De san Pablo a John Wayne: cinco historias de conversión para reflexionar
Sabemos que Dios tiene un plan para todos y siempre nos termina sorprendiendo como su amor y bondad llega a obrar dentro de nuestros corazones, sobre todo, de quienes se convierten luego de haber dado pelea en su contra
Los testimonios de conversión son una forma poderosa de evangelizar y de dar gloria a Dios por su obra en nuestras vidas. Es el relato de una persona que ha experimentado un cambio profundo en su vida al conocer y aceptar a Jesucristo como su Señor y Salvador. La conversión continua es una devoción constante a la verdad revelada que hemos recibido, con un corazón dispuesto y por las razones justas. Estas 5 historias de conversión son un ejemplo para cada uno de nosotros y reflexionar.
San Pablo
Cuando Saulo era joven, los que estaban a punto de apedrear al mártir Esteban, pusieron sus túnicas a sus pies y él custodiaba las vestiduras, aprobando su violencia. Él se dedicó a perseguir a los discípulos de Cristo. En su viaje a Damasco para capturar a cualquier cristiano que pudiera estar escondido allí, una luz del cielo lo arrojó al suelo desde lo alto de su caballo y quedó temporalmente ciego. Escuchó una voz que preguntaba «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» Luego vio una aparición de Jesús. Durante tres días no vio nada más. Cuando despertó de su trance, era un hombre nuevo. Llevó el Evangelio hasta los confines de la tierra. Al principio, los apóstoles de Jesús le tenían miedo por el celo con que Pablo solía cazarlos. San Bernabé pudo ver su sinceridad y lo llevó a los discípulos de Jesús, convirtiéndose en el apóstol de los gentiles.
El trabajo de Pablo se concentró principalmente en la naturaleza de la relación de los cristianos con Cristo y entre sí. En particular, se centró en la obra salvadora de Cristo y en cómo Jesús entregó su propia vida para salvarnos de nuestros pecados.
La conversión de san Pablo nos recuerda que nunca debemos olvidar nuestro encuentro personal con Jesús y debería estar siempre presente en nuestras mentes. Nuestro encuentro con Jesús debe ser el punto central de nuestras vidas que da forma a todas nuestras acciones futuras. Como San Bernabé, siempre debemos estar dispuestos a buscar y aceptar la sinceridad de las conversiones de los demás en Cristo.
San Agustín
San Agustín nació en el 354 d.C. en África. Su madre, santa Mónica, era una cristiana devota crio a su hijo con una educación cristiana; sin embargo, no fue bautizado. El padre de Agustín era un pagano que no se convirtió al catolicismo hasta en su lecho de muerte y le había enseñado a su hijo a preocuparse más por los bienes y placeres mundanos. A los 16 años, San Agustín robó fruta que no quería de un jardín vecino, simplemente porque estaba prohibido,
Cuando tenía 32 años, san Agustín escuchó una voz joven que le decía que tomara y leyera la Epístola de san Pablo a los Romanos, logrando finalmente su conversión.
La historia de san Agustín nos recuerda, ante todo, que la esperanza nunca se pierde. Dios puede obrar y moverse en los corazones más endurecidos para la conversión, quizás cuando menos lo esperamos. Todo pecado, no importa cuán grave sea, puede ser perdonado si nos arrepentimos.
John Henry Newman
John Henry Newman era el mayor de seis hijos nacidos de una familia protestante inglesa de clase media en 1801. Entró en Oxford a la edad de 15 años y fue ordenado anglicano a los 23. Newman creció creyendo que la Iglesia Católica era malvada. En 1836, comenzó a editar una versión en inglés de los escritos de los Padres de la Iglesia. Poco a poco, sus objeciones al catolicismo romano se fueron desmoronando bajo esta examinación. Estaba llegando a verlo como la verdadera fe enseñada por los apóstoles. En 1843, dejó su puesto en su iglesia para pasar más tiempo en oración y estudio. A la edad de 44 años en 1845, John Henry Newman fue recibido en la Iglesia Católica, haciendo grandes sacrificios personales. Abandonó una posición cómoda y muchas relaciones de por vida que terminaron abruptamente. Durante sus primeros años como católico, sus ex colegas lo llamaron traidor y muchos católicos lo consideraron un protestante encubierto.
Elizabeth Ann Seton
Elizabeth Ann Seton fue la primera estadounidense nativa en ser canonizada por la Iglesia Católica. Entre los muchos santuarios de Estados Unidos, varios están dedicados a esta santa. Creció como parte de la clase alta de la sociedad de Nueva York. Se casó con William Seton, la salud de William se deterioró y vendieron sus posesiones para ir a Italia y, con suerte, curar las dolencias de William. Debido a la fiebre amarilla en Nueva York, fueron puestos en cuarentena durante 40 días, Elizabeth atendió a los enfermos allí y William murió durante la cuarentena.
Mientras esperaba regresar a Estados Unidos, Elizabeth asistió a misa con algunos amigos italianos y quedó profundamente impresionada. Cuando regresó a Nueva York, era pobre y vivía con amigos. En 1805, se convirtió a la Iglesia Católica, por esta razón perdió amigos y fue excluida de su sociedad. En 1809, tomó los hábitos y comenzó lo que se convertiría en la fundación estadounidense de las Hermanas de la Caridad en 1811. Fundaron una escuela para niñas jóvenes, una escuela para niños pobres y un asilo de huérfanos. A su muerte había más de veinte comunidades de Hermanas de la Caridad, dirigiendo escuelas gratuitas, orfanatos, internados y hospitales.
John Wayne
En las décadas de 1940 y 1950, John Wayne protagonizó importantes películas del oeste y de la guerra. Tuvo cuatro hijos con su primera esposa. En 1964, le diagnosticaron cáncer de pulmón y perdió un pulmón y varias costillas. Tuvo dos matrimonios más, uno que terminó en divorcio, el otro duró hasta su muerte en el cual tuvo tres hijos. Fue criado como presbiteriano, sus siete hijos fueron criados como católicos por sus distintas mujeres.
Cuando su fin estaba cerca, Wayne estaba agonizando, sucumbiendo a un cáncer de estómago. Se llamó a un sacerdote para que fuese bautizado y el sacerdote administró los últimos ritos, y esa misma noche, Wayne entró en coma. «No conozco los tecnicismos de la Iglesia o qué constituye una conversión», dijo su hijo Michael «Pero papá murió en la Iglesia».
En 1979, murió de cáncer de estómago a la edad de 72 años. El padre Muñoz, nieto de Wayne, dijo que su abuelo expresó un grado de arrepentimiento por no haberse convertido en católico antes en la vida: «Ese uno de los sentimientos que expresó antes de morir», culpándose por tener «una vida ocupada». Del ejemplo de Wayne, debemos aprender que nunca es demasiado tarde para aceptar el perdón de Dios.