
Monseñor Philippe Jourdan, el primer obispo de Tallin de la historia
El «milagro» estonio: de 10 a 10.000 católicos en apenas 50 años
En septiembre de 2024, el Papa Francisco creó la primera diócesis del país báltico porque «la comunidad católica no deja de crecer»
Muchos no sabrían quizás situar Estonia en el mapa, un pequeño país del tamaño de Aragón ubicado en el norte de Europa, que limita con el mar Báltico y el golfo de Finlandia y está conformado por más de 1.500 islas, además de su superficie continental. Allí, la Iglesia católica es aún más pequeña: «En 1970 éramos menos de una decena y ahora somos entre 7.000 y 10.000», ha explicado a Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés) monseñor Philippe Jourdan, administrador apostólico desde 2005 y, ahora, obispo de Tallin.
Pero la historia de la Iglesia en esta república báltica ha estado jalonada de «décadas de sufrimiento, ocupación y opresión», como reconoció el Papa Francisco cuando creó la primera diócesis del país el año pasado. «Este admirable legado de fe y caridad alentará a la actual generación de sacerdotes, religiosos y fieles laicos», auguró el pontífice.
Luteranos y soviéticos
¿Qué ha ocurrido con los católicos en esas latitudes? «La Iglesia católica desapareció de Estonia en el siglo XVI, coincidiendo con la reforma luterana. Durante dos siglos y medio estuvo prohibida y no resurgió hasta principios del siglo XIX. Pero, después, el país sufrió 50 años de dominio soviético. Por lo tanto, Estonia tiene una historia única como bisagra entre dos mundos que rechazaban el catolicismo», señala monseñor Jourdan, que llegó de Francia en 1996, ha adquirido la ciudadanía estonia y que, además del francés y el estonio, habla ruso, inglés, español, italiano y alemán.
Pese a ello, «la comunidad católica no deja de crecer», asegura el obispo de Tallin. «En 1970 éramos menos de una decena y ahora somos entre 7.000 y 10.000», detalla. «Siempre hemos tenido solicitudes de bautizos pero, desde hace dos o tres años, los catecúmenos son cada vez más jóvenes. No cabe duda de que, desde el Covid y la guerra de Ucrania, los jóvenes de hoy se plantean más preguntas existenciales y algunos también se han dado cuenta de que el ideal postsoviético, que es muy consumista (algo comprensible tras un periodo de gran pobreza), no les llena plenamente», subraya el prelado.Todo esto ocurre en un país que «sigue siendo de los más secularizados de Europa: alrededor de un 25% de la población es creyente y el resto se declara no creyente, aunque, en realidad, mucha gente cree sin saber realmente en qué cree». «Curiosamente, mientras que en el resto de Europa la secularización avanza cada vez más, estos porcentajes se han mantenido bastante estables aquí en los últimos 25 años», observa monseñor Jourdan.
Solo 15 sacerdotes
La historia del catolicismo es Estonia es breve: «Hace cien años, en 1924, el papa Pío XI creó una administración apostólica. Se trataba de una situación temporal, hasta que la Iglesia creciera y se estructurara. Obviamente, los 50 años de régimen soviético frenaron este crecimiento, pero ahora por fin podemos dotar a la Iglesia en este país de una estructura oficial». «En la actualidad, contamos con una diócesis con diez provincias (8 de rito latino y 2 de rito oriental) y con 15 sacerdotes de distintas nacionalidades», desgrana el obispo.

«Somos una familia pequeñita»
Finlandia tiene un único obispo para 20.000 católicos: es médico, español y del Athletic
Con los soviéticos desaparecidos, los luteranos han abandonado las antiguas rivalidades. La noticia de la creación de una diócesis católica la recibieron «con gran alegría», según monseñor Jourdan. «El ecumenismo ha avanzado mucho en los últimos años, pues católicos y protestantes han logrado superar siglos de división. Además, compartimos las mismas preocupaciones sobre las cuestiones sociales, la guerra en Ucrania…», concluye. Y vislumbra un futuro lúcido: «A veces nos sentimos un poco impotentes, pero el Señor no nos deja solos: la Providencia Divina siempre nos ha acompañado. Por tanto, debemos proseguir con nuestra misión, sin descanso, para fomentar las vocaciones y ser portadores de esperanza para todos los que nos rodean».