Los cinco desconocidos frailes españoles que fueron martirizados por defender el matrimonio en Florida
El proceso diocesano para la beatificación de fray Pedro de Corpa y sus compañeros, los 'Mártires de Georgia', ha sido completado. En la actualidad, el padre Giovangiuseppe Califano, postulador de la causa, está ultimando el informe que será presentado a la Congregación para las Causas de los Santos
«Así pues, vuestra Santidad, vuestros sacerdotes están muertos… y yo sigo vivo. Pero en verdad soy yo quien ha muerto, y ellos son los que viven. Porque, como ocurre siempre, los espíritus de los muertos sobreviven en la memoria de los vivos». Esta es la última frase del cardenal Altamirano en la conocida película La misión, cuando el purpurado reconoce su error de haber mandado destruir las misiones jesuitas en las selvas tropicales de Sudamérica.
Aunque la historia que se cuenta en La misión sea ficticia, el largometraje refleja un hecho verdadero: el de tantos religiosos que dieron su vida por la evangelización en el Nuevo Mundo. El Estado de Georgia, Estados Unidos, es un testimonio profundo ello. A finales del siglo XVI, cinco franciscanos españoles pasaron a convertirse en mártires de la Iglesia por defender la santidad del matrimonio. Su valentía y dedicación siguen siendo una manifestación del compromiso por una causa mayor, inspirando a perseverar en la defensa de las convicciones de fe y a no temer «a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma» (Mt 10, 28).
Cinco hombres y un destino: América
A finales del siglo XVI, en la región de la actual Georgia, entonces parte de la Florida española, cinco franciscanos se ofrecieron como voluntarios para evangelizar a las comunidades nativas. Provenientes de diferentes regiones de España, estos frailes enfrentaron la ardua tarea de predicar entre los guale, una tribu que desconocía totalmente la doctrina de la Iglesia. Su misión estaba inspirada en el espíritu de san Francisco de Asís, quien muchos años antes había desafiado a sus seguidores a predicar entre los no creyentes, incluso si eso significaba arriesgar la vida.
Los primeros en llegar fueron Pedro de Corpa, nacido en un pueblo cerca de Madrid, y el extremeño Antonio de Badajoz, en 1587. Durante diez años, trabajaron en las misiones locales, con Pedro destinado en la misión de Tolomato, una comunidad importante, y Antonio asistiendo a otro fraile en la isla de Santa Catalina. Pronto, se unieron a ellos otros tres franciscanos: Blas Rodríguez, original del pueblo de Cuacos, cerca del monasterio de Yuste, Miguel de Añon, del que se desconoce su lugar de nacimiento, y el vasco Francisco de Veráscola.
Juntos, formaron el núcleo de la misión franciscana en esta región. Aprendieron y hablaban la lengua de los guale, viviendo en armonía con ellos. Los guale, por su parte, no solo abrazaron la fe católica, sino que también acogieron productos europeos como adornos de cristal, herramientas de metal y textiles. Los frailes residían entre los nativos sin necesidad de protección militar, lo que atestigua las excelentes relaciones que mantenían con la población indígena.
Dos siglos antes de que el mallorquín san Junípero Serra comenzara su labor en la costa oeste de los Estados Unidos, los franciscanos españoles ya estaban evangelizando el sudeste del país. Incluso antes de la llegada de los colonos ingleses y los Pilgrims, un grupo religioso inglés que decidió emigrar al Nuevo Mundo, los misioneros franciscanos y jesuitas habían establecido misiones en lo que hoy son Florida, Georgia y Carolina del Sur. Estos misioneros trabajaron con gran dedicación y lograron bautizar a numerosos pueblos indígenas.
La ciudad de San Agustín, establecida en la península de la Florida en 1565, sirvió como el centro de estas primeras misiones. San Agustín es la ciudad más antigua de los Estados Unidos y fue el lugar donde la fe católica comenzó a arraigar en lo que hoy es territorio estadounidense.
Eliminar a esos «frailes molestos»
Los frailes solían instruir a los candidatos al bautismo sobre la enseñanza de Cristo acerca de la unidad e indisolubilidad del matrimonio. En este contexto, un joven converso llamado Juanillo, quien aspiraba a convertirse en jefe de los guale, expresó su deseo de tomar una segunda esposa. Fray Pedro le aconsejó que desistiera de su intención, advirtiéndole que, si persistía, los frailes no apoyarían su aspiración de liderar. Descontento con el consejo, Juanillo se unió a un grupo de paganos guale.
El 14 de septiembre de 1597, mientras fray Pedro salía de su choza para celebrar la misa de la festividad de la Exaltación de la Santa Cruz, fue atacado y asesinado a golpes. Su cabeza fue decapitada y colocada en una estaca en el desembarcadero de la misión. Juanillo decidió así eliminar a todos los «frailes molestos», como él los denominaba, que obstaculizaban su deseo de tener múltiples esposas.
Blas fue asesinado dos días después, el 16 de septiembre, mientras que Miguel de Añon y Antonio de Bádajoz fueron capturados y asesinados al día siguiente. El último en morir fue Francisco de Veráscola, quien fue capturado mientras regresaba de un viaje a San Agustín sin saber nada de la rebelión.
Una carta al rey Felipe III
El proceso diocesano para la beatificación de fray Pedro de Corpa y sus compañeros, conocidos como los 'Mártires de Georgia', ha concluido, y actualmente el padre Giovangiuseppe Califano, postulador de la Causa, está finalizando el informe que se presentará a la Congregación para las Causas de los Santos.
En 1612, los frailes franciscanos informaron al rey Felipe III de España que estos mártires no perdieron la vida debido a disputas doctrinales, sino por su firme enseñanza sobre el matrimonio: «En los primeros tiempos pasamos por grandes penalidades y amenazas de muerte. En varias ocasiones intentaron matarnos, como en la provincia de Guale, donde mataron a cinco frailes y capturaron a otros. Aunque no los mataron por doctrina, es cierto que los mataron por la Ley de Dios que les enseñábamos y por nuestros preceptos morales».
La carta concluye afirmando: «Los mataron, en concreto, porque no consentimos que ningún cristiano casado tuviera más de una esposa. Por esa misma razón, y no por otra, fue decapitado Juan el Bautista, pues había reprendido a Herodes por la misma razón». Aunque la canonización de los mártires aún no ha sido proclamada oficialmente, su martirio sigue siendo reconocido como un acto de fe heroica y un potente recordatorio de lo que significa defender el Evangelio hasta las últimas consecuencias.
La oración de los mártires
Por sus méritos e intercesión, concédeme el favor que humildemente te pido, para que así su heroico sacrificio pueda ser oficialmente reconocido por la Iglesia para la gloria de Tu Santo Nombre. Amén.