La Iglesia española pide no politizar el problema del agua «ante un futuro claro de carestía»
el departamento de Ecología de la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social ha pedido no politizar la cuestión del agua y han alertado de que su gestión está dibujando en España «un futuro claro de carestía, escasez y conflicto».
«No se puede hacer política con el agua de todos sin tener en cuenta a las personas y comunidades que enraízan sus historias y sus proyectos vitales en ella: desde la realidad rural de la España vaciada hasta la preservación de nuestros recursos hídricos y agroforestales. El agua y su manejo atraviesa todas estas dimensiones. Por eso pedimos una gestión del agua a la medida de las personas y del medio ambiente, diseñando, influyendo y propiciando políticas agropecuarias, urbanísticas e industriales que sean socialmente justas y ambientalmente sostenibles», subrayan en su mensaje para la Jornada de oración por el cuidado de la creación, convocada por el Papa Francisco para este viernes 1 de septiembre.
Precisamente, el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITECO) dio a conocer el pasado martes, como es habitual, la reserva hídrica española, que está al 37,6 por ciento de su capacidad total al perder en la última semana en 668 hectómetros cúbicos (hm3), lo que representa el 1,2 por ciento de la capacidad total actual de los embalses.
Los prelados también ven con «preocupación» que son «los principios de lucro los que sustentan las grandes iniciativas empresariales», los que están definiendo las realidades productivas en el ámbito agrícola y ganadero. «Apelamos a que los afectados por estas situaciones críticas asuman un papel participativo en la toma de decisiones propias del compromiso cristiano en la vida pública y social», añaden.
Asimismo, advierten de que con un clima «cada vez más seco y caluroso», en determinados territorios va a ser imposible fijar población y pervivir y recalcan que el agua que provee de vida es un bien común que debe ser preservado y compartido.
Una mirada comunitaria
«Rogamos a los poderes públicos y a nuestros gobiernos que integren la mirada de lo comunitario, del valor intrínseco del agua y de sus múltiples ramificaciones en lo social, para el diseño de planes hidrológicos, agrícolas y de gestión que sean sostenibles y responsables con todas las dimensiones de este preciado recurso», añaden.
Por otro lado, piden que la escuela incluya la preocupación por formar ciudadanos con conciencia sostenible, amplia y firme, que puedan acometer los desafíos del mañana desde el conocimiento y la sensibilidad y llaman a las comunidades cristianas españolas a incluir también esta conciencia ecológica en los procesos catequéticos de los niños y jóvenes, «pues el cuidado de la Creación es sin ninguna duda un elemento central en la formación cristiana».
«La conversión que hoy se nos pide alcanza al vínculo y la comunión con la tierra, el aire, el agua y las criaturas. Una comunión que solo será posible desde el respeto, el conocimiento y la certeza profunda de que nuestro destino, y especialmente el de los débiles y frágiles (los preferidos de Dios), se encuentra entretejido en el hermoso tapiz de su Creación», apuntan.
Levantamos la voz para detener esta injusticia hacia los pobres y hacia nuestros hijos
Conversión ecológica
En su mensaje, firmado por los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social, también aseguran que las acciones humanas son oportunidades de construir modos de existencia respetuosos con la obra de Dios y reclaman saber vivir en comunión con las necesidades de los demás, «convencidos de que la Tierra es suficiente para todos». «La conversión ecológica es un asunto de todos y cada uno de nosotros, no solo por urgencia planetaria, sino también como camino de plenitud, felicidad y sentido», añaden.
Además, critican, citando al Papa Francisco, «las políticas económicas que favorecen riquezas escandalosas para unos pocos y condiciones de degradación para muchos». En este sentido, lamentan que estas acciones producen «verdaderas deudas ecológicas» que deben constituir el centro del debate público y que urgen a modificar estructuralmente los modos de funcionar como sociedad.
«Es necesario habilitar medidas nuevas, valientes y audaces, que reorienten las decisiones y las iniciativas que nos afectan globalmente bajo el prisma de la justicia humana, la sostenibilidad global y la ecología integral», subrayan.
Así, recalcan que detrás de gran parte del sufrimiento humano se intuye una «cosmovisión utilitarista del mundo y de su riqueza» y auguran un escenario de «escasez y pobreza» por la sobreexplotación de los recursos.
«No habrá paz sin justicia. Cada rostro, víctima del deterioro de la creación no cuidada, es una acusación de pecado que tendremos que enfrentar como sociedad, y de lo que tendremos que dar razón a las futuras generaciones. La pregunta de Caín -¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?- tiene hoy sentido entre padres e hijos. Porque además de aquellos que ahora están en los márgenes de la historia, los grandes perdedores y las víctimas de este modo de explotar la Tierra que nos ha sido dada serán nuestros hijos», critican.
Por ello, se unen al «clamor» del Papa Francisco: «Levantamos la voz para detener esta injusticia hacia los pobres y hacia nuestros hijos, que sufrirán las peores consecuencias del cambio climático». También denuncian las prácticas que «atentan y pervierten» el vínculo de las personas con el planeta y como ejemplo, destacan la migración por causas climáticas. «Nos causa gran dolor y lo denunciamos como una de las mayores injusticias de la historia», concluye la Conferencia Episcopal.