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Entrevista a Massimo Borghesi

«Francisco no es un Papa de derechas, pero tampoco un progresista, es hijo del Concilio Vaticano II»

El filósofo y autor de El desafío Francisco analiza el pontificado actual y sostiene que muchas de las críticas que recibe Bergoglio «no tienen fundamento»

«Muchas de las críticas que ha sufrido el Papa Francisco no tienen fundamento», advierte el italiano Massimo Borghesi, autor de El desafío Francisco y Jorge Mario Bergoglio. Una biografía intelectual, ambos editados por la editorial Encuentro. El también catedrático de Filosofía Moral en la Universidad de Perugia estuvo en España para participar en el congreso ‘La alegría del Evangelio’, organizado por el arzobispado de Madrid y el CEU para celebrar y analizar los primeros diez años de este pontificado.

–En su intervención durante el congreso decía que muchos ataques a Francisco se deben a que es un papa «demasiado sencillo». ¿Qué tipo de Papa esperaban sus críticos?

–Francisco viene después de Benedicto XVI, el mayor teólogo del siglo pasado, y muchos católicos le han juzgado a partir de su predecesor, pero esto no es justo. Bergoglio tiene un pensamiento propio muy complejo, pero también un estilo simple. Su opción evangélica es comunicarse con el pueblo sencillo, y muchos lo han agradecido, pero hay muchos otros que quieren discursos complejos y difíciles. Quieren un papa lejano, distante, y no aman a un Papa que está con la gente. Le acusan de «populista», pero no comprenden el carácter evangélico de la presencia del Papa, la forma en que el Papa concibe el cristianismo en el mundo de hoy.

'El desafío Francisco, de Massimo Borghesi, en la editorial Encuentro

'El desafío Francisco, de Massimo Borghesi, en la editorial Encuentro

–También hay quien le acusa de buenista.

–Sí, muchos han dicho que es un Papa «demasiado buenista», demasiado misericordioso. Un Papa que habría apartado la verdad y en su lugar habría puesto la misericordia… pero no. Para el Papa, la misericordia es el modo con el que se comunica la verdad. Y esto es algo que siguieron también Juan Pablo II y Benedicto XVI, que dijo en una entrevista de 2016 con el jesuita Jacques Servais que la misericordia es la vía de la Iglesia hoy.

–¿Qué responde a quien dice que Francisco no defiende la doctrina católica en cuestiones como el aborto o el matrimonio homosexual?

–Que son acusaciones sin fundamento, porque el papa ha criticado el aborto muchas veces, y con palabras duras. También ha criticado la eutanasia, el modelo gender y la cancel culture. El Papa no es de derechas, pero tampoco es progresista: es un hijo del Concilio Vaticano II. Su modelo es Pablo VI.

–Otra acusación recurrente: ¿Francisco es un teólogo de la liberación?

No, es un teólogo del pueblo, que es la versión argentina de la teología de la liberación. Es una teología de la liberación no marxista y no violenta, que se basa en la fe del pueblo fiel, del pueblo cristiano, de la cual nace una pasión por la justicia social, por el derecho, por compartir las necesidades…

–¿De dónde cree que viene esta incomprensión al papa por parte de algunos sectores de la Iglesia?

–En su mayor parte, del clericalismo, de una Iglesia que tiene miedo del mundo, que está encerrada, enclaustrada, y busca en el poder la consistencia de su fe. El clericalismo necesita del poder. Es una Iglesia que no tiene ya el coraje para la misión, la apertura y el diálogo, ni la capacidad de entrar en el mundo con el rostro limpio.

Si la misa en latín se ha de convertir en el símbolo de los que rechazan el Concilio Vaticano II, deja de haber comunión católica.Massimo Borghesi

–En el Evangelio, las palabras más duras de Jesús son para los fariseos, y el Papa critica mucho a quienes se creen mejores que los demás por ser más tradicionales. ¿Busca remover conciencias de quien cree ser ya suficientemente santo y perfecto?

–Bergoglio ha citado muchas veces un pasaje de Meditación sobre la Iglesia, de Henri de Lubac, donde se critica el espiritualismo como pecado. Es el pecado de la Iglesia que se cree espiritual, perfecta, pura, incontaminada, y esto crea una sensación de superioridad con la cual se mira el mundo. Este no es un espiritualismo cristiano, sino una pretensión angelical, un espiritualismo sin la carne, sin las manos.

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Jorge Mario Bergoglio. Una biografía intelectual

–Le quería preguntar por dos polémicas concretas recientes en la Iglesia. Primero, sobre la relación con los grupos que practican la misa tradicional.

–Ah, pero Francisco no ha vetado la misa en latín: ha dicho que debe realizarse con el consentimiento del obispo. Y lo ha hecho porque en muchos casos los que practican la misa en latín lo hacen en abierta hostilidad hacia la Iglesia de Roma, hacia este pontificado y hacia el Concilio Vaticano II. De esta manera, se vuelven una secta, y entonces ya no forman parte de la Iglesia. Por lo tanto, solo se ofrece esta posibilidad si el obispo lo considera oportuno. Pero si la misa en latín se ha de convertir en el símbolo de los que rechazan el Concilio Vaticano II, deja de haber comunión católica.

Su objetivo es volver a abrir una Iglesia que estaba cerradaMassimo Borghesi

–En el otro extremo estaría la cuestión del Camino Sinodal Alemán. ¿Ve riesgo de cisma?

–La Iglesia alemana -que, por cierto, es la Iglesia más rica del mundo, junto con la estadounidense- piensa que con el matrimonio de los sacerdotes y, sobre todo, con la ordenación femenina se resolverá el problema de la fe en el mundo contemporáneo. Esto es una ingenuidad increíble, que demuestra que no tienen la percepción de cómo sucede la fe. La fe no sucede porque se modernice, ni porque se complazcan los deseos mundanos. Y, ciertamente, la línea de Francisco no es en absoluto esta.

–¿Cómo proyecta los próximos años de pontificado? ¿Qué desafíos cree que surgirán y cómo evolucionarán las tendencias que hemos estado viendo?

–Francisco no es un hombre de proyectos. Es un hombre –lo ha dicho varias veces– que inicia los procesos, no alguien que los termina. Su objetivo es volver a abrir una Iglesia que estaba cerrada, y está convencido de que es el Espíritu Santo quien lleva a cabo los procesos: él habla de que el Espíritu diversifica la Iglesia -en la multiplicidad de carismas- y también la unifica. Es un movimiento de sístole y diástole. Y ahí está su confianza. La Iglesia que él heredó, en su esencia, estaba demasiado cerrada, y de ahí la necesidad de una Iglesia en salida. Y después, naturalmente, debe ser devuelta a la unidad, con la ayuda del Espíritu.

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