Escuela de verano
Amonitas, moabitas y otros pueblos raros. ¿Quién es quién en el Antiguo Testamento?
La Sagrada Escritura está plagada de referencias a nombres de pueblos antiguos que hoy nos suenan completamente desconocidos. Sin embargo, entender quién es cada uno es clave para comprender correctamente la Biblia
A pesar de lo que cierta propaganda atea se empeña en afirmar, la Biblia sigue de plena actualidad en nuestros días. Basta con teclear «Biblia» en YouTube para comprobar que uno de los nichos de vídeo que más ha crecido en los últimos años –con decenas de miles cada año en varios idiomas– ha sido el de aquellos que emplean imágenes creadas por Inteligencia Artificial para ilustrar los pasajes más conocidos de la Sagrada Escritura.
Pero, paradójicamente, aunque los avances de la tecnología han actualizado el modo de «visualizar» historias como la de Noé o Moisés, el contexto en que transcurre la historia bíblica es cada vez más desconocido para el común de las personas… y de los fieles.
Quién es quién en la Biblia
Aunque casi todas las ediciones de la Biblia incorporan alguna explicación del contexto histórico, la mayoría se refiere al Nuevo Testamento: samaritanos, zelotes, escribas, fariseos… Los pueblos que se describen en el Antiguo Testamento, por el contrario, suelen pasarse por alto, aunque resulten cruciales para entender el sentido de pasajes tan relevantes como la destrucción de Sodoma y Gomorra, la lucha entre David y Goliat, o la matanza de los inocentes ordenada por Herodes.
Para poner luz en esa amalgama de nombres extraños que suelen aparecer en las primeras lecturas de la misa dominical, aquí va una breve lista de los pueblos más importantes citados en el Antiguo Testamento, para saber quién es quién en la Biblia.
• Arameos. Eran tribus de Mesopotamia que habitaron los territorios de Padán Arán (lo que hoy es el sur de Turquía, Siria y Líbano) desde finales del siglo XIII hasta el siglo VIII a.C. Se organizaban en ciudades-Estado como la gran Damasco. Y aunque nunca fueron un pueblo dominante ni en lo político ni en lo militar, su lengua se convirtió en el «inglés» de la época y fue el idioma común de Oriente Próximo. Fue, de hecho, la lengua natal de Jesús.
• Cananeos. Citados de forma constante en la Biblia, son los diversos pueblos que habitaban desde la Edad de Bronce en la tierra de Canaán, es decir, el territorio entre el Mediterráneo y el río Jordán al que llegó Israel en torno al siglo XII a. C. Toman su nombre de Canaán, hijo de Cam, que a su vez fue el hijo díscolo de Noé, cuya descendencia maldijo el gran patriarca por sus comportamientos disolutos –e incestuosos–. Uno de los pueblos cananeos más fuertes fueron los fenicios. De hecho, el término «cananeo» se usa como sinónimo de «comerciante» en varios libros de la Biblia, como el de Job. Dos de sus núcleos fuertes fueron las ciudades de Tiro y Sidón, símbolos de la mentalidad mundana. Pero lo peor es que sus ritos religiosos a Baal y Astarté ejercieron una fatal atracción para Israel, que abandonaba periódicamente el culto a Yahvé por estos ídolos, como en el pasaje del becerro de oro.
• Filisteos. Uno de los llamados «pueblos del mar», tribus nómadas muy belicosas que arribaban desde las islas del Mediterráneo e invadían las costas del Oriente. Una suerte de piratas antes de que existiera la piratería. Se asentaron en lo que hoy es Gaza y sus numerosas escaramuzas contra Israel hicieron inmortal al filisteo más famoso: el gigante Goliat, al que derrotó David siendo solo un muchacho. De ellos, llamados «P'lishtim», deriva el nombre de Palestina.
• Amonitas. El reino de Amón («primo hermano») estaba al otro lado del río Jordán y su capital era Rabat-Amón, actual Amán, capital de Jordania. Eran un pueblo disoluto y casquivano, y el Génesis sitúa su origen en el incesto de las hijas de Lot con su padre borracho. Esto explica las difíciles relaciones que mantuvieron con Israel, a pesar de compartir linaje, puesto que Lot era sobrino de Abrahán.
• Moabitas. Como dice el dicho de gallegos y asturianos, moabitas y amonitas eran «primos hermanos». El reino de Moab («salido del padre») se localizaba al sur del de Amón, y su origen e historia corren tan paralelos que se aliaron en numerosas ocasiones contra Israel y el culto a Yahvé.
• Edomitas. Vivían en Edón o Seir, al sur del Mar Muerto. Allí se había establecido un nieto de Abraham, Esaú, hermano de Jacob, tras perder la primogenitura y la bendición de su padre Isaac (que recibiría el nombre de Israel). Esto provocará un eterno conflicto entre ambos hermanos y sus pueblos: israelitas (Jacob) y edomitas (Esaú). Más tarde, esta región se llamó Idumea, cuna del rey Herodes el Grande, que despreciaba y odiaba tanto a los judíos como para ordenar la matanza de los inocentes cuando nació Jesús.
• Amalecitas. Descendientes de Esaú, poblaron el desierto del Negueb y formaban tribus nómadas, como se cita en el Génesis. Israel siempre los consideró enemigos, como a los edomitas.
Sirios, fenicios, romanos, griegos, egipcios… los pueblos que desfilan por la Sagrada Escritura son aún muy numerosos, aunque tal vez no tan desconocidos. Y eso que, como dice el Catecismo, para entender plenamente la Escritura y «descubrir la intención de los autores sagrados es preciso tener en cuenta las condiciones de su tiempo y de su cultura, los géneros literarios usados en aquella época, y las maneras de sentir, hablar y narrar en aquel tiempo».