La Puerta Santa de la catedral de Santiago: la entrada a la misericordia
La Puerta Santa o Puerta del Perdón de la catedral de Santiago, a la que se accede desde la Plaza de Quintana, sólo abre sus puertas los años santos
La Puerta Santa de la catedral de Santiago de Compostela sólo se abre en año Jacobeo; cada año santo la Plaza de Quintana, desde la que se accede a esta pequeña puerta, que recuerda la puerta estrecha de la que habla Jesucristo, se llena de peregrinos y fieles que esperan cruzar la puerta que «es la casa de Dios y la puerta del cielo».
Abierta en año Santo
Cada tarde del 31 de diciembre anterior al año santo se abre la Puerta Santa en una ceremonia presidida por el arzobispo prelado es el encargado de abrir la Puerta Santa tras un ritual que apenas ha variado desde el siglo XVI.
Tras una procesión que encabeza el mismo arzobispo, la comitiva llega a la Puerta del Perdón, tras una serie de oraciones, golpea la puerta tres veces con un martillo de plata que hace caer el muro de piedras colocado en la parte interior, dejando libre el paso, y que quedará abierto hasta el 31 de diciembre siguiente, cuando otra procesión clausura el año santo y su puerta.
Historia de la Puerta Santa
Existen dos tradiciones sobre el origen, una con más fundamento histórico que la otra. La primera sostiene que esta tradición se inspira en los años santos romanos que iniciaron esta práctica alrededor del siglo XV y que el Papa Alejandro VI con motivo del Año Santo de 1500 definió el ritual del que surgió la ceremonia actual.
La otra teoría, que responde a una tradición más local, sostiene que la puerta es anterior a la tradición romana y que esta es heredera de otra existente desde el siglo XII en la iglesia a la que sustituyó la catedral y que daba acceso al convento de San Paio.
Sin embargo, lo más probable, aunque el origen sea incierto debido a la escasez de datos, es que se originara en la primera mitad del siglo XVI, en el tiempo de Alonso Fonseca III, quien fuera obispo durante los años santos de 1507, 1512 y 1518.
Esto supondría que la tradición romana, recogida oficialmente por el Papa Alejandro VI en 1500, se difundió rápidamente hasta Santiago. Y que se abrió para imitar el simbolismo romano.
A lo largo de los siglos la puerta ha sufrido modificaciones, por ejemplo, en el siglo XVII se le añadió un telón barroco; hacia 1660 se ampliaron a veinticuatro las doce esculturas que la decoraban desde 1611, procedentes del coro pétreo medieval de la basílica, del maestro Mateo, desmontado en el siglo XVII.
Las esculturas de la fachada exterior completaron los «veintisiete de la Puerta Santa» en 1694 con la incorporación de Santiago, Teodoro y Atanasio ataviados como peregrinos.
Las modificaciones más modernas son la incorporación en 1992 de una hoja de madera que representaba la tradición de la llegada por mar a Galicia de los restos mortales del Apóstol; y en 2003 de cara al año Jacobeo de 2004 se instaló una nueva hoja formada por seis relieves en bronce con imágenes de la vida de Santiago.
Significado espiritual
Las puertas santas normalmente no son grandes puertas principales, más bien se tratan de puertas secundarias y estrechas. Que recuerda las palabras de Jesucristo: «Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!» (Mt 7, 13-14).
Simboliza un paso a la vida nueva, a través de la humildad y la penitencia. Es la puerta estrecha la que nos conduce a la santidad, a la comunión eterna con Dios.
La puerta santa también ha recibido el nombre de Puerta del Perdón, pues representa, en el sentido de puerta estrecha, el perdón de Dios, que además de forma especial reciben los peregrinos a través de la indulgencias concedidas para los años santos.
En su visita a Santiago de Compostela, san Juan Pablo II recordó este significado trascendente de la Puerta santa que «evoca el paso que cada cristiano está llamado a dar del pecado a la gracia».