Cristianos perseguidos
Aumento de la persecución en Nigeria: tres sacerdotes secuestrados y dos atentados en el último mes
Bandas armadas matan y extorsionan de manera impune en el norte y noroeste del país
En la región de Kaduna, al norte de Nigeria, han sido secuestrados, uno el 8 de marzo y otro el 24, los sacerdotes católicos Joseph Akete Bako y Felix Zakari Fidson. El primero de ellos fue asaltado en su residencia sobre la una y media de la madrugada, mientras que Fidson salía de su domicilio cuando los secuestradores, que habían pasado por varias aldeas, se lo llevaron junto con otra decena de personas.
«En el transcurso del asalto, el oficial de seguridad, Luka Philip, resultó asesinado, mientras que otras cuatro personas fueron secuestradas en las casas cercanas», informaron desde la diócesis a la que pertenecía Bako como sacerdote.
El Cinturón Central
El tercero de los cautivos, el padre Leo Raphael Ozigi, es el párroco de la iglesia de Santa María, en una aldea llamada Sarkin Pawa, perteneciente al estado de Níger. Junto con otras 44 personas, la noche del 27 de marzo unos bandidos asaltaron el pueblo y se lo llevaron.
La región de Níger es también conocida como el Cinturón Central, que separa la zona norte de Nigeria, predominantemente musulmana, del sur, eminentemente cristiana. Este país es el más poblado de África, con 206.152.701 habitantes, de los que un 46,2 % son musulmanes y un 46,3 %, cristianos.
En un país en el que abunda la persecución a los sacerdotes, la Conferencia Episcopal Nigeriana prohibió pagar rescate alguno por la liberación de párrocos y miembros de órdenes religiosas que son secuestrados. Sin embargo, según informa Ayuda a la Iglesia Necesitada en su informe de Libertad Religiosa en el Mundo de 2021, es frecuente que sean los fieles quieres reúnan el dinero para que les devuelvan a sus sacerdotes.
Ataques al transporte
No obstante, los miembros de la jerarquía eclesiástica no son los únicos atacados por las bandas armadas que actúan impunemente en Nigeria, que matan y extorsionan a sus anchas en este país. En menos de 24 horas, durante el 28 y 29 de marzo, en la misma región de Kaduna donde han sido secuestrados dos de los tres sacerdotes, han tenido lugar dos atentados contra trenes que cruzaban desde la región de Abuja. En el ataque más grave, en la noche del 28, murieron al menos ocho personas.
Hacia las 19:45, en el pueblo de Dutse un grupo de terroristas colocó artefactos explosivos improvisados en las vías, lo que, según informa la Agencia Fides, obligó a detener el tren. Los policías que escoltaban el transporte no fueron suficientes para detenerlos, y ante la llegada de refuerzos militares los terroristas tuvieron tempo de huir, tomando algunos pasajeros como rehenes.
«De los 362 pasajeros a bordo del tren (...) atacado el 28 de marzo, confirmamos que 186 están a salvo y en sus hogares», señaló el director de la estatal Corporación de Ferrocarriles de Nigeria (NCR), Fidet Okhira, en un comunicado. Las autoridades todavía desconocen el paradero de las otras 168 que viajaban en el tren atacado y otros ocho lamentablemente fallecieron.
Las amenazas varían por regiones
Un día después, la autopista que permite viajar desde la región de Kaduna a Abuja fue asaltada por un grupo armado que bloqueó el tráfico y secuestró algunos conductores. Los terroristas de esta región se centran en las rutas principales de transporte. El pasado 26 de marzo, un comando atacó el aeropuerto, concretamente un ala periférica a lo largo de la pista de aterrizaje.
Según un miembro del opositor Partido Democrático del Pueblo, más de 10.366 nigerianos fueron asesinados por terroristas en 2021. El pasado año se produjeron más de 2.900 secuestros. Y en los tres primeros meses de 2022, al menos 536 nigerianos fueron asesinados por terroristas.
La inseguridad e inestabilidad en el país varía según la región. En el noreste, los yihadistas de la Provincia de África Occidental del Estado Islámico y de Boko Haram son la principal amenaza, mientras que en los estados del norte y el llamado Cinturón Central, la presencia de grupos de bandidos y los enfrentamientos entre agricultores y ganaderos son el factor de riesgo mayoritario.