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Luis Miguel Muñoz Cárdaba, Nuncio Apostólico en Sudán

Luis Miguel Muñoz Cárdaba, Nuncio Apostólico en SudánFoto cortesía de Luis Miguel Muñoz Cárcaba

Luis Miguel Muñoz Cárdaba, Nuncio Apostólico en Sudán

«En Jartum, la gente no sale a la calle por miedo a ser víctima del fuego cruzado»

Desde la mañana el pasado sábado, 15 de abril, Jartum, la capital del país, y diversas ciudades se han visto envueltas en un conflicto armado entre paramilitares y militares

Desgraciadamente, los presagios se han cumplido. Pero no ha sido la sociedad civil la que se ha levantado. Desde la mañana del pasado sábado 15 de abril, Jartum, la capital del país, y diversas ciudades se han visto envueltas en un conflicto armado entre paramilitares y militares. «Desde hace tres días no cesan los combates con artillería pesada, incluso con aviones de guerra, entre los militares de las fuerzas armadas y los paramilitares de las fuerzas de apoyo rápido", relata a Manos Unidas el Nuncio Apostólico en Sudán, Luis Miguel Muñoz Cárdaba.

Es impresionante comprobar lo jóvenes que son. Algunos parecen casi adolescentes, y ya están combatiendo con armas y matándose unos a otrosMonseñor Muñoz Cárdaba

En Jartum la población civil ha quedado a merced de los combatientes, con el riesgo que esto supone. En la capital las víctimas civiles superan ya el centenar, aunque podrían ser más. Y eso sin contar las bajas entre los contendientes.

Una de las cosas que más entristece y llama la atención al Nuncio Apostólico es la juventud de muchos combatientes. Fueron varios los soldados que entraron el domingo por la mañana en la Nunciatura para, después un rato, abandonarla sin incidentes.

Es impresionante comprobar lo jóvenes que son –asegura Monseñor–. Algunos parecen casi adolescentes, y ya están combatiendo con armas y matándose unos a otros.

La atrocidad de una guerra civil

Al Nuncio Apostólico en Sudán le duele y apena la situación y espera que la llamada al diálogo efectuada por el Santo Padre, por responsables de diferentes organismos internacionales y por algunos presidentes de países africanos y de otros continentes, «haga mella en los líderes militares y paramilitares y, al menos, se abra una vía de diálogo para frenar el derramamiento de sangre».

Este conflicto pone en jaque los avances hacia la democratización del país. Porque, para Muñoz Cárdaba, «ha llegado en un momento en el que se respira un cierto optimismo ante la posibilidad real de firmar un acuerdo político entre los diversos partidos políticos, grupos de la sociedad civil, movimientos armados, etc., para fijar los pasos a seguir en la transición democrática. Esto es fundamental para que Sudán salga de la inestabilidad política e institucional que sufre desde hace años y se puedan reconstruir las bases de su economía».

La grave crisis económica, «agudizada por la inestabilidad política», es otra de las preocupaciones del Nuncio. Por ello, su mayor anhelo es que conflicto acabe pronto, que no se enquiste y puedan volver el dialogo y el consenso.

Miedo al fuego cruzado

«El riesgo en Sudán es que los ánimos estén demasiado caldeados y que el conflicto se convierta en una guerra civil, lo cual sería atroz; peligrosísimo para el país».

El hecho de que, según Naciones Unidas, cerca de 16 millones de sudaneses necesiten asistencia humanitaria en este año 2023 hace «dramática», según el diplomático vaticano, «la posibilidad de que a las carencias y a las necesidades existentes actualmente se añadan otras, fruto de una guerra entre grupos militares». Una guerra que, como sucede siempre, al final la paga la población civil, especialmente los más pobres.

En Jartum la gente permanece en sus casas. No salen a las calles por temor a ser víctimas del fuego cruzado. «De hecho –relata Monseñor– el sábado por la mañana (que es cuando estalló el conflicto) era día de escuela en los colegios católicos y muchos de los niños tuvieron que pasar la noche en las escuelas y no pudieron volver a sus casas hasta el domingo, que hubo un alto el fuego parcial, porque algunos no lo respetaron».

De esta manera, el pueblo sudanés, «que tanto ha sufrido», y sobre todo la población joven podrán alcanzar el futuro de estabilidad, progreso y paz, que merecen de verdad.

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