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'Crucifixión' de Andrea Mantegna

'Crucifixión' de Andrea Mantegna

Semana Santa 2023

La obra cumbre de Gabriel Miró: 'Figuras de la Pasión del Señor'

La descripción de Pilato que efectúa Miró es extraordinaria, por su gran fuerza plástica, la riqueza de imágenes y la densidad expresiva

Artista puro, Miró posee una delicada sensibilidad para percibir y expresar la belleza sensorial del paisaje levantino, que se incorpora a nuestra literatura a través de sus páginas con toda su luminosidad y fragancia. La producción de Miró está integrada por un conjunto de relatos en los que el paisaje, profundamente humanizado, es más importante que la sencilla acción novelesca que lo tiene por escenario. Y a nuestro entender, la obra cumbre de Miró es Figuras de la Pasión del Señor (1916), evocación de los personajes bíblicos y del paisaje de Palestina –que no es sino el paisaje de las tierras y pueblos alicantinos–. La portentosa capacidad léxica –que sigue sorprendiendo por su variedad y rigor designativo–, la originalidad de la adjetivación, las imágenes deslumbrantes y el estilo cuidadosamente elaborado confieren a esta prosa el valor de la auténtica poesía lírica. Algunas de estas páginas –de las que ofrecemos dos: el retrato de Poncio Pilato, y la agonía de Cristo en la cruz, ambas de una impresionante fuerza plástica–, podrían encabezar la mejor prosa poética y descriptiva del siglo XX.

Pilato

En el año XII de la exaltación imperial de Tiberio, siendo Aelius Lammia legado de Siria, le fue encomendada a Lucio Poncio Pilato la procuratura de Judea.

… Poncio era amplio, vigoroso y súbito; su cabeza, redonda, de cabellos grises, apretados y cortos; la frente, baja, de recia sien; los ojos, metálicos, inquietos y menudos, que aún se reducían más cuando miraban con ahínco; los labios, rasurados y carnales; la nariz, gruesa; salediza la barba; la mejilla, depilada y robusta, y las manos, muelles, enjoyadas con pulseras de oro pálido, y el ancho anillo de caballero, como una gota de luna. La violencia de su porte y de su voz caían en cansancios y hastíos; y dentro de esa quietud quedaba su ímpetu hecho plástica, vibrando en el pliegue de sus cejas, en el enojo de su boca, en la línea rotunda, estallante, de su mandíbula, como los bronces de Myron contienen el esfuerzo y el brío de la palestra.

[Súbito. Impulsivo y fácilmente irritable. Muelle. Suave. Hastío. Aburrimiento, cansancio. Myron. Escultor griego del siglo V antes de Cristo, autor del célebre Discóbolo. Palestra. Lugar donde antiguamente se celebraban combates y competiciones de distintas clases].

Tal y como puede comprobarse, la descripción de Pilato que efectúa Miró es extraordinaria, por su gran fuerza plástica, la riqueza de imágenes y la densidad expresiva. El acierto poético de las comparaciones y la adjetivación empleada para precisar los rasgos físicos y de naturaleza espiritual que mejor definen la personalidad de Pilato ponen de manifiesto la exquisita sensibilidad del novelista alicantino.

Detalle de la 'Crucifixión de Cristo' de Andrea Mantegna

Detalle de la 'Crucifixión de Cristo' de Andrea Mantegna

La agonía de Cristo en la cruz

Su cuerpo semejaba de una arcilla pegajosa, con placas azules de los trastornos circulatorios, con coágulos desprendidos de la espalda flagelada, roída por la entena. Le resbalaba un sudor craso por las axilas, por los riñones, por los muslos; palpitaba horriblemente su cuello abotargado, corto, confundiéndosele con las mejillas infladas, blandas, lívidas; las sienes se le hundían, y sus oquedades se juntaban en las cuencas de los ojos; resaltaba la frente roja, el filo húmedo de la nariz anhelante, pulverulenta de una harinosidad amarilla. Los labios, fláccidos, amoratados, con arborizaciones venosas, se torcían sobre la escara de los dientes; y entre sus párpados cárdenos se perdía su mirada turbia, cuajada en una lágrima... Agonía del Señor. Agonía del crucificado, que padece las angustias de todas las muertes. [...]

Jesús agonizaba. Balanceó el cráneo, ahogándose. Se veía el ansia del resuello desde el vientre a las fauces. Crepitaban sus pulmones cartonosos; temblaba la blanda hinchazón de su pleura; se rompía su silbo ronco en un colapso; y entonces resaltaba el zumbido de las moscas en sus ojos, en su nariz, en sus orejas, en las llagas de los clavos.

Y tornaba el jadear, el cabeceo de la asfixia. Su cabellera se doblaba, caía, le cegaba, se alzaba; su aliento fue haciéndose ancho, prolongado. Se quejó, y precipitose su ahogo. Sus pupilas vidriosas imploraron el azul; se volvieron a la tierra... [...]

Todo el Calvario estaba lleno de su angustia. Sobre los rumores de la multitud y el aullar de Genas y Gestas, resaltaba el afán del Señor. Y sonó su grito de desgarraduras de toda su vida; y sintiose su silencio, el silencio del pecho inmóvil, desencajado, alto, duro, metálico; la cabeza quedó colgando hacia la roca; y la cruz tembló del peso del cadáver, que se había salido del escabel, y semejaba desclavarse. La madre aún esperó otra palpitación del costado del hijo.

[Sanhedrita. Fariseo. Flagelado. Azotado. Entena. Vara o palo encorvado y largo. Craso. Espeso. Abotargado. Hinchado. Lívido. Amoratado; intensamente pálido. Pulverulento. Polvoriento. Harinosidad. Voz acuñada por Miró; en el contexto significa «parecido a la harina». Flácido. Flojo, sin consistencia. Arborizaciones venosas. Figura que formas las venas similar a las ramas de un árbol. Escara. Costra, ordinariamente de color oscuro, que resulta de la mortificación o pérdida de vitalidad de una parte viva afectada de gangrena, o profundamente quemada por la acción del fuego o de un cáustico. Resuello. Aliento o respiración violenta. Crepitar. Producir sonidos repetidos, rápidos y secos, como el de la sal en el fuego. Cartonoso. Acartonado, enjuto, seco. Silbo. Sonido agudo y penetrante. Jadear. Respirar anhelosamente por efecto de algún trabajo o ejercicio impetuoso. Escabel. Tarima para que descansen los pies].

Detalle de la 'Crucifixión de Mantegna'

Detalle de la 'Crucifixión de Mantegna'

Esta es la impresionante descripción de la agonía de Cristo en la cruz –en el capítulo 'Sanhedritas amigos de Jesús'); descripción a la que el pretérito imperfecto de indicativo, por su aspecto durativo, le proporciona una fuerza plástica difícilmente superable. De hecho, Gabriel Miro, con toda intencionalidad, combina el pretérito imperfecto de indicativo -que usa con intención predominantemente descriptiva– con el pretérito perfecto simple –empleado para relatar acontecimientos–; y, de esta forma, confiere cierto dinamismo a la expresión. Por otra parte, hay en el texto un caso de magistral empleo del presente de indicativo como «presente narrativo»: «Agonía del crucificado, que padece las angustias de todas las muertes.» (y, de esta manera, el tiempo pasado se acerca ficticiamente al actual, con lo que el suceso que se narran -o la escena y situación descrita-, al ganar en proximidad e inmediatez, resulta más sugestivo).

La lectura de este texto –completo, ya que hemos suprimido bastantes líneas del original, aunque sin romper su unidad estructural–le sugiere a Juan Gil-Albert el siguiente lúcido comentario: «Veámosle morir. Sin énfasis, de la mano de Gabriel Miró, acerquémonos al cerro de la ejecución. Él hará que todo se torne caliente, todo aquello que se había enfriado en los rincones del espíritu. Volveremos a sentirnos niños en la imaginación, pero con conciencia de hombres. Y por primera vez el dolor físico de la crucifixión nos latirá dentro de cada víscera, y derramaremos las primeras lágrimas por aquel al que tanto tiempo habíamos rezado, pero por el que no habíamos llorado aún, ni una sola vez.» (cf. Gabriel Miró: Remembanza. Madrid, Ediciones de la Torre, 1980, págs 31-32: La Humanidad de Cristo).

  • Fernando Carratá es Doctor en Filología Hispánica.
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