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07 de septiembre de 2024

Santa Brígida de Suecia

Santa Brígida de SueciaAMOR ETERNO

El Cristo que habló a la patrona de Europa: «Mira en qué estado estoy»

Hija de gobernadores, esposa durante 28 años, madre de 8 hijos y fundadora de la Orden del Santísimo Salvador: así fue santa Brígida de Suecia que celebra su fiesta cada 23 de julio

brígida proviene del celta y significa «fuerza». Esta fue probablemente la característica que más destacó en esta santa que fue consejera de los grandes soberanos de su tiempo. Vivió uno de los períodos más difíciles de la historia de la Iglesia y, sin embargo, fue «puente de unión entre Roma y la noble Suecia, entre la Iglesia católica y las Iglesias luteranas del Norte de Europa», como afirmó en síntesis el Papa Pablo VI.

Nació noble, en 1303, con la sangre real de los Folkungar, casa real de Suecia durante más de un siglo. Su padre fue gobernador de Uplandia, una de las principales provincias del país. Con todo, aunque Brígida siempre estuvo rodeada de un ambiente poderoso que podía usar en beneficio propio, su sabiduría y santidad fueron reconocidas por muchos líderes de su tiempo, a quienes instó a llevar una vida ordenada y a trabajar por el bien del pueblo.

Brígida no fue una de esas santas que desde muy joven se dedicó a la vida monástica: su padre, Birger Persson, la concedió en 1316 como esposa, cuando apenas tenía 13 años, a Ulf Gudmarsson, hijo del gobernador de Ostrogotia. Aunque la historia a veces haya querido mostrar que se casó por la fuerza, ella amó a su marido sicut cor meum, «como a su propio corazón», tal como se afirmó en su proceso de beatificación. De este matrimonio nacerían cuatro varones y cuatro mujeres, una de las cuáles pasó a convertirse en santa Catalina de Suecia.

Crucifijo de la basílica de San Lorenzo in Damaso, donde Santa Brígida pasaba largos ratos de oración

Crucifijo de la basílica de San Lorenzo in Damaso, donde Santa Brígida pasaba largos ratos de oraciónPágina oficial basílica San Lorenzo in Damaso

De Suecia a Roma

Brígida quedó viuda a los 40 años y, una vez arreglados los asuntos de la familia, entró en la abadía cisterciense de Ulvastra. En 1350, con motivo del Año Jubilar, peregrinó a Roma con su hija Catalina. Fue en la Ciudad Eterna donde se dedicó a la oración, a la visita y cuidado de enfermos, en años marcados por la Peste Negra, y a dictar sus famosas Revelaciones, contenidas en ocho tomos. Gran parte de estos diálogos con Jesús crucificado se redactaron a raíz de sus largas horas frente al crucifijo de la basílica de San Lorenzo in Damaso, donde Brígida iba a rezar con mucha frecuencia debido a que su casa se encontraba por esa zona.

En esos largos ratos de meditación, la santa además pedía el favor de la aprobación de la regla de una Orden religiosa que pretendía fundar, nombrada en honor del Salvador y compuesta por monjes y monjas bajo la autoridad de la abadesa. La sueca siempre tuvo una gran devoción por los crucifijos a raíz de un sermón que escuchó cuando tenía 10 años sobre la Pasión de Cristo que la impresionó mucho. Soñó que veía al Señor clavado en la cruz y oyó estas palabras: «Mira en qué estado estoy, hija mía». «¿Quién os ha hecho eso, Señor?», preguntó la niña. Y Cristo respondió: «Los que me desprecian y se burlan de mi amor.»

En el año del Jubileo, en la basílica de San Pablo Extramuros, en Roma, sucedió el milagro. En la capilla del Santísimo Sacramento, el crucifijo milagroso ante el cual estuvo arrodillada Santa Brígida, y que aún se puede visitar, fue el que anunció a la religiosa las conocidas 15 oraciones de Nuestro Señor, las cuales ayudan a revivir su pasión y muerte en la cruz. Milagrosamente, el Cristo de la cruz giró su rostro hacia donde estaba ella, animándola en su proyecto de fundación de la orden. Allí se encuentra una inscripción conmemorando este evento, en latín, que dice así: «Estando en espera, Brígida recibió las palabras de Dios con el oído y aceptó la palabra de Dios en su corazón».

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