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Javier Obregón Isabel Tocino Alfredo Alonso y Ángeles Osorio

Javier Obregón Isabel Tocino Alfredo Alonso y Ángeles Osorio en la charla 'El legado de Ángel Herrera Oria'

La ACdP reivindica en Santander el legado más importante de Herrera Oria

El obispo de Santander, Manuel Sánchez, destacó en el arranque del segundo curso de verano de la ACdP, la importancia de «señalar más» la figura del cardenal propagandista

Bajo el título El legado de Ángel Herrera Oria, la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) celebra estos días en Santander su segundo curso de verano, dedicado a las obras e influencia del periodista y sacerdote, que fue primer presidente de la entidad. Durante la inauguración del curso, el obispo de Santander, Manuel Sánchez, reivindicó la figura de Herrera Oria, que ejerció como sacerdote en su ciudad natal entre 1941 y 1947. «Intentamos por todos los medios que su huella, lejos de borrarse, cada vez se señale más», destacó el prelado.

También intervino Pablo Sánchez Garrido, director del Centro de Documentación, Investigación y Formación de la ACdP, quien destacó dos facetas cruciales de la figura de Herrera Oria, la de fundador y la de maestro. «Sus obras más importantes -reflexionó- no fueron las grandes fundaciones que impulsó, sino los hombres que formó; para él la persona no era la guinda del pastel, sino el alma» de los proyectos.

El CEU, «disidencia controlada»

La primera mesa redonda del curso estuvo protagonizada por los representantes de algunas obras puestas en marcha por Herrera Oria. Javier Tello, director general de la Fundación Universitaria San Pablo CEU, abordó los desafíos que enfrentan los 25 centros educativos que integran la formación. Entre ellos, señaló, está el «entorno ideológico», frente al que propone una «disidencia controlada, trabajando de forma sutil para que el adoctrinamiento tenga el menor impacto posible al aterrizar en nuestros colegios».

La Fundación Victoria sirve hoy a 8.000 alumnos en Málaga y emplea a 850 docentes

Tello también planteó desafíos como la crisis demográfica -«la falta de alumnos nos penalizará mucho dentro de cinco o seis años», señaló-, la digitalización o el auge de la competencia. Destacó la importancia de pensar en la internacionalización, celebró que 38.000 alumnos se forman en centros CEU y defendió que la fundación tiene hoy «muchísimo potencial, muchísima ambición y un compromiso inquebrantable con la misión de transformar la sociedad a través de la educación, inspirados por el humanismo cristiano y adoptando el pragmatismo de Herrera Oria».

De la Pablo VI a la Málaga rural

El director general de la Fundación Pablo VI, Jesús Avezuela, resumió la actividad de esta entidad, la última fundada por Herrera Oria antes de morir. Avezuela dijo que la fundación mantiene hoy los tres pilares que la impulsaron siempre: el ámbito residencial –con especial interés en acoger a opositores y estudiantes de posgraduado–, el académico –con el Instituto Social León XIII, hoy integrado en la Universidad Pontificia de Salamanca– y el de think tank, conformado por la Doctrina Social de la Iglesia.

Uno de los talentos de don Ángel era forjar almas, cincelar personas

Por su parte, Ángeles Jiménez, directora de Recursos Humanos de la Fundación Victoria, recordó el gran proyecto de Herrera Oria como obispo de Málaga, la creación de más de 200 escuelas–capilla para educar y evangelizar a los más pobres. «¡Qué visión tuvo don Ángel», celebró, y detalló que la Fundación Victoria –heredera de aquellas– sirve hoy a 8.000 alumnos en Málaga, y emplea a 850 docentes!

Por último, el catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid Francisco González de Posada trazó un recorrido por la historia de la llamada Universidad Católica de Verano de Santander, que se planteó como una alternativa cristiana a los cursos de verano impulsados por el gobierno de la segunda República. El ponente pidió a los presentes estudiar más el tema, del que dijo que no hay nada publicado en profundidad.

Los discípulos

La segunda mesa redonda de la jornada estuvo dedicada al recuerdo de tres discípulos del Círculo de Estudios que organizó Herrera Oria cuando llegó a Santander en 1941. Eran encuentros de formación, para formar jóvenes líderes, y con sus participantes llevó a cabo proyectos como la reforma del barrio pesquero, los cursos de verano o la escuela de aprendices. «Uno de los talentos de don Ángel era forjar almas, cincelar personas», destacó el secretario del Centro de Santander de la ACdP, Alfredo Alonso.

Mi padre era un hombre profundamente religioso, pero siempre fue crítico con el nacionalcatolicismoJavier Obregón

En primer lugar, la directora ejecutiva de la Fundación Chile-España, Ángeles Osorio, recordó la impronta del sacerdote en su padre, el político Alfonso Osorio. «Mi padre vivió siempre para servir, para ayudar a los más necesitados; los valores cristianos eran fundamentales para él», explicó, e insistió en que le influyó mucho en su perspectiva social haber conocido a Herrera Oria y a Julián Gómez del Castillo, que fue alumno de la escuela del barrio de pescadores.

La empresaria y ex ministra de Medio Ambiente Isabel Tocino se emocionó al hablar de su padre, José Tocino, un hombre -dijo- «muy discreto, que no hablaba de austeridad, sino que la vivía». Conoció a Herrera Oria cuando tenía unos 16 años, y pronto comenzó a viajar a los pueblos de Cantabria a predicar.

En uno de aquellos trenes conoció a la que sería su mujer, con quien tuvo siete hijos, relató Isabel Tocino. La también ex diputada destacó la labor de Herrera Oria como gestor del talento, y celebró el testimonio vital que imprimió en su padre: «Cuando uno lo lleva realmente dentro, se escribe menos y se actúa más; don Ángel era pura acción».

El profesor de Geografía e Historia Javier Obregón también recordó el impacto que tuvo la llegada de Herrera Oria en su padre, el miembro fundador del Partido Regionalista de Cantabria y ex presidente del parlamento cántabro Eduardo Obregón. «Mi padre era un hombre profundamente religioso, pero siempre fue crítico con el nacionalcatolicismo», describió, y señaló que Herrera Oria «vio en él un propulsor de un catolicismo más progresista de lo que podía asumir entonces buena parte de la jerarquía eclesiástica».

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