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El motivo por el que la Semana Santa cambia de fecha todos los años
La Pascua cristiana nace de la Pascua judía, pero contiene una serie de elementos esencialmente nuevos que exigen una manera distinta de calcular el calendario y de observar las estaciones del año, la Luna y el Sol
¿Cuándo cae este año la Semana Santa? Casi todo el mundo es consciente de que la Semana Santa —y con ella, la Cuaresma, Miércoles de Ceniza, Pascua…— no tiene una fecha concreta y fija en el calendario, al contrario que la Navidad o que la Inmaculada. Pero pocas personas son conscientes de qué aspectos determinan esta fecha cada año.
Empecemos teniendo en consideración que el día en torno al que gira la Semana Santa es, a efectos de establecer cuándo se celebra, el Domingo de Resurrección. Hasta que el Concilio de Nicea (325) procuró dar uniformidad a la fecha de la Pascua cristiana, bastantes comunidades orientales mantenían la mirada puesta en el calendario que seguían los judíos. Porque, a fin de cuentas, la muerte de Jesús se produjo en la víspera de la Pascua judía. Sin embargo, la Pascua judía se determina en función de un calendario con protagonismo lunar, sin importar el día de la semana. Pero, para los cristianos, el domingo tiene una relevancia de primer grado. En consecuencia, se necesita que la Pascua cristiana quede anclada en el domingo, es decir, dos días tras el entierro —o tres días, si, como los antiguos, optamos por una cuenta inclusiva—, que fue un viernes. Aquí radica la cuestión.

La noche del Jueves, cuando Cristo fue apresado
El Viernes Santo se conmemora la muerte de Cristo, la cual sitúa el momento histórico en que opera con mayor nitidez la Redención de Cristo. Como algunos teólogos señalan, la entera vida humana de Cristo es redentora, si bien su Pasión y Muerte constituyen el culmen de su tarea de remisión. Los evangelios sinópticos —Mateo, Marcos, Lucas— y el de Juan parece que contienen algunas discrepancias que los exegetas procuran resolver; en todo caso, se asume que la muerte de Jesús en la cruz se produjo el 14 de Nisán (calendario hebreo) del año 30, con enorme posibilidad, que fue un viernes de comienzos de abril. Se entiende que Jesús nace en torno al 6 o bien 4 a.C. (año 748 o 750 de la fundación de Roma), y que, a tenor de la confluencia de personajes como Pilatos y Caifás, su crucifixión debió de llevarse a cabo el 783 de la fundación de Roma. La explicación de por qué Jesús no nació el año 1 se achaca a un error que cometió Dionisio el Exiguo (s. VI), cuyo cálculo sobre el inicio de la Era cristiana fue admitiéndose a lo largo de la Edad Media como correcto.
Por tanto, los cristianos tenían dos opciones: o bien hacer coincidir la Solemnidad de la Resurrección con el día 16 de Nisán (dos días después del 14), o celebrarla ineluctablemente en domingo. En el primer caso, la fiesta cristiana siempre dependería del calendario litúrgico judío, y se perdería el sentido profundo de lo que implica el domingo. Los judíos celebran su Pascua con la primera Luna llena de su año religioso, en el mes de Nisán. Dura siete días —toda la fase lunar—, y el pan que comen es ázimo, sin levadura —por eso la eucaristía es pan sin fermentar. El calendario hebreo, de naturaleza lunisolar, no coincide con el calendario solar romano, que adquiere su forma casi definitiva con Julio César, y que fue corregido en 1582 por el papa Gregorio XIII —entre otros aspectos, aquella reforma implicó que el día siguiente al 4 de octubre de 1582 fuese el 15 de octubre. Eso explica la divergencia que a veces existe entre ambos calendarios y sendas Pascuas, como sucedió en 2024.Según relata el libro del Éxodo, Dios decidió liberar a los judíos de la opresión en Egipto precisamente al comienzo del año, porque estableció que el primer mes fuera ese, y que el día catorce se sacrificara el cordero que comerían al caer la noche, es decir, ya día quince, pues los días hebreos comienzan con el ocaso, no con la aurora. Y los meses judíos comienzan con Luna nueva, de manera que la Luna llena se ve a mitad de mes. En la primera Pascua —«el Paso del Señor»—, que fue la Pascua de Moisés —la que, desde entonces, conmemoran cada año los judíos—, la sangre del cordero identificaba las jambas y dinteles de las casas de los hebreos, a fin de que la muerte pasase de largo y no dañase a nadie del hogar. Desde el punto de vista cristiano, se trata de una prefiguración de Cristo, el Cordero de Dios cuya sangre libera a los hombres de la esclavitud del pecado y de la muerte.

Jesús se encuentra con su madre camino del Gólgota
Una liberación que se produce en una noche de comienzos de año, con la primera Luna llena, es decir, una noche que ya no es obscuridad, que es luminosa, una noche en que la luz del Sol reflejada en la Luna permite ver y emprender la huida de la esclavitud. Una fuga rápida que exige una cena acelerada, de ahí que el pan se hornee sin fermentar. Es una noche de luz que da inicio a una nueva era. Según el cristianismo, la era de la Nueva Alianza. Por eso, el Viernes Santo y Domingo de Resurrección siempre coinciden con la primera Luna llena de primavera —y la primavera arranca con el equinoccio, el día de igual duración que su noche y a partir del cual las noches menguan; suele suceder el 21 de marzo. Este detalle del 21 de marzo tiene su peso, pues los ortodoxos, al no aceptar la reforma del calendario de Gregorio XIII, se fijan únicamente en la primera Luna llena tras el 3 de abril (4 de abril a partir del año 2100). Y evitan coincidir con la Pascua judía.
A esto se añade otra consideración: el Domingo no es sólo el día de la Resurrección, de la victoria sobre la muerte, sino el «octavo día»; es decir, el día después del último día de la semana, que era sábado. Dicho de otro modo; el Domingo es el nuevo primer día de la Creación. Es la nueva Creación de Dios, la Creación de la nueva humanidad, la humanidad redimida. «Mira, todo lo hago nuevo», pone san Juan en labios del Señor en el Apocalipsis, y esta misma frase la pronuncia Jesús ante su Madre en la versión que Mel Gibson rodó sobre la Pasión.