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Santa Margarita María de Alacoque fue el alma escogida para propagar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús

Las 12 impactantes promesas que el Sagrado Corazón reveló a una humilde monja y cambiaron vidas

El 17 de octubre de 1690 falleció en Francia Margarita María Alacoque, quien tuvo visiones del Corazón de Cristo que contrarrestaron la influencia de la herejía jansenista en Europa

En pleno reinado de Luis XIV, cuando Francia vivía intensos debates religiosos, Margarita María de Alacoque, una humilde monja en un convento de Paray-le-Monial, cambiaría la historia de la espiritualidad cristiana. A través de sus visiones del Sagrado Corazón de Jesús, Margarita se convirtió en el rostro de la devoción que buscaba sanar las consecuencias del jansenismo, una herejía que presentaba a Dios como distante e impasible ante los sufrimientos humanos. Además, se enfatizaba la corrupción inherente del ser humano, y la necesidad absoluta de la gracia divina, que solo salva a aquellos predestinados desde su nacimiento.

Margarita nació el 22 de julio de 1647 en Lauthecourt y, tras una infancia marcada por la enfermedad y su devoción a la Virgen, decidió, a los 22 años, ingresar al convento de las salesas en Paray-le-Monial. Aunque disfrutó de una juventud alegre y sociable, su vida tomó un giro radical tras sentir el llamado de Dios en la Eucaristía, un evento que la llevó a abrazar la vida religiosa.

En el convento, Margarita experimentó varias visiones místicas. En una de las más significativas, ocurrida en 1675, Jesús le reveló su Corazón ardiente de amor por la humanidad, desgarrado por las ingratitudes y sacrilegios, incluso por aquellos consagrados a Él. Le pidió que promoviera una fiesta dedicada a su Sagrado Corazón, con la promesa de derramar bendiciones sobre quienes honraran este culto. Margarita, a pesar de ser una monja aparentemente tímida y poco destacada, comenzó a propagar con valentía esta devoción, enfrentándose a incomprensiones e incluso a la burla de su comunidad y autoridades eclesiásticas.

Primera revelación del Sagrado Corazón a Margarita María Alacoque

«Mi Divino Corazón, está tan apasionado de Amor a los hombres, en particular hacia ti, que, no pudiendo contener en él las llamas de su ardiente caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti y se manifieste a ellos para enriquecerlos con los preciosos dones que te estoy descubriendo los cuales contienen las gracias santificantes y saludables necesarias para separarles del abismo de perdición. Te he elegido como un abismo de indignidad y de ignorancia, a fin de que sea todo obra mía»

Claudio de la Colombière, el jesuita que la creyó

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús que Margarita María de Alacoque promovía no se basaba en simples sentimentalismos o emociones pasajeras. Para ella, amar a Cristo implicaba unirse a su sufrimiento durante la Pasión, expiando y reparando las ofensas cometidas a lo largo de los siglos. Este amor no era teórico, sino una búsqueda constante de purificación personal y cercanía a la Eucaristía.

Margarita veía en la comunión y la oración formas de acompañar a Jesús en su soledad y dolor por los pecados de la humanidad. Su mensaje, sencillo y accesible para todos, se centró en prácticas de fe sólidas: santa misa, comunión frecuente, oración, y la adoración en horas santas, como medios para glorificar a Dios y contrarrestar el mal en el mundo.

Gracias al apoyo del jesuita san Claudio de la Colombière, quien creyó en la autenticidad de sus visiones, Margarita encontró la fuerza para continuar. Con una sencillez extraordinaria, y siguiendo los consejos de Colombière, comenzó a escribir cartas, hablar con sacerdotes y monjas, y a promover la misa del Sagrado Corazón, además de difundir las 12 promesas. Su devoción traspasó los muros del convento, llegando a ciudades de toda Francia y, finalmente, a Europa y América.

Un signo distintivo en los uniformes de batalla

A raíz de las revelaciones a santa Margarita María de Alacoque, otras devociones, como llevar un escapulario del Sagrado Corazón en el pecho, se empezaron a extender en Francia. Surgió la costumbre de coser este símbolo en los uniformes de soldados, familiares o seres queridos, para invocar la protección divina en el campo de batalla.

De hecho, durante la Revolución Francesa, la región de la Vendée (próxima a Normandía) formó un ejército compuesto de familias, campesinos y la nobleza católica que se sublevaron contra el decreto de 1792 que establecía la deportación de cualquier sacerdote refractario (aquellos que se opusiesen a jurar la nueva constitución) y que provocó la persecución y muerte de muchos.

Un Sagrado Corazón cosido en el pecho se convirtió en el signo distintivo de este ejército que puso en jaque las tropas de Robespierre. Estos guerreros se levantaron al grito de «Por Dios y por el rey» para defender su fe, tradiciones y costumbres frente al terror revolucionario.

Este emblema sería más tarde conocido como el «Detente», signo de protección y confianza en el Sagrado Corazón. En 1872, el Papa Pío IX concedió una indulgencia de 100 días, aplicable una vez al día, a los fieles que portaran este 'escudo' y rezaran un Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

12 promesas para todas las personas

Santa María Margarita de Alacoque, en sus escritos, subraya repetidamente el ferviente deseo de Jesús de otorgar bendiciones con auténtica generosidad a quienes honren su Sagrado Corazón. Estas promesas están destinadas a todas las personas: desde las más fervorosas hasta las más indiferentes, y de manera especial a los pecadores. Se extienden a todas las vocaciones: sacerdotes, religiosos y laicos.

Ofrecen consuelo a los afligidos, fortaleza frente a la tentación, paz en las familias, prosperidad en el hogar, éxito en el trabajo, misericordia para los pecadores, y santidad para las almas fervientes. Prometen, además, valor para quienes están fríos en la fe y ayuda a los sacerdotes y consagrados para tocar los corazones más endurecidos. Estas promesas también aseguran fortaleza en la hora de la muerte y el don invaluable de la perseverancia final, brindando refugio en el Corazón de Jesús en el último momento de la vida.

Las 12 promesas difundidas por Margarita María de Alacoque

1. «Les daré todas las gracias necesarias a su estado de vida».

2. «Pondré paz en sus familias».

3. «Les consolaré en sus penas».

4. «Seré su refugio seguro durante la vida, y, sobre todo, en la hora de la muerte».

5. «Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas».

6. «Los pecadores encontrarán en Mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia»

7.«Las almas tibias se harán fervorosas»

8. «Las almas fervorosas alcanzarán mayor perfección».

9. «Bendeciré a cada lugar en el que se exponga y se venere una imagen de mi Sagrado Corazón».

10. «Daré a los sacerdotes y a todos aquellos que se ocupan de la salvación de las almas, el don de tocar los corazones más endurecidos».

11. «Los que propaguen esta devoción tendrán sus nombres escritos en Mi Corazón, y nunca serán borrados».

12. «A los que comulguen el primer viernes de cada mes, durante nueve meses consecutivos, le concederé la gracia de la perseverancia final».

Margarita María de Alacoque murió el 17 de octubre de 1690. En 1920, fue canonizada por el papa Benedicto XV, y su mensaje de amor y reparación al Corazón de Jesús se consolidó como uno de los pilares de la piedad cristiana moderna. A través de prácticas como la comunión frecuente y las horas santas, Margarita ofreció al mundo un camino simple pero profundo para vivir en unión con el amor de Cristo y reparar las ofensas a su Sagrado Corazón.