La historia de Guadalupe, la pequeña Virgen que Colón llevaba siempre con él y es hoy patrona de la Hispanidad

En lo que duró la vida de Gil Cordero, un vaquero cacereño que vivió en el siglo XIII, tuvo el privilegio de ser testigo de dos milagros. Después de que una mujer misteriosa le dijera que junto al río Guadalupejo podría encontrar una pequeña escultura de la Virgen, fue hasta allí. No solo no encontró nada, sino que se le perdió una de las vacas de su manada. Al poco andar, la encontró muerta. Se disponía a desollarla para aprovechar la piel, pero no sin antes hacerle sobre el vientre la señal de la cruz, como era costumbre. En ese momento, el animal resucitó.

Allí mismo se puso a excavar, pensando que tal vez aquel era el lugar que la Señora le había indicado, y sin dudas ya de que en la cercanía del castillo de Alía se le había aparecido nada menos que María, la Madre de Dios. A un metro de profundidad halló una caja con una pequeña Virgen dentro. Como había llegado hasta allí es todavía un misterio sin resolver, aunque una antigua leyenda cuenta que la imagen fue elaborada por el mismísimo Lucas Evangelista. Durante siglos fue venerada en Bizancio, hasta que Gregorio Magno se la regaló a san Leandro, un arzobispo de la Sevilla visigoda. En los años de la conquista musulmana, un grupo de cristianos cogieron la imagen, la metieron en un cofre y la enterraron junto al río al pie de la sierra de Altamira, que divide Extremadura con Castilla-La Mancha.

Sea como fuere llegó a manos de Gil Cordero, quien la volvió a sacar de dentro de la tierra y la colocó en un cabaña de piedra que levantó con sus propias manos. El vaquero corrió hasta Cáceres ciudad para contarle lo sucedido al clérigo de mayor cargo que pudiese encontrar, pero se encontró con que nadie le creyó. Pensando en cómo podía hacer realidad el deseo de la Señora de recibir culto en aquel lugar, caminó de vuelta a su casa. Su pena se agrandó al encontrar allí a su hijo muerto. Le rezó a María para que le devolviese la vida y así todos creyeran su historia y así fue. Estaban enterrando al joven cuando despertó del sueño eterno y dijo que una mujer le había ayudado a levantarse.

De aquella primera cueva de piedra no queda nada hoy día. Alfonso XI visitó el lugar por primera vez cerca de 1330, en una de sus cacerías. Diez años después se encomendó a la Virgen de Guadalupe y al salir victorioso de la batalla del Salado, decidió reconstruir el edificio. Los Jerónimos se instalaron en el monasterio en 1389, aunque hoy lo habitan monjes franciscanos.

Los Reyes Católicos mantuvieron una relación muy cercana con el monasterio de Guadalupe y, de hecho, allí recibieron a Cristóbal Colón en dos ocasiones (1486 y 1489). Tras la toma de Granada en 1492, acudieron a la villa extremeña para descansar. Un año más tarde, el marino genovés volvió a la casa de la Virgen como parte de la promesa que le hizo si sobrevivía a su viaje a las Indias. También en Guadalupe se bautizaron los primeros indígenas americanos que cruzaron el Atlántico con rumbo al viejo continente.

A Guadalupe se le dedicaban las conquistas y se le encomendaban las batallas. Dicen que Colón llevaba una replica de la talla de la Virgen morenita siempre a bordo y su nombre fue el que eligió para la primera isla en la que desembarcó en el otro extremo de la tierra conocida. Las advocaciones marianas de Guadalupe, aunque con el mismo nombre, tienen distintos orígenes en España y en México. No solo es patrona de la Hispanidad, sino que al otro lado del charco ha sido también coronada como Emperatriz de las Américas.

Ambos santuarios están hermanados desde septiembre de 2023. Con este motivo, el Papa Francisco envió un mensaje a los arzobispos bajo cuya responsabilidad se encuentran los templos de esta advocación mariana, el de Toledo y el de México. En su misiva, el Santo Padre destacaba que ya el propio nombre de Guadalupe «habla de mestizaje, de encuentro con Dios y con los hombres» e indicaba lo curioso que le resulta que «lo que podría plantearse como un conflicto pueda leerse como un guiño del Espíritu Santo que hace escuchar su mensaje de amor a cada uno en su lengua».