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16 de septiembre de 2024

José María Calderón, director de OMP España, junto al misionero Serafín Suárez

José María Calderón, director de OMP España, junto al misionero Serafín SuárezOMP

La OMP presenta su Memoria de Actividades de 2023

España es el país del mundo con más misioneros

Pese a que las cifras menguan año tras año, 6.042 sacerdotes y monjas españoles misionan en naciones de los cinco continentes

Algo más de 6.000 misioneros españoles evangelizan en cerca de 200 naciones de todo el mundo. El país que acumula más es Perú, donde desempeñan su labor 500 compatriotas. Tienen una media de edad elevada –en torno a los 65 años los que están en activo– y su número decrece año tras año. Pese a ello, España sigue siendo el primer país del mundo –desde hace décadas; quizás siglos–en mantener presencia religiosa en el extranjero. «Incluso por delante de otros países católicos como Francia, Italia o Polonia», ha puntualizado el sacerdote José María Calderón, director nacional de las Obras Misionales Pontificias (OMP) en España.

En el transcurso de una rueda de prensa celebrada esta mañana en la sede del organismo pontificio en Madrid, Calderón ha presentado la Memoria de Actividades de 2023. A lo largo del pasado año, la OMP recibió 18,2 millones de euros en donativos, que se concentraron especialmente en las tres campañas que organizan: Infancia Misionera, Vocaciones Nativas y la más célebre de todas: el Domund. Esto supuso un incremento de 5 millones de euros, puesto que en 2022 la OMP destinó 13 millones de euros a 879 proyectos en todo el mundo.

«Puedo garantizar que todo lo que se recoge llega a su destino», ha asegurado Serafín Suárez Hidalgo, un misionero pacense que ha pasado 30 años en Zimbabue, durante la rueda de prensa. «He sido administrador de la diócesis de Hwange durante seis años. Proyecto que se pide a la OMP, proyecto que se financia y se materializa», subrayó el misionero.

El azote de la malaria

Suárez puso el ejemplo de una residencia de ancianos construida en los años 80 y que no había sido reformada desde entonces. «Los techos eran de uralita –con todo lo que eso conlleva– y estaban completamente agujereados. El agua entraba cada vez que llovía», ha explicado. Tras recibir la ayuda recaudada durante el Domund, se pudo cambiar completamente el tejado y reformar la residencia.

El misionero también confesó que «es muy duro que vayan a buscar a casa a las tres de la mañana a casa porque un joven de 18 años con malaria se ha desmayado y está inconsciente». En el pueblo donde residía Suárez sólo existía una clínica con lo indispensable, por lo que hubo que llevarle al hospital más cercano, a 250 kilómetros. «No teníamos ambulancia, así que hay que llevarle en el coche del misionero», explica. «A los 25 ó 30 kilómetros, los acompañantes me dijeron que no era necesario seguir adelante, porque el joven había fallecido», concluye.

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