Entrevista a Álex Rosal
«Creo, como Benedicto XVI, que la cristiandad ha muerto y que sólo quedan pequeñas comunidades»
Media vida dando a conocer la experiencia de fe a través de los libros religiosos y de internet hacen de Álex Rosal un agudo analista de la Iglesia y del cristianismo
Responsable de aquella primera colección de libros espirituales llamada Planeta Testimonio, editor de infinidad de relatos de conversión y ejemplos de fe en Libros Libres, Álex Rosal es un profundo conocedor de la Iglesia y de la experiencia de fe que ella anuncia, como él mismo ha anunciado con su propia experiencia en la redacción de El Debate.
–¿Qué le movió a lanzarse a editar libros de testimonio y la web Religión en Libertad?
–Empecé a publicar libros religiosos hace como 30 años, y empecé en Planeta con una colección Planeta Testimonio; la creé gracias también a que en Planeta creyeron en la idea, porque en ese momento no había muchos libros en el mercado pensados para llegar al gran público religioso. Estaban como encerrados únicamente en librerías religiosas. Y entonces mi idea era buscar un tipo de libro religioso de gran difusión que pudiera saltar de alguna manera el ámbito de librerías religiosas. Fueron 200 libros de autores muy diversos: de Madre Teresa, de Juan Pablo II, de Vittorio Messori, del cardenal Amigo, el padre Loring... Muchos autores tuvieran una capacidad de conectar con un público no habitual de compra de libros religioso.
–El portal Religión en Libertad tiene una clara vocación testimonial; al igual que la editorial está llena de testimonios de conversión. ¿Por qué?
–De alguna manera está en la línea de lo que decía Juan Pablo II: más que maestros, necesitamos testigos o testimonios, y hemos comprobado que la gente es más receptiva a ver cómo el poder de Dios actúa en el mundo; es decir, que el portal es sobre todo de evangelización; que queremos ser notarios de cómo Dios actúa, de cómo Dios está vivo, que no es una reliquia del pasado, que es una persona que realmente está actuando.
–Y, ¿ cómo actúa?
–Pues con milagros, con conversiones, con curaciones, moviendo de alguna manera el corazón de la gente, y entonces nosotros nos hemos especializado en contar todo eso: que Dios puede salvar nuestra vida.
–En cuanto al sector editorial del libro católico, ¿goza de buena salud?
–Bueno, el libro en general está en crisis. Ha perdido aproximadamente un 50 % de sus ventas. Posiblemente, la parte religiosa es lo más sano, lo que mejor se mantiene, porque es verdad que hay una necesidad permanente de alimentarse espiritualmente a través de la lectura de una serie de libros, y eso hace que siga teniendo todavía una vitalidad.
–En este sentido, ¿qué demanda el lector?
–Creo que lo que la gente demanda es que podamos dar una fórmula de profundidad, pero a la vez expresada de una forma simple. En ese sentido, la Madre Teresa de Calcuta era una experta de cómo las historias que ella contaba, lo hacía de una manera que llegaba al gran público. Pero a la vez esas argumentaciones o esas historias tenían una profundidad espiritual muy grande. La gente busca un impacto, un golpe, algo que te pueda hacer despertar, algo que te pueda ayudar en tu propia vida, pero que no sea una teología elevada, que no sea algo muy académico.
Dentro de la comunidad cristiana no hemos sabido expresar suficientemente cuál es el kerigma y el anuncio
–Después de media vida informando sobre religión y la vida de la Iglesia, ¿de qué adolece el anuncio de la fe entre los cristianos y desde la Iglesia?
–Ahora mismo estamos viviendo una apostasía silenciosa, sobre todo en Alemania o en Centroeuropa, pero también aquí en España. Y me da la sensación que se producen como varios fenómenos que ayudan a comprender esa secularización. Uno es que, quizás, con buena voluntad durante muchas décadas, hemos predicado la moral sin haber anunciado a Cristo previamente; nos han enseñado que para vivir se necesita una serie de normas morales, pero no nos han presentado una experiencia de Cristo, y eso acaba provocando rechazo. Porque si no tienes una experiencia personal con Cristo, difícilmente puedes asumir la cuestión moral. Por otra, quizás el rostro de Pelagio está muy presente también en muchos ámbitos de la Iglesia. ¿Eso qué quiere decir? Que los creyentes queremos procurar la salvación desde nosotros mismos, sin pedir que Dios sea el que nos salve. Al final, si no tenemos esa relación de confianza con Dios, esa relación de fe en que Dios puede salvar nuestras limitaciones y nuestra fragilidad, pues, realmente, también ahí tiras la toalla. Yo creo que hay muchos pequeños factores que pueden explicar que la gente se vaya apartando de la iglesia, pero no tanto, quizás por unas cuestiones de ataques a la propia iglesia, sino porque dentro de la comunidad cristiana no hemos sabido expresar suficientemente cuál es el kerigma y el anuncio.
Yo creo que la cristiandad ha muerto. Y por lo tanto, lo que queda de cristianismo, quizás es mucho más sano y mucho más profundo y certero
–Volviendo a los testimonios, ¿hay más cristianismo o menos cristianismo en la vida pública?
–Yo creo que la cristiandad ha muerto. Y por lo tanto lo que queda de cristianismo es mucho más sano, más profundo y más certero. La Iglesia, como decía Ratzinger, que profetizó que esa cristiandad iba a morir y que en la Iglesia iba a quedar ya en el siglo XXI como una serie de pequeñas comunidades cristianas, que es lo que está pasando ahora mismo; que la gran población, aunque sea creyente, no participa en lo que es la comunidad cristiana. Pero sí que es verdad que hay muchas comunidades muy vivas, que están de alguna manera renovando el anuncio, renovando la forma de vivir el cristianismo. Y quizás eso sea el futuro de la Iglesia. Lo que decía Benedicto XVI: que al final la Iglesia va a revivir gracias a esas minorías creativas que van a hacer un poco de palanca para que se reaviven los rescoldos que todavía no se han apagado.
En este sentido va a ayudar mucho el proceso del Sínodo de los Obispos. Devolver un poco la esencia de contar con esas pequeñas comunidades, y de llevar todo eso a lo que es, como el gobierno de la Iglesia, no al Vaticano.
Es importante que la Iglesia escuche lo que quieren proponer los laicos, y es importante estar en ese clima de escucha permanente; y complementarlo también con un momento de escucha sobre lo que Dios quiere en este momento determinado de los cristianos y de la Iglesia; intentar conectar con el Espíritu Santo para ver qué nos quiere decir, cómo debe ser la nueva Iglesia para que sea verdaderamente evangélica.
Que haya medios todavía hoy como El Debate, que se propongan y interpelen a sus lectores es realmente admirable, y os felicito por ello
–Y en los medios de comunicación. ¿Cómo es esa presencia cristiana?
–La presencia del cristianismo en los medios es un poco residual. No hay una demanda, salvo noticias muy puntuales. Es verdad que salvo El Debate o algunos pocos más, no hay atención por las cuestiones propiamente religiosas. Es verdad que en estos medios nuevos como El Debate y otros más que están naciendo, demuestra que hay un interés por lo que es el cristianismo o por lo que son las preguntas profundas, eternas que todos nos hacemos sobre la vida, sobre la muerte. Que haya medios que todavía hoy, como El Debate, que se propongan y interpelen a sus lectores es realmente admirable, y os felicito por ello.
Desde mi humanidad, yo noto y tengo la necesidad de pedirle a Dios todos los días que sea Él el que me mande su gracia, para que en mi debilidad Él se haga presente
–Para terminar, me gustaría preguntarle dónde encuentra la fuerza para mantenerse firme en un mundo que desconoce a Cristo.
–Bueno, yo doy gracias a Dios porque ha iluminado mi fragilidad y mi pecado hoy, y me doy cuenta de mis limitaciones. Me doy cuenta de que yo mismo no puedo funcionar en la vida cuidando a mi familia, mi mujer o mis hijos, o siendo honrado en mi trabajo o siendo justo con la gente. Desde mi humanidad, yo, o por lo menos en mi caso, yo, noto y tengo la necesidad de pedirle a Dios todos los días que sea Él el que me mande su gracia, para que en mi debilidad Él se haga presente y de alguna manera con su gracia me lleve. Entonces ahí es donde realmente yo puedo encontrar esa fuerza que no es una fuerza mía, sino que justamente en esa debilidad mía Yo estoy reclamando continuamente que Dios me mande esa gracia y que por lo tanto en ese sentido pueda funcionar muy bien.