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21 de septiembre de 2024

San Andrés Kim taegon, primer mártir de Corea

San Andrés Kim taegon, primer mártir de Corea

San Andrés Kim y los más de cien mártires de Corea que vivieron su fe en la clandestinidad

El joven sacerdote predicó que, por estar hechos a la imagen y semejanza de Dios, todos los hombres y mujeres son iguales y tienen la misma dignidad

La persecución contra los cristianos asolaba Corea del Sur en 1848. No era novedad. Llevaban cuarenta años ante este violento panorama. Las invasiones extranjeras eran el pan de cada día tanto en este país como en los vecinos y la Guerra del Opio estaba todavía lejos de terminar. En este contexto, nace, crece y muere Andrés Kim, el primer sacerdote autóctono de Corea, nacido de una familia de cristianos conversos.

El joven Kim recibió la llamada al sacerdocio tras conocer el testimonio de un religioso francés, llamado Lorenzo Imbert, quien partió de su patria natal con destino a China en 1822. Tras diez años en el país mandarín como misionero, fue sorprendido con un nuevo destino: sería vicario apostólico en Corea, donde fue nombrado obispo. Tan solo dos años después, en 1839, fue traicionado. Había pasado en la clandestinidad esta parte de su ministerio, pero fue detenido, interrogado con dureza por el régimen, apalizado durante días hasta que le llegó la muerte a mano de un sable. En el martirio le acompañaron otros dos sacerdotes franceses, Filiberto Maubant y Santiago Honorato Castan.

Fotograma de la película sobre la vida de san Andrés Kim y sus compañeros mártires

Fotograma de la película sobre la vida de san Andrés Kim y sus compañeros mártires, 'Nacimiento'

Los tres andaban preocupados, desde antes de morir, por el devenir de los cristianos de Corea. Temerosos de su destino, escribieron cartas y redactaron sus memorias para enviarlas a la Sagrada Congregación y al Seminario de Misiones; pero estos misioneros dejaron también su herencia sacerdotal en Andrés Kim. Cuando se quedó al cargo, en la misma clandestinidad que sus antecesores, mandó llamar más misioneros.

La sangre sobre la que se sujeta la Iglesia

El santo destaca por ser pionero en la dignidad humana, sobre todo teniendo en cuenta que la coreana era una sociedad ordenada en castas. El joven sacerdote predicó que, por estar hechos a la imagen y semejanza de Dios, todos los hombres y mujeres son iguales y tienen la misma dignidad. Fue también cartógrafo y navegante autodidacta y, de hecho, elaboró el primer mapa de Corea en el que se recogían todos sus territorios. Gracias a su manejo de las lenguas, tradujo los nombres coreanos al latín, lo que supuso tener el primer mapa de Corea comprensible para Occidente.

Durante su estancia en China, donde permaneció con el patrocinio de los misioneros de la Sociedad de París, fue ordenado en 1845 por el primer obispo de Seúl, el francés, Jean-Joseph Ferréol. A su regreso a su país natal, fue perseguido y detenido por su labor misionera. Tenía apenas 25 años cuando fue condenado a muerte junto a sus compañeros misioneros, diez catequistas y una muchedumbre de fieles, sobre cuya sangre se dice que todavía se sustentan los católicos coreanos.

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