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Tres de los magníficos tapices que cuelgan de las paredes de la iglesia de Oncala

Tres de los magníficos tapices que cuelgan de las paredes de la iglesia de Oncala

Son flamencos del siglo XVII

Oncala, el diminuto pueblo soriano que atesora diez colosales tapices de Rubens

El municipio, de apenas 60 habitantes, custodia en su iglesia las obras de arte que solo se encontrarían en los mejores museos del mundo

Cuando a uno le preguntan qué pueblo conocido queda cerca de Oncala —con el fin de ubicarlo en el mapa— no sabe qué responder. Para los profanos en la provincia de Soria, ninguno de los municipios que se encuentran en los alrededores les resultará familiar. «Está en Soria, hacia el noreste», es la referencia más aproximada que podrán aportar.

Viajar a la comarca de las Tierras Altas es adentrarse en la España más abandonada. Se trata de 16 municipios —más infinidad de pedanías y despoblados— situados a una media de 1.250 metros de altitud en los que viven solo 1.384 personas. Eso supone apenas dos habitantes por kilómetro cuadrado. En Siberia, por ejemplo, son tres.

EL tapiz que representa el triunfo de la Eucaristía

El paño que representa el triunfo de la Eucaristía

En Oncala conviven 62 habitantes que custodian un extraordinario tesoro equiparable solo a otras obras de arte que uno encontraría en el Museo del Prado, en el Palacio Real de Madrid, en la Seo de Zaragoza, en el palacio de la Granja de San Ildefonso, en la catedral de Zamora o en el palacio de la Almudaina en Palma de Mallorca, por citar solo algunas de las mejores colecciones de paños de España. Se trata de diez monumentales tapices encargados por la infanta Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II y gobernadora de los Países Bajos, a Rubens en 1625 para un conjunto destinado al convento de las Descalzas Reales de Madrid que se componía en su origen de dieciocho paños.

La iglesia parroquial de San Millán, en Oncala, es un sobrio templo en su exterior que no hace presagiar la explosión de plasticidad y colorido que alberga su interior. Los diez gigantescos tapices cuelgan cuidadosamente de unas sólidas estructuras de madera y recubren totalmente las paredes del templo. Pero, ¿Qué hacen estas obras del arte universal en un pequeño pueblo soriano de apenas 60 vecinos?

Las paredes del interior de la iglesia están recubiertas con los tapices de Rubens

Las paredes del interior de la iglesia están recubiertas con los tapices de Rubens

Para responder a esta pregunta hay que citar a Juan Francisco Jiménez del Río, un personaje que nació en Oncala en 1736 y falleció en Valencia en 1800. Jiménez del Río llegó a ser obispo de Segovia y arzobispo de Valencia, y de él partió la idea de donar los magníficos tapices del siglo XVII a la iglesia del pueblo que le vio nacer, y en ella permanecen custodiados desde entonces. Ni la invasión napoleónica ni la Guerra Civil hicieron estragos en ellos.

El mayor tesoro artístico de la comarca

«Es, sin duda, el mayor tesoro artístico de toda la comarca», asegura el portal del ayuntamiento de Oncala. Y no le falta razón. Los tapices llevan la marca inconfundible de Bruselas Brabante (entre dos BB), y la del tejedor Frans Van den Hecke (FVH), tapicero de Bruselas, decano del gremio de tejedores y tapicero de la Corte, que se basó en los cartones de Rubens para su confección. En la urdimbre de los tapices se empleó lana hilada y seda y lana para las tramas. «Se utilizaron tramas de calidad fina, empleándose de 75 a 80 hilos por decímetro lineal», explica el portal.

El

El tapiz de la serie galante

La colección del museo de Tapices de Oncala está dividida en tres grupos:

  • De premoniciones y profecías eucarísticas que engloba los titulados Abraham ofrece el diezmo a Melquisedec, La recogida del Maná, El sacrificio de la Ley Mosaica y Elías y el Ángel.
  • De la apoteosis de la Eucaristía, que engloba los titulados El triunfo del Amor Divino, El triunfo de la Eucaristía sobre la idolatría y El triunfo de la Iglesia.
  • Dos tapices de la serie galante: Pareja con músico y serie galante. Se desconoce quién los tejió en Bruselas, en el siglo XVII, con lana y seda.
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