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El Papa Francisco con el presidente de Madagascar, Andry Nirina Rajoelina

El Papa Francisco con el presidente de Madagascar, Andry Nirina RajoelinaGTRES

El regalo de tener parroquia en unos de los países más pobres del mundo

El obispo de Moramanga, Rosario Vella, afirma que «en Madagascar, muchos perciben la parroquia como el único refugio para todos y para todo»

El misionero salesiano Rosario Vella, obispo de Moramanga –en Madagascar– desde julio de 2019, mira la realidad con esperanza y realismo cristiano, y agradece no vivir la guerra en su país.

«En Madagascar sabemos que estamos objetivamente entre los países más pobres del mundo. Pero no sufrimos la guerra, el peor y más repugnante de los males que los hombres infligen a sus semejantes», ha afirmado el obispo.

Por ello, se reconocen afortunados. La vida del pueblo malgache está condicionada por los estragos de la pobreza y la corrupción. Pero se ha librado de la guerra, que impone sacrificios que acaban convirtiendo a los seres humanos «en bestias sedientas de sangre».

El obispo de origen siciliano ha narrado a Agencia Fides la misión de anunciar el Evangelio en un país con importantes citas electorales y con las consecuencias del covid-19, mencionando también el encuentro que tuvo con el Papa Francisco el pasado octubre.

Respecto a la pandemia, el obispo ha destacado que, afortunadamente, esta crisis sanitaria no ha causado los efectos devastadores que se han registrado en otras partes del mundo. Pero ha habido efectos secundarios.

«Mucha gente perdió su trabajo; la economía –que ya era de subsistencia– se hundió y las escuelas se cerraron durante mucho tiempo. Las iglesias permanecieron abiertas, aunque con restricciones severas. El comercio dejó de existir, el turismo se detuvo junto con el transporte local, que se ha reanudado pero con precios crecientes e insostenibles. Luego llegó la guerra entre Rusia y Ucrania. Aunque estamos lejos, los precios se dispararon. Y hay quienes aprovechan esta emergencia alimentando las tensiones con vistas a las elecciones políticas de 2023», ha relatado el misionero.

Ya no sabemos quién es víctima o quién es cómplice en este sistemaObispo Rosario Vella

Los programas electorales presentados por los dirigentes en Madagascar nunca llegan a ser efectivos; así lo ha constatado el obispo Vella: «En los 41 años que llevo en el país, he escuchado muchas veces discursos de voluntad de cambio, pero luego nada ha cambiado. Las caras de los políticos son más o menos siempre las mismas, al igual que los eslóganes. Hay corrupción a todos los niveles, ya no sabemos quién es víctima o quién es cómplice en este sistema».

Así, Rosario Vella ha añadido que «el pueblo, en muchos sentidos, ya no confía en nadie. En Madagascar, muchos perciben la parroquia como el único refugio para todos y para todo. Un lugar de acogida para los pobres, para los que no pueden estudiar, para los enfermos que buscan ayuda para ir al hospital y ser tratados. Las obras de caridad forman parte del camino de fe de la comunidad, alimentado por los sacramentos y la oración».

La parroquia del Sagrado Corazón de Jesús en Moramanga

La parroquia del Sagrado Corazón de Jesús en MoramangaFacebook Diócesis de Moramanga

La misión de anunciar el Evangelio

El obispo ha subrayado que la labor de anunciar el Evangelio se realiza «con gratuidad y dedicación, sobre todo por parte de los catequistas». El sacerdote celebra la misa y se marcha para administrar los sacramentos a otros lugares, pero el catequista es el que comparte la vida de la gente y conoce sus problemas concretos.

En la diócesis de Moramanga, hay hasta 125 estaciones misioneras. «En algunos lugares el sacerdote sólo puede ir una vez al año. La oración diaria en las comunidades, la formación y la transmisión de las verdades de la fe se confían siempre a los catequistas», ha añadido el obispo salesiano.

Muchos perciben la parroquia como el único refugio para todos y para todoObispo Rosario Vella

Por último, monseñor Vella ha reconocido el «gran regalo» que supuso que el Papa Francisco aceptara una «ampliación» del encuentro con el Consejo de la Unión de Sacerdotes, Religiosos y Religiosas de Madagascar presente en Roma –con motivo de la visita ad limina–.

El obispo ha señalado que el acercamiento con el Papa fue informal. El Pontífice dijo en tono de broma: «Ustedes están aquí y pueden hablar de lo que quieran, incluso pueden criticar al Papa aquí, ¡pero no fuera!». Así, les confió que «su mayor alegría es ver la fe de la gente, de las madres, de los pobres. Sin embargo, el mayor sufrimiento son las divisiones a todos los niveles que sabotean el diálogo y la comunión».

El monseñor salesiano ha concluido afirmando que «en Madagascar somos 22 obispos, y yo diría que estamos bastante unidos. Cada uno, por supuesto, con sus propias ideas y métodos, pero somos amigos, comparamos notas, nos apoyamos mutuamente. Cada vez que hay reuniones, celebraciones, aniversarios, aprovechamos para reunirnos».

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