25 años de la primera Navidad en Cuba, después del advenimiento del comunismo
La iniciativa partió del propio san Juan Pablo II, durante la visita de Castro al Vaticano en otoño de 1996, quien lo había pedido como gesto de buena voluntad, secundando el deseo de la Iglesia cubana
El vigesimoquinto aniversario del reconocimiento de la Navidad como día festivo en Cuba y el vigesimoquinto aniversario de la visita a la isla de san Juan Pablo II, han sido los históricos acontecimientos mencionados por los Obispos cubanos en su mensaje de preparación para la próxima Navidad.
Cambiada por la cosecha de caña
Coincidiendo con el anuncio del programa oficial de la visita de san Juan Pablo II a Cuba, del 21 al 26 de enero de 1998, Fidel Castro anunció el 13 de diciembre el restablecimiento de la fiesta de Navidad para 1997. La iniciativa había partido del propio Pontífice, durante la visita de Fidel Castro al Vaticano en otoño de 1996, quien lo había pedido como gesto de buena voluntad, haciéndose eco del deseo de la Iglesia local. La última Navidad celebrada en la isla caribeña se remonta a 1968, cuando el régimen comunista decidió trasladar oficialmente la fiesta para no interrumpir la cosecha de caña de azúcar.
«La Navidad es siempre un acontecimiento nuevo – recuerdan los obispos en el mensaje para preparar la Navidad 2022 –porque nuestra situación personal, eclesial y social va cambiando y, por tanto, desde esa nueva perspectiva acogemos al Niño Jesús, que viene a compartir nuestra vida, a caminar con nosotros y enseñarnos a vivir como hermanos. En esta ocasión se cumplirán 25 años de que las autoridades de Cuba decretaron la Navidad como un día feriado, lo cual permite que las personas puedan compartir esta fiesta en familia y participar en las celebraciones en sus respectivas comunidades».
Los obispos recuerdan que justo después de Navidad, en el mes de Enero, se cumplen 25 años de la visita de San Juan Pablo II; «un acontecimiento que marcó la historia y fue una bendición para nuestro pueblo». Para recordar esta «inolvidable visita», a partir del 24 de enero se llevaran a cabo celebraciones en todas las diócesis, «para hacer presente las enseñanzas transmitidas por el Papa Santo en las cuatro celebraciones eucarísticas y en los otros encuentros que presidió».
«Que Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo y que el mundo se abra a Cuba», dijo en aquella ocasión el Papa polaco nada más llegar el 21 de enero de 1978. Para la mayoría de los cubanos era el primer impacto con este hombre, que había venido de lejos, cuyo nombre apenas conocían. En su primer discurso, precisó las intenciones de su viaje pastoral: «Vengo como peregrino del amor, de la verdad y de la esperanza, con el deseo de dar un nuevo impulso a la obra evangelizadora que, en medio de las dificultades, esta Iglesia local lleva a cabo con vitalidad y dinamismo apostólico en su camino hacia el tercer milenio».
«Que allí donde haya miedo, desconfianza, rutina, mentira y odio, Cristo ponga coraje, esperanza, entusiasmo, verdad y perdón – escriben los obispos cubanos en preparación a la próxima Navidad–. La Iglesia crece en la medida que todos y cada uno somos capaces de asumir la misión que Jesús nos confió». Además, envían un saludo especial a las familias, que sufren la emigración, y a todos la invitación a «procurar estar más atentos, aprender a mirar y escuchar, para reconocer las señales que Dios nos pone cada día, a través de las cuales nos va guiando, alentando o advirtiendo ante los peligros, pero sobre todo para descubrir cómo Dios se va manifestando en la realidad, tejiendo nuestra historia con asombrosa cercanía y respeto, ayudándonos a poner lo mejor de nosotros al servicio de todos».
Jesús nos enseña que nadie puede luchar en la vida aisladamente, se necesita una comunidad
El mensaje del episcopado cubano revela la necesidad de «despertar la alegría y esperanza, en medio de tantas oscuridades y desalientos», y subraya que la fiesta de Navidad «a la vez que nos llena de alegría, con la presencia del recién nacido, también nos compromete con la vida de nuestros hermanos, con la historia de la Iglesia y de nuestro país».
En la presencia de Jesús
Los obispos invitan a recibir la Navidad a la luz de la presencia de Jesús, y a acoger la invitación que nos hace «de ser luz para nuestros hermanos, que necesitan signos de esperanza que los fortalezca para seguir haciendo el camino de la vida». Jesús nos enseña que nadie puede luchar en la vida aisladamente, se necesita una comunidad que nos sostenga y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia adelante. «Los sueños se construyen juntos. Que en esta Navidad volvamos a soñar construir una patria de hermanos, donde cada uno pueda vivir con dignidad, donde nos escuchemos y dialoguemos para discernir el futuro, donde luchemos por el bien de todos en especial de quienes han quedado marginados por distintos motivos», concluye el comunicado de la Conferencia Episcopal de Cuba.