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Monseñor Julián Barrio, arzobispo de Santiago de Compostelaarchicompostela.es

Entrevista al arzobispo de Santiago de Compostela

Julián Barrio: «Son los mismos peregrinos quienes más animan a hacer el Camino de Santiago»

La peregrinación «es un camino de conversión y de reconciliación consigo mismo, con los demás y con Dios. Esto siempre es una fuente de paz», reconoce el arzobispo de Santiago

Julián Barrio Barrio preside la Iglesia Compostelana desde el día 25 de febrero de 1996, fecha en que tomó posesión de la Sede para la que había sido nombrado por el Papa san Juan Pablo II el 5 de enero de ese mismo año. Por tanto, ya lleva muchos años viendo el bien que el apóstol Santiago y su Camino pueden hacer en el corazón de quien se aventura en la peregrinación buscando, como dice el arzobispo, «echar raíces en el suelo firme y estable de lo sagrado».

–Sr. Arzobispo, para empezar me gustaría preguntarle qué tal ha ido el Camino de Santiago en este Año Santo. ¿Qué balance puede hacer?

–Me alegra decirle que el balance ha sido muy positivo, teniendo en cuenta sobre todo que el Año Santo 2021-2022 se iniciaba en medio de las consecuencias de la pandemia COVID 19. El número de peregrinos ha superado al de los tiempos de antes de la pandemia. Y siendo esto significativo, he de subrayar que la actitud religiosa con que los peregrinos han participado en las celebraciones litúrgicas ha sido encomiable. De alguna manera han puesto de relieve el significado de este acontecimiento espiritual.

–¿Ha conservado su tirón de antes de la pandemia?

–Ciertamente lo han sobrepasado. Las personas buscan echar raíces en el suelo firme y estable de lo sagrado fortaleciendo su espíritu para cultivar la memoria penitencial, capaz de asumir el pasado y liberar el futuro de las propias insatisfacciones, confusiones o proyecciones.

–¿Qué significa el apóstol y su peregrinación para la Diócesis?

–El Apóstol es una referencia ineludible para la Diócesis. Contar con la Tumba del Apóstol Santiago el Mayor en nuestra catedral es tomar conciencia de la tradición apostólica que fundamenta nuestra fe. Santiago Apóstol a quien el Señor llamó a ser pescador de hombres, es el patrono de nuestra Archidiócesis. A él acudimos como intercesor y como ejemplo a imitar en nuestro compromiso de bautizados en el seguimiento del Señor, agradeciéndole que nos haya traído la Buena Noticia de Jesús.

–¿Y para la Iglesia española y universal?

–Santiago junto con Pedro y Juan fue uno de los discípulos predilectos del Señor, testigo de los momentos más importantes en su vida como la resurrección de la hija de Jairo, la presencia en el Monte Tabor y la oración en el huerto de los olivos después de la última Cena. Es conocido como el «Amigo del Señor». Se comprometió a beber su cáliz, y a asumir la suerte del Maestro al que como persona impetuosa y a la vez humilde, no dudó en decirle que mandara fuego para castigar aquellos samaritanos que no le había acogido, aprendiendo del Maestro que debía actuar con otro espíritu. Forma parte de su identidad la misión evangelizadora. Cumpliendo el mandato del Señor arriesgó su vida para anunciar el mensaje cristiano hasta los límites del mundo entonces conocido en circunstancias no fáciles, formando las primeras comunidades cristianas en la tradición apostólica que fundamenta nuestra fe. Todo esto hace que sea una figura sugerente en la Iglesia española y universal.

El peregrino supera la ideología y se abre a la contemplaciónJulián Barrio

–¿Qué atrae al peregrino para afrontar el sacrificio de ir a Santiago? ¿Qué busca en su camino?

–La ciudad de Santiago, llamada en otro tiempo la Jerusalén de Occidente, es uno de los grandes centros de peregrinación junto con Jerusalén y Roma. Dante escribió que la peregrinación a Santiago es una de las más hermosas que el cristiano puede hacer antes de morir. Es una peregrinación que se hace con espíritu penitencial buscando la conversión, que exige salir de la burbuja que nos aísla y nos vuelve autorreferenciales; de la zona del confort de la comodidad y de las inercias; de las falsas seguridades que nos proporciona nuestro pequeño mundo donde no hay espacio para más voces que la nuestra. Los peregrinos manifiestan que es necesario preservar la expresión pública del hecho religioso y valorar la religión como una aportación positiva para la cohesión social. Si la peregrinación perdiera la dimensión espiritual el Camino se convertiría en una realidad inerte. Podemos decir que el Camino de Santiago es un juicio directo sobre la situación del hombre que vive en actitud de búsqueda, y ayuda al despertar religioso y espiritual. Quien desee vivir esta experiencia, puede hacerlo; no exige una previa selección de candidatos ni tiene un numerus clausus. Es un camino de conversión y de reconciliación consigo mismo, con los demás y con Dios. Esto siempre es una fuente de paz. El peregrino como viajero de lo sagrado y transmisor de saberes, desea calzar las sandalias nuevas de la esperanza para volver a su lugar de procedencia y dar testimonio de lo que ha oído y vivido espiritualmente, edificando el presente y proyectando el futuro desde la verdad auténtica del hombre, desde la libertad que respeta la verdad y nunca la hiere, y desde la justicia para todos, especialmente para los más pobres y desvalidos.

–Y ¿qué ofrece el apóstol al peregrino? ¿Por qué merece la pena hacerlo?

–No olvidemos que lo que da sentido al Camino es la Meta y esta es el encuentro con Cristo. El Apóstol acompaña al peregrino ayudándole a descubrir día a día un horizonte nuevo en su vida, orientándole hacia Cristo a dónde debe mirar. El verdadero valor del Camino de Santiago consiste en ser una ruta para el espíritu humano que se rebela a desaparecer bajo la asfixia de la sola inmanencia. No es un retorno a la cristiandad medieval aunque se redescubran los valores permanentes que adquirieron especial vigencia en aquel momento. Viviendo inmerso en una cultura en conflicto con la naturaleza, el peregrino supera la ideología y se abre a la contemplación. Así encuentra las claves para comprender el mundo simbólico y experimentar que el hombre no es algo acabado, sino que al encontrarse consigo mismo intuye que tiene múltiples posibilidades, abriéndose al futuro y percibiéndose necesitado de la hospitalidad y la acogida.

El Camino de Santiago es un espacio de búsqueda y de encuentro con uno mismo, con los demás peregrinos y con Dios. Es ámbito de acogida, de fraternidad y de amistad en el que se siente la necesidad de ser ayudado y de ayudar a los otros. En esta perspectiva titulaba mi carta pastoral para convocar el Año Santo Compostelano, Sal de tu tierra. El Apóstol Santiago te espera, invitando al peregrino a acoger las sorpresas que Dios siempre ofrece. Sabemos que muchos peregrinos hacen el Camino por motivos religiosos y espirituales, dejándose envolver por el silencio de las duras etapas. Ese silencio, como leemos en la Biblia, es propicio para sentirse interpelado por Dios y tratar de responder a esas penúltimas o últimas preguntas que llevamos dentro y a las que hay que darles una respuesta.

La fe es un don de Dios y día a día pido que me la aumenteJulián Barrio

–¿Podría contarnos algún testimonio del bien que es peregrinar a Santiago?

–La conversión de la persona inherente a la peregrinación jacobea, es una constante ya desde los comienzos de la misma peregrinación como así lo refleja el Codex Calixtinus, que podemos considerar como la primera guía para el peregrino. Los testimonios son numerosos. Son muchas las personas que han encontrado lo que buscaban, sobre todo el sentido a su vida, y otras que no encontrándolo, su propósito es seguir buscando que a mi manera de ver, es también una forma de haber encontrado. Dios nos busca ante de que nosotros lo encontremos.

–Como obispo de la Diócesis, ¿cómo animaría a seguir haciendo la peregrinación?

–En medio de la crisis antropológica, espiritual y cultural en la que vivimos, el ser testigo de la experiencia tan positiva que viven los peregrinos en su vida espiritual, es razón suficiente para invitar a hacer la peregrinación. En este sentido, quienes más animan a hacer el Camino, son los mismos peregrinos que lo han hecho.

–Y como bautizado, ¿cómo afronta usted su misión al frente de la Iglesia compostelana?

–Trato de servir a la Diócesis con esperanza y fidelidad, sabiendo que el dueño de la viña es el Señor quien me ha llamado para trabajar en ella. Ojalá pueda decir al final, he hecho lo que tenía que hacer.

–¿Percibe que le ayuda el apóstol? ¿Ha agrandado su fe y su agradecimiento por ella a Dios?

–Estoy seguro de que puedo y podemos contar con la intercesión del Apóstol. La fe es un don de Dios y día a día pido que me la aumente, dando gracias por ello.