En la homilía, el arzobispo castrense les invitó «a ser asiduos en la escucha diaria de la Palabra de Dios; a compartir con sus compañeros la alegría de la fe y a confiar en el Espíritu Santo, porque Él es el Paráclito ('el que está a tu lado' para consolarte, guiarte, enseñarte, defenderte)». Les encomendó a los catecúmenos y confirmandos a «abrir sus corazones a la 'gran Verdad': ¡Dios te ama, tal y como eres!».