Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas Mónica Santamarina, presidenta de la unión de mujeres católicas: «El sacerdocio femenino no es un tema del Sínodo»
La mexicana Mónica Santamarina es presidenta de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC) desde mayo de 2023
Tras las siglas UMOFC, se encuentra la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas. Su presidenta es, desde mayo de 2023, Mónica Santamarina, que acaba de dejar Roma y está de visita en España. En la capital italiana ha podido percibir la XVI Asamblea de los Obispos sobre la sinodalidad, que allí se estaba celebrando, cuyos puntos calientes comenta en esta entrevista en El Debate, junto a los pilares de la organización de la Iglesia que va a presidir durante los próximos cuatro años.
–¿Qué es la UMOFC?
–La Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas es una asociación pública internacional de la Iglesia, la única que agrupa a mujeres católicas en todo el mundo. Agrupamos organizaciones de mujeres católicas u organizaciones mixtas representadas por mujeres. El Vaticano tiene que aprobar el nombramiento de nuestra presidenta, revisa nuestras cuentas, nos da mucho seguimiento. Estamos directamente conectadas con el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.
–¿Qué finalidad tiene la organización? ¿A quién va destinado su trabajo y sus proyectos?
–Nuestra misión es promover la participación y la corresponsabilidad de la mujer católica en la Iglesia y en la sociedad, a través de la evangelización y el trabajo por el desarrollo humano integral. Trabajamos con mujeres, por las mujeres, para las mujeres, pero para todo el mundo. Por supuesto, es a través de las mujeres lograr el desarrollo de sus familias, de sus comunidades y pueblos. Tenemos 113 años de vida y ahora estamos luchando por la beatificación de Pilar Bellosillo, que fue presidenta nuestra y la mujer que inicio la campaña mundial contra el hambre, de la que luego nacería Manos Unidas. Trabajamos siempre por la evangelización y el desarrollo humano integral, diálogo interreligioso y ecuménico.
–Como presidenta recién elegida, tendrá todavía que evaluar, en la medida de lo posible, el trabajo hecho hasta ahora: ¿qué es más urgente o inmediato de acometer en su nueva responsabilidad como presidenta?
–En nuestra asamblea, que se celebra cada cuatro años, se deciden las prioridades para ese próximo periodo. Se deciden en base a lo que las más de 100 organizaciones en 60 países del mundo y a las 8 millones de mujeres que representamos en todo el mundo. Ellos nos van diciendo cuáles son las necesidades más urgentes de las mujeres en esas regiones. Para estos próximos 4 años que comenzaron el pasado mayo, nos hemos propuesto consolidar el proyecto del Observatorio Mundial de Mujeres que iniciamos de manera experimental en 2021. Otra de las resoluciones es trabajar muy fuerte en el Sínodo y promover la participación de las mujeres, su formación sinodal y su formación en general, para que participen más en la sociedad y en la Iglesia. Vamos a trabajar mucho también con migrantes y mujeres refugiadas y la libertad religiosa. Trabajamos en muchos países de África, donde hay muchos problemas. En Medio Oriente, contamos con organizaciones que nos apoyan, sobre todo en Líbano. Otros puntos importantes del programa para el futuro de la UMOFC es obviamente luchar contra el hambre y la escasez de alimentos y la conversión ecológica, la urgencia de hacer algo por este planeta.
–¿Qué proyectos tienen entre manos en estos momentos?
–Con respecto a la sinodalidad, por ejemplo, a través del Observatorio hicimos un proyecto mundial donde entrevistamos a más de 450 y tantas mujeres que participaron en el Sínodo a nivel diocesano, nacional y o continental de cinco de las siete regiones del mundo. Les preguntamos cómo se sentían, cómo habían sentido el proceso, qué necesitaban. La buena noticia es que la mayoría, porque había de todo, se sintió escuchada en el Sínodo, y la gran mayoría sintió que se le tomaba en cuenta en las decisiones, lo cual para nosotros es un paso muy importante. El proceso sinodal, a pesar de que hay muchas cosas que se están pidiendo, está mostrando que permite mucho más diálogo, mucha más participación de todo el pueblo de Dios, no solo de las mujeres. Con esta encuesta, pedimos al Vaticano el derecho a voto de la mujer en el proceso sinodal, y a las dos semanas nos dijeron que el Papa había anunciado su decisión de permitir a las mujeres de la asamblea tener voz y voto.
–Uno de los puntos calientes del Sínodo, ha sido la ordenación de mujeres. ¿Qué opina sobre esto?
–Hay una desinformación enorme. Mientras estaba en Roma, me preguntaban desde México por el sacerdocio de mujeres. No se han entrado en estos temas, ni siquiera se tocan. Ni aparecen en el instrumentum laboris. No era un tema del Sínodo, aunque si alguien lo habló en un debate en su grupo menor es otro tema. El Papa respondió públicamente las dudas sobre el tema de cinco cardenales, los dubios, peor ¿Por qué tenemos que manipular cosas que no son? Todo lo que se está pidiendo y lo que se va a discutir sobre la mujer son cosas muy sensatas. Que se le permita un poco más en la toma de decisiones, por ejemplo.
–Francisco es el Papa que más mujeres están colocando en puestos de mando en el Vaticano. ¿Cómo se ha visto esto desde la UMOFC?
–Muy bien. Además, creo que con los hechos se demuestra que las mujeres podemos hacer un buen trabajo junto con los hombres, laicos y religiosos, todos juntos. El Papa ha dado testimonio y las mujeres que ha promocionado lo están dando también. Ha predicado con el ejemplo y no ha sido fácil. Es un caminar hermoso el que ha emprendido y es un caminar como debe hacerse, sin pelearnos y sin protagonismos e ir avanzando. Las mujeres en el Vaticano están haciendo estupendos papeles, como Nathalie Becquart (subsecretaria del Sínodo) y otras muchas mujeres brillantes. Soy una convencida de que, si quieres ayudar a que la Iglesia se transforme, hay que hacerlo desde dentro. Todos tenemos que cambiar en las parroquias, en las organizaciones de la fe, formarnos mucho y trabajar por formar a nuestras mujeres según sus necesidades. Por ejemplo, en Europa las mujeres piden más formación teológica y en África te están diciendo que les da miedo hablar ante el obispo.