¿Los judíos son los hermanos mayores de los cristianos?
San Juan Pablo II, en su visita a la Sinagoga de Roma en el año 1986, se dirigió a los judíos como «hermanos mayores», un término que tiene diferentes interpretaciones desde el ámbito católico o judío
Quisiera advertir al lector que la respuesta que suscita la pregunta del título pertenece al ámbito de la teología, y no pretendo entrar en ese terreno. Entonces, ¿por qué plantearla? El motivo tiene su origen en el coloquio del que fui partícipe el pasado 15 de febrero organizado por la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria en la Universidad CEU San Pablo con el título La espiritualidad en los caminos de peregrinación. Un recorrido por el judaísmo, cristianismo y el Islam. Lo moderaba Andrés Ramos, Delegado Episcopal de Relaciones con Instituciones, y participaban, junto conmigo, Ahmed Kaddour, de la Comisión Islámica de España, y Pinhas Punturello, de la Federación de Comunidades Judías en España.
La sinagoga de Roma
En mis intervenciones durante el coloquio, y con objeto de enfatizar cómo el cristianismo hunde sus raíces en el Antiguo Testamento, por dos veces me permití hacer uso de las palabras de san Juan Pablo II cuando en su visita a la Sinagoga de Roma se refirió a los judíos como nuestros «hermanos mayores». Palabras que pude percibir no parecían del agrado del representante judío, lo cual provocó en mí una cierta inquietud sobre la oportunidad de haberlas empleado.
Sois nuestros hermanos predilectos
Lo que en un principio era una anécdota, pronto llegó al terreno de la categoría. En el proceso de documentación para un trabajo sobre los fundamentos bíblicos de la peregrinación cristiana, y la jacobea en particular, pude conocer el pensamiento del Gran Rabino de la Sinagoga de Roma, Riccardo Di Segni, sobre la cuestión de los «hermanos mayores», el cual confirma mi apreciación durante el coloquio, y me ha impulsado al análisis de las visitas de los pontífices a la sinagoga romana.
Fue San Juan Pablo II el primer papa en visitar la sinagoga, el 13 de abril de 1986, invitado por el Gran Rabino Elio Toaff, La importancia del encuentro la reflejaba el rabino en su libro autobiográfico Judíos pérfidos, hermanos mayores (2017):
«Juntos entramos en el Templo... el Papa a mi lado, detrás los cardenales, prelados y rabinos: un cortejo insólito, único en la larga historia de la Sinagoga». En su discurso, el Papa, tras señalar que «este pueblo tiene su origen en Abraham, que es el padre de nuestra fe», se refirió a los vínculos con los judíos: «La religión judía no es «extrínseca» a nosotros, en cierto modo es «intrínseca» a nuestra religión. Sois nuestros hermanos predilectos y, en cierto modo, se podría decir nuestros hermanos mayores».
Son también nuestros «padres en la fe»
Benedicto XVI
La visita de Benedicto XVI tuvo lugar el 17 de enero de 2010, siendo recibido, en esta ocasión, por el Gran Rabino Riccardo Di Segni. El Papa, en su discurso, resaltaba la especial relación entre las dos comunidades: «Cristianos y judíos tienen en común gran parte de su patrimonio espiritual, rezan al mismo Señor, tienen las mismas raíces», pero en ningún momento se refirió a ellos como «hermanos mayores». Para entender esta ausencia, hay que remitirse al libro Luz del mundo (2012). A la pregunta de Peter Seewald sobre esta cuestión, el pontífice respondía: «A los judíos no les gusta tanto escuchar la expresión «el hermano mayor». Eso se debe a que, en la tradición judía, el «hermano mayor» Esaú, es también el rechazado. No obstante, se la puede utilizar, porque expresa algo importante. Pero es correcto que son también nuestros «padres en la fe». Y tal vez esa expresión ilustra de forma aún más clara en qué relación mutua nos encontramos».
Conocía bien el Papa teólogo la sensibilidad judía, y, también, las opiniones del rabino Di Segni sobre la expresión «hermanos mayores», y que resumo; «Las palabras tienen su significado y en particular la definición de «hermanos mayores», aunque no nos entusiasme desde un punto de vista teológico, porque en la Biblia los hermanos mayores son malos y perdedores… Desde el punto de vista de los media tiene un gran influjo. Desde el punto de vista teológico-bíblico es, por el contrario, problemática porque el hermano mayor en la Biblia y en el Nuevo Testamento, por ejemplo en la Carta a los Romanos de Pablo, es el malo y el derrotado. Por eso con esta expresión se puede aludir también a la sustitución».
Sois nuestros hermanos y hermanas mayores en la fe
Dos son las objeciones que el rabino manifiesta. La primera se refiere a la connotación negativa que tiene el hermano mayor en el Antiguo Testamento, cuyo resultado es la preferencia del menor sobre el mayor, como se manifiesta en las parejas de hermanos Caín-Abel, Ismael-Isaac o Esaú-Jacob. La segunda objeción alude a la teología de la sustitución, cuyo fundamento es que el pueblo de Israel perdió su lugar distintivo como pueblo escogido de Dios, siendo sustituido por la Iglesia. Como se puede apreciar, ambas objeciones pertenecen al ámbito de la discusión teológica, asunto que ya he mencionado no pretendo desarrollar aquí, pero será bueno recordar que la Iglesia Católica manifestó su rechazo a la sustitución en el documento Los dones y la llamada de Dios son irrevocables (2015): «Una teología del reemplazo o de la sustitución, que opone entre sí, como dos entidades separadas, la Iglesia de los Gentiles y la Sinagoga rechazada que es sustituida, carece de fundamento»
Papa Francisco
Y este era el marco en el que tiene lugar la visita del Papa Francisco a la sinagoga romana, el 17 de enero de 2016, invitado por el rabino Di Segni, quien calificaba el acto como un gran acontecimiento. Lo que posiblemente no esperaba el rabino eran las palabras de Francisco cuando dijo: «[Juan Pablo II] acuñó la hermosa expresión «hermanos mayores», y de hecho sois nuestros hermanos y hermanas mayores en la fe». Una «nueva» expresión con un contenido, si cabe, más teológico.
Además de Francisco, son muchos los miembros de la jerarquía eclesiástica que hacen uso de ella. Preguntado el rabino Di Segni, tras la visita de Francisco, cuál de las expresiones prefería, contestaba: «Para mí, un concepto de hermandad sin pasos atávicos está bien». Una respuesta educada donde percibo pide un respeto por la sensibilidad judía.