Académicos valoran el legado de los «Doce apóstoles de México» como ejemplo de la mejor herencia de España
A lo largo del congreso se ha destacado la labor de las misiones franciscanas como centros de evangelización y puntos de encuentro entre los europeos y las comunidades indígenas mesoamericanas
Fueron doce frailes franciscanos los que decidieron viajar en 1524 a México, desde el municipio extremeño de Belvís de Monroy, con el objetivo de evangelizar a la población nativa. Conocidos como los «doce apóstoles de México», la labor de este grupo de misioneros españoles ha sido reconocida en un congreso científico y académico como prototipo de lo mejor de la herencia de España en América.
Más de 350 académicos, expertos y especialistas de España, Italia y México se han dado cita en este congreso, organizado por la Fundación Academia Europea e Iberoamericana de Yuste y la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, celebrado en las localidades cacereñas de Guadalupe, Cáceres y Belvís de Monroy, para destacar el papel de los religiosos como mediadores culturales.
«Descalzos y enarbolando la bandera de la pobreza». Así partieron del convento de San Francisco del Berrocal en Belvís de Monroy para evangelizar en Nueva España «con una mirada serena y con libertad de pensamiento, entendiendo la historia como un proceso de avance y de progreso», según ha destacado la organización en un comunicado de prensa.
A lo largo del congreso se ha destacado la labor de las misiones franciscanas como centros de evangelización y puntos de encuentro entre los europeos y las comunidades indígenas mesoamericanas. También se ha puesto de manifiesto el interés de los franciscanos por los asuntos políticos y sociales del virreinato novohispano a través del análisis de la correspondencia entre la Corona española y «los Doce», detalla el comunicado.
Además, se ha hecho referencia a la preferencia de Hernán Cortés por la orden franciscana para comprender la sociedad en el territorio mexicano, destacando también la proyección humanizadora de los monjes al conseguir un mayor acercamiento, protección e integración de las poblaciones indígenas sometidas a abusos y extorsiones por parte de los gobernantes.
El congreso ha servido para actualizar las últimas investigaciones sobre la importancia del 'franciscanismo' en Extremadura durante la segunda mitad del siglo XVI, ya que muchos de los primeros franciscanos en México eran extremeños que trasladaron a América sus características fundamentales.
Un libro recogerá todas las ponencias y comunicaciones de este congreso con las que se ha destacado el valor humanístico, social, político, cultural y religioso de los doce franciscanos.
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En el acto de clausura este sábado, el alcalde de Belvís, Fernando Sánchez, ha reivindicado que el convento se convierta en un espacio vivo que acoja actividades que sirvan para unir las dos orillas del Atlántico.
Para el director de la Fundación Yuste, Juan Carlos Moreno, la celebración de este congreso ha contribuido a hacer público el papel desempeñado por España en América «con sus errores y tropelías, pero también con sus aciertos entre los que se encuentra ser portadores del mensaje evangélico». En este sentido, ha aludido a «la labor de los franciscanos como protectores de los pueblos nativos y de sus derechos frente a los abusos de los gobernantes».
La directora de la Real Academia de las Letras y las Ciencias, María del Mar Lozano, por su parte, ha manifestado su satisfacción por el extraordinario seguimiento de las jornadas y por los contenidos expuestos que serán recogidos en un libro que se publicará próximamente.
El secretario general de Cultura de la Junta de Extremadura, Francisco José Palomino, ha agradecido a las instituciones organizadoras la celebración de este congreso y ha afirmado que el convento seguirá vivo.
Durante las jornadas se han recordado a las distintas personas que en 1986 sacaron del anonimato en Extremadura a los doce frailes franciscanos que salieron del convento de Belvís de Monroy, como fue el caso del primer arzobispo de Extremadura, Antonio Montero, y el promotor de la reforma del convento, el expresidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, entre otras personas.