Juan Pablo II estaba muy ligado a Fátima. Especialmente después de que un asesino a sueldo le disparase a bocajarro en plena plaza de san Pedro el 13 de mayo de 1981, fiesta de la Virgen de Fátima. Dos de las cuatro balas que le alcanzaron pasaron rozando órganos vitales, pero no lograron matarle, algo que los médicos consideraron inexplicable y el Pontífice calificó como un milagro. De hecho, aseguró que fue «una mano materna la que guio la trayectoria de la bala». Desde entonces, la corona de la Virgen de Fátima tiene incrustado uno de los proyectiles que hirieron al Papa.
Durante años se relacionó este atentado con el tercer secreto de Fátima. Se trata de las revelaciones que sor Lucia atribuye a la Virgen María, hechas públicas en el año 2000. Su testimonio manuscrito narra la visión que tuvo de un hombre «vestido de blanco» que ascendía por una montaña junto a otros obispos y religiosos. «El Santo Padre –escribe sor Lucia–, antes de llegar a ella, atravesó una ciudad medio en ruinas y medio tembloroso, con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino. Llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz, fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas, y del mismo modo murieron unos tras otros los obispos, sacerdotes, religioso y religiosas y diversas personas seglares».
«Vuestras naciones serán destruidas»
Sor Lucia contó que en julio de 1917, meses antes de que Rusia pasara a ser un país comunista, la Virgen le pidió esa consagración. «Si no, diseminará sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre sufrirá mucho, varias naciones serán destruidas».
Esta vidente portuguesa le envió una carta a Juan Pablo II en 1982 en la que instaba a la consagración que finalmente se hizo. Afirmaba que «desde el momento en que no hemos tenido en cuenta este llamamiento del mensaje, constatamos que se ha cumplido: Rusia ha invadido el mundo con sus errores. Y aunque no constatamos aún la consumación completa del final de esta profecía, vemos que nos encaminamos poco a poco hacia ella a grandes pasos».
El remedio contra esta amenaza pasa, según sor Lucia, por «renunciar al camino del pecado, del odio, de la venganza, de la injusticia, violando los derechos de la persona humana, de inmoralidad y de violencia, etc...». Concluye su carta de 1982 con una aclaración: «Y no digamos que de este modo es Dios que nos castiga. Al contrario, son los hombres que por sí mismos se preparan el castigo. Dios nos advierte con premura y nos llama al buen camino, respetando la libertad que nos ha dado. Por eso los hombres son responsables».
Por petición de los obispos ucranianos
En esta ocasión, quienes han solicitado la consagración de Rusia y Ucrania al Corazón Inmaculado de María han sido los obispos católicos de rito latino de Ucrania. «En estas horas de inconmensurable dolor y de terrible calvario por nuestro pueblo», han pedido al Papa Francisco «cumplir públicamente el acto de consagración al Corazón Inmaculado de María de Ucrania y Rusia, tal y como reclamó la Virgen en Fátima».
Esta última consagración se sumará a las que ya hicieron Pio XII, Pablo VI y Juan Pablo II. Aunque según sor Lucia, solo la de este último en 1984, correspondía a lo que pedía en concreto la Virgen. El hecho de celebrar este acto simultáneamente en Fátima y en Roma manifiesta una clara conexión con los mensajes de 1917.