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Nazareno durante la Semana Santa en Córdoba, 2015

Nazareno durante la Semana Santa en Córdoba, 2015Gtres

Semana Santa 2024

¿Por qué llevan capirote los nazarenos?

Es una de las imágenes típicas de la Semana Santa: la de cofrades y nazarenos que acompañan la imagen durante una procesión, cubiertos con un capirote de diferentes colores. Pero, ¿por qué lo usan? ¿Desde cuándo? ¿Por qué algunos son altos y otros no?

No hay figura más emblemática de la Semana Santa que la del nazareno bajo un alto capirote. Sin embargo, cualquier espectador puede comprobar que, aunque la estética es muy similar en todos los pasos, también hay multitud de elementos diferentes: los colores, que varían según las diferentes Hermandades y Cofradías; la forma y el tamaño de los capirotes o capuces, etc.

Pero, ¿por qué motivo llevan los penitentes y cofrades este atributo tan peculiar? Para entenderlo es necesario remontarse a los orígenes de las hermandades y cofradías, que comenzaron a crearse en España en paralelo al desarrollo de las ciudades, a finales de la Edad Media.

Nazarenos durante la Semana Santa en Córdoba, 2015

Nazarenos durante la Semana Santa en Córdoba, 2015©GTRESONLINE

Anonimato y libertad

Además de los hábitos y cinturones de esparto (hoy más en desuso), cuyo carácter penitencial se remonta a los albores del Antiguo Testamento, los capirotes o capuces (que es como se llaman estas capuchas cuando no tienen pico) cumplen una función esencial para la libertad de los nazarenos y penitentes: preservar su anonimato. Así, nadie tenía por qué saber el motivo por el cual una persona deseaba cumplir un voto de penitencia, u ofrecer un sacrificio a Dios.

Además, al cubrir el rostro, todos los nazarenos se igualan ante Dios, sea cual sea su ocupación o estatus. Y también impiden que sea reconocible una persona que pudiera buscar la vanagloria y la fama de persona piadosa, de cara a los demás pero sin un verdadero e íntimo deseo de conversión.

Así, el uso del capirote se ancla en el pasaje del Evangelio de san Mateo, 6: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial. […] Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará».

'Auto de fe de la Inquisición' por Francisco de Goya (1812-1819)

'Auto de fe de la Inquisición' por Francisco de Goya (1812-1819)

Capirotes, capuces… y el mito de la Inquisición

Mientras algunos nazarenos llevan el rostro cubierto por una capucha con antifaz, también llamada capuz, otros portan el característico capirote picudo. La deferencia entre un modo u otro va asociada a cada hermandad, según considerasen una u otra más incómoda, y por tanto, mejores para una mayor mortificación carnal, o mejores para acompañar la procesión de un modo más solemne.

Una explicación que es frecuente escuchar entre los guías turísticos es que el capirote se asimila al cucurucho que empleaba la Santa Inquisición para castigar a los condenados. Algo así como si los nazarenos asumieran voluntariamente los pecados que hubiesen cometido. Pero, aunque pintoresca, esta teoría hace aguas cuando se cae en la cuenta de que la creación del Santo Oficio en España fue muy tardía (en 1478), cuando ya existían cofradías en casi toda la Península, y muchas ya incorporaban capirotes, y que, además, los primeros capirotes que usaron los tribunales de la Inquisición no eran puntiagudos sino troncocónicos (o sea, rematados sin punta, como una maceta invertida).

Por si fuera poco, las condenas del Santo Oficio (que eran mucho menos numerosas y más benévolas que las de la justicia civil, de forma especialmente singular en el caso de España) intentaban señalar a un condenado por faltas contra la moral o las enseñanzas de la Iglesia. Es decir, todo lo contrario de lo que pretenden los nazarenos que lo usan en Semana Santa, y que con su ejemplo llaman a los espectadores a una conversión del corazón, a que cada uno haga penitencia interior o exterior por sus faltas, y, en suma, que les lleve a imitar a Cristo en su Pasión.

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