Magdala y la experiencia de vivir en la Galilea del siglo I
El Centro Magdala está ubicado a la orilla del mar de Galilea. La residencia se encuentra situada junto a uno de los descubrimientos arqueológicos más trascendentales de estos últimos cincuenta años, la piedra de Magdala
Cuando el sacerdote Juan María Solana decidió construir un centro de retiro en Galilea, imaginó un lugar donde los turistas y peregrinos pudieran disfrutar de un alojamiento cómodo apto para una experiencia espiritual. No sabía que su concepto de peregrinación espiritual provocaría un descubrimiento arqueológico sorprendente.
El Centro Magdala está ubicado a la orilla del mar de Galilea. Un sitio para cuidar el cuerpo y el alma. La residencia se encuentra situada junto a uno de los descubrimientos arqueológicos más trascendentales de estos últimos cincuenta años, la piedra de Magdala.
Con el apoyo de Juan Pablo II
En este rincón de Tierra Santa encontramos historia, arqueología, y espiritualidad, en un enclave natural. El espléndido paisaje que rodea Magdala, como el acantilado de Arbel y el Valle de las Palomas, el principal camino que habría tomado Jesús hasta esta región desde Nazaret o las orillas del Mar de Tiberíades son sólo algunos de los enclaves que rodean esta ciudad y el pequeño lago de Galilea.
En 2005, el Papa Juan Pablo II encomendó a los Legionarios de Cristo la misión arqueológica y de reconstrucción del yacimiento, proyecto que se emprendió en la víspera de la muerte del pontífice. Benedicto XVI dio después su impulso al proyecto, bendiciendo la primera piedra durante su visita a Tierra Santa, en 2009. La iniciativa ha sido apoyada después por el Papa Francisco.
No fue hasta el 2013, cuando el Gobierno israelí aprobó definitivamente la puesta en marcha del «Centro Magdala», un proyecto, ubicado a orillas del Mar de Tiberíades, con el que se busca crear una experiencia de acogida única para peregrinos y turistas, basada en la historia del del pueblo judío y del cristianismo, la arqueología y el turismo religioso según la Biblia.
«Los peregrinos podrán visitar y tocar las piedras que probablemente tocaron Jesús y María»
Ver para creer
El proyecto, está financiado con donaciones de todo el mundo. Ha dado origen a un importante complejo turístico, con un hotel para 300 peregrinos, centros de interpretación arqueológica, un panteón para el encuentro ecuménico y un centro multimedia que permitirá descubrir el Evangelio.
Magdala, en la costa noroeste del Mar de Galilea, era una gran ciudad en tiempos de su ciudadana más famosa, María Magdalena, la mujer de quien Jesús arrojó siete demonios y posteriormente fue su más fiel discípula. A esa misma ciudad Cristo regresó tras obrar el milagro de los panes y los peces, de ahí que también se la conozca como «Dalmanuta», nombre que da a la región el evangelista san Marcos (8, 10).
Durante siglos, esta ciudad centraba su comercio en la artesanía y explotación de la pesca, como indica su nombre griego, «Tarichae», que significa «pescado en escabeche».
Arfan Najar, arqueólogo de la excavación, apunta a la importancia y el apoyo que puede suponer este proyecto para la economía de la región: «Los peregrinos podrán visitar y tocar las piedras que probablemente tocaron Jesús y María. Intentamos situar a Magdala en el mapa del peregrinaje cristiano como Nazaret, Jerusalén o Belén».
«El descubrimiento de las ruinas permite que el proyecto gane mucho más valor en un sentido histórico, cultural y espiritual
En las excavaciones de Magdala, han aparecido restos de una antigua sinagoga construida en torno a la segunda década del primer siglo de nuestra era.
En 2009, cuando los trabajadores comenzaron a excavar los cimientos del hotel, cerca del cruce de Migdal, en los alrededores de Tiberíades, hallaron las ruinas de una sinagoga que data del siglo I.
Se trata de la sinagoga más antigua excavada en Galilea y una de las siete de la primera centuria descubiertas en Israel.
«Creo que el hecho de que el padre Juan Solana quisiera construir el Centro Magdala aquí antes del descubrimiento es algo providencial. El descubrimiento de las ruinas permite que el proyecto gane mucho más valor en un sentido histórico, cultural y espiritual», afirma para El Debate David Delgado, director de comunicación del centro.
Desde Alejandro Magno
Los eruditos creen que la urbe costera se estableció en el período helenístico, a partir del 332 antes de Cristo, cuando Alejandro Magno conquistó Tierra Santa.
El parque arqueológico contiene las ruinas de un gran mercado con más de 20 salas donde se vendían productos agrícolas, pescado fresco, cerámica y tejidos. Aunque hasta ahora los arqueólogos sólo descubrieron el diez por ciento de Magdala, también hallaron mikves (baños rituales judíos), alimentados por manantiales subterráneos que continúan funcionando en la actualidad.
Además, hay un conjunto de casas dispuestas en cuadrícula como si fuera un diseño de un urbanista moderno, y un área de trabajo de pescadores donde se encontraron anzuelos y pesos para redes de pesca. A orillas del lago hay un muelle con una piedra de amarre, que indica el nivel del agua desde hace siglos.
El objetivo del Centro Magdala es simular en el siglo XXI una experiencia de la Galilea del primer siglo, reconoce David Delgado. Para los peregrinos cristianos, este es un lugar auténtico para caminar por donde Jesús pudo haber estado y enseñado. Allí, los feligreses se conectan con la vida de Jesús y sus seguidores.
Centro ecuménico e interreligioso
Los fundadores del Centro Magdala esperan que el sitio construya relaciones positivas entre creyentes cristianos de diferentes confesiones y ayude a fomentar la reconciliación entre cristianos y judíos, algo que el Papa Francisco llama «la cultura del encuentro».
De hecho, el sitio arqueológico ya atrae a visitantes de todo el mundo, y el personal del hotel incluye a judíos, cristianos, musulmanes y drusos.
Un significado más profundo
La parte más impactante, la capilla del centro, se llama Duc in Altum, que en latín significa «rema mar adentro», palabras que Jesús le dijo a Pedro, incitándolo a sumergirse en aguas profundas.
Su atrio, tiene siete pilares que representan las siete mujeres que siguieron a Jesús, con un octavo pilar añadió, en honor de las «mujeres de toda fe». También hay una barca grande, en una amplia ventana arqueada con vistas a al puerto del primer siglo de nuestra era, para recordar el lugar en el que Jesús predicó. En estos casos, una imagen puede valer más que mil palabras.