El primer testimonio escrito sobre la resurrección de Cristo se encuentra en la primera Carta de San Pablo a los Corintios 15,3-8: «Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce...».