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Un sacerdote con la basílica de San Pedro de fondo

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¿Cómo puedes descubrir cuál es tu vocación? Tres curas influencers dan ocho claves

Los sacerdotes Jesús Silva, Patxi Bronchalo y Antonio María Domenech abordan cómo descubrir y discernir la llamada de Dios a una vocación, en el último capítulo de Red de Redes, la serie de catequesis para adultos de la ACdP

¿Cómo podemos saber qué quiere Dios de nosotros? ¿Es posible saber cuál es su voluntad para cada momento de nuestra vida? ¿Cuál es el secreto para discernir si tenemos vocación al sacerdocio o al matrimonio? ¿Cómo se escucha la famosa «llamada de Dios»? Estas son las preguntas a las que se enfrentan los sacerdotes influencers Patxi Bronchalo, Jesús Silva y Antonio María Domenech en el nuevo episodio de Red de Redes, el catecismo para adultos que publica en video la ACdP.

Y en este caso, lo han hecho de un modo absolutamente práctico, con 8 consejos concretos para «aplicar el entendimiento, la oración y el acompañamiento espiritual para poder conocer, con el mayor grado de certeza posible, la voluntad de Dios», en palabras de Silva.

  1. Intenta no preferir. «Intenta no preferir, en principio, ninguna de las alternativas que puedas estar discerniendo -explica el padre Domenech-. Es decir, intenta que te dé igual una que otra» para lo cual es necesario aplicar «la indiferencia ignaciana, que es reconocer que no es que te dé igual, sino que aceptas lo que sea, sin decantarte solo por una, para cumplir la voluntad de Dios».
  2. Escuchar «la voz del ser». «Si Dios te llama a algo –explica Jesús Silva–, es algo para lo que te ha capacitado, o algo para lo que, por lo que eres en tu naturaleza, eres capaz de vivir. Por ejemplo, si yo soy hombre, no me puede llamar a ser madre. O si soy mudo, no puedo ser cantante a no ser que me cure. Escuchar la voz de lo que somos, de lo que soy y de mis capacidades, ayuda en el discernimiento».
  3. Escuchar «la voz del alma». Jesús Silva añade que, junto a la voz del ser, conviene escuchar «la voz del alma» que es «el anhelo del corazón». Ojo, «no el capricho, sino el anhelo, porque a veces Dios te hace desear algo en el corazón. Y a veces pensamos que Dios nos va a hablar desde fuera para decirnos lo que tenemos que hacer, cuando lo que hace es poner un anhelo dentro del corazón, como le pasó a la Madre Teresa, cuando vio a los más pobres de Calcuta».
  4. Escuchar «las voces del tiempo». La tercera y última «voz» que cita Jesús Silva es la de las circunstancias vitales de cada uno, porque «a veces las circunstancias mandan: no es el momento, no es la ocasión. Yo puedo pensar en poner en mi parroquia un gran centro parroquial, pero si no hay dinero para hacerlo, discernimiento terminado. En las circunstancias, Dios nos habla».
  5. Estar con Jesús. Patxi Broncalo destaca el gran consejo para discernir la vocación: «Estar cerca de Dios, tener vida espiritual: Eucaristía, confesión, comunión, comunidad, leer la palabra de Dios... Y entonces descubres cómo habla Él y que, aunque parece que Dios te va a complicar la vida, te la simplifica».
  6. Nunca te quedas en la estacada. «Hace falta caer en la cuenta de que Dios tiene un plan para ti cada vez que te equivocas, para que puedas ser santo, en cada nueva situación. Como en los GPS que dicen ‘recalculando ruta’. Y aunque creas que la situación que estás viviendo hoy es la más difícil que has vivido, Dios tiene un plan para llevarte a la santidad», asegura el padre Domenech.
  7. Dios quiere lo bueno. Para perder el miedo a cumplir la voluntad de Dios, los 3 sacerdotes recomiendan, desde su experiencia, «darse cuenta de que lo que Dios quiere para ti, es lo mejor para ti. Que la voluntad de Dios no es lo más bestia, ni lo más difícil. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Porque Dios te quiere feliz, aunque aquí tomes tu cruz».
  8. Honestidad. Por último, recuerdan que es necesario «ser muy honesto contigo mismo, buscar la ayuda adecuada y ser muy honesto con quien te acompaña, y ser honesto con Dios, abriéndote a sus planes en la oración y buscando respuestas en la Palabra». Porque, como concluye Bronchalo: «Si quieres conocer a Dios, lee su Palabra».
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