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Las Hermanas Pobres de Jesucristo

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El Salvador acoge a las religiosas a las que Nicaragua no renueva la residencia

Hasta el pasado 7 de junio, el régimen de Ortega ha obligado a 77 religiosos a abandonar el país

El Salvador ha acogido a un grupo de religiosas brasileñas del Instituto de las Hermanas Pobres de Jesucristo a las que el régimen de Nicaragua no ha renovado la residencia. Así lo ha comunicado la misma organización en un comunicado en el que han agradecido también el tiempo que han pasado en el país.

Queremos manifestar nuestra gratitud por los siete años de misión en tierras de Nicaragua", han expresado. Según la prensa local, se trata de un grupo de siete religiosas que operaban en Nicaragua al servicio de los pobres, a través del suministro de alimentos, ropa y oración.

En la noche del domingo, la Policía de Nicaragua allanó el la casa donde residían las misioneras, ubicada en la ciudad de León, 90 kilómetros al noroeste de Managua, según han denunciado los allegados de las religiosas en redes sociales y la prensa. Las hermanas tenían previsto abandonar Nicaragua la próxima semana, después de que las autoridades de Migración y Extranjería del país centroamericano no les renovarán sus residencias.

«Agradecemos la acogida de la Iglesia y del pueblo durante ese tiempo que nuestro carisma permaneció en el país sirviendo a los pobres en sus múltiples rostros», continuó el Instituto de las Hermanas Pobres de Jesucristo, una orden católica que pertenece a una Fraternidad Franciscana, fundada en Brasil por el sacerdote Gilson Sobreiro.

Las religiosas han agradecido a «todas las consagradas, laicos, jóvenes, bienhechores y amigos que construyeron con nosotros la misión, haciendo posible llevar Cristo a los pobres», y anunciaron que continuarán con su misión en El Salvador.

Más de 80 religiosos expulsados

Hasta el pasado 7 de junio, el régimen de Ortega ha obligado a 77 religiosos a abandonar el país desde que estalló la crisis en el país centroamericano en abril de 2018, incluido el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Silvio Báez, y monjas extranjeras, según la investigadora nicaragüense exiliada Martha Patricia Molina.

Molina, que también es abogada, es la autora del libro Nicaragua: ¿Una Iglesia perseguida?, que sigue las agresiones que sufre la Iglesia nicaragüense por parte del Gobierno. Indica en uno de los informes que al menos 40 religiosos han sido expulsados en los últimos cinco años, entre ellos el sacerdote panameño Donaciano Alarcón, a inicios de abril.

Otros 17 religiosos en el exilio alegan razones de seguridad. A doce, las autoridades les han prohibido la entrada en el país. A otros ocho desterrados, declarados apátridas y «prófugos de la justicia», han sido acusados de delitos considerados traición a la patria.

Las relaciones del Gobierno de Ortega y la Iglesia católica viven momentos de gran tensión, marcadas por la expulsión y encarcelamiento de sacerdotes, la prohibición de actividades religiosas, y la suspensión de sus relaciones diplomáticas. El Papa Francisco tildó de «dictadura grosera» al Gobierno sandinista en una entrevista con Infobae, señalando «un desequilibrio de la persona que dirige» el país centroamericano.

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