Un obispo libanés pide por la paz y achaca la guerra a «intereses» políticos
El obispo libanés Mounir Khairallah confesó que esta reflexión surge de un triste caso personal, ya que él mismo vivió el asesinato «salvaje» de sus propios padres «por alguien» cuando solo era un niño
El obispo maronita del Líbano, Mounir Khairallah, atribuyó este sábado la guerra a «los intereses» de las potencias del mundo y afirmó que los pueblos de toda religión «quieren la paz», según afirmó durante la rueda de prensa diaria del Sínodo del Vaticano en la que recordó el asesinato de sus propios padres.
«Vengo de un país en guerra a sangre y fuego desde hace 50 años, desde que en 1975 comenzó bajo el pretexto de una guerra confesional y religiosa, sobre todo entre musulmanes y cristianos, y 50 años después no han logrado hacer comprender que no es del todo una guerra de religión, sino una guerra impuesta», afirmó.
El obispo de la eparquía de Batrún empezó su intervención explicando que, dada la situación de su país, tras la invasión de Israel en su lucha contra el grupo Hezbolá y la crisis en Oriente Medio, no trataría el Sínodo sino que aprovecharía para «hablar de reconciliación». Khairallah dijo que la población libanesa «rechaza como siempre el lenguaje del odio y la venganza» y denunció que «quienes fomentan la guerra no tienen identidad, ni confesión ni religión», más allá de que sean «israelíes, sirios o palestinos», por ejemplo.
«Los pueblos quieren la paz. Por eso hoy, a pesar de todo lo que sucede y de cincuenta años de guerra ciega y salvaje, nosotros como pueblos, de cualquier cultura o confesión, queremos la paz y somos capaces de construirla», dijo, a lo que agregó: «Dejemos a un lado a nuestros políticos y a los grandes del mundo, las grandes potencias... ellos hacen sus intereses a nuestra cuenta. Pero nosotros como pueblo no queremos todo eso, lo rechazamos», dijo, animando a rechazar «la venganza y el odio» en favor de las generaciones del futuro.
El obispo libanés confesó que esta reflexión surge de un triste caso personal. Él mismo vivió el asesinato «salvaje» de sus propios padres «por alguien» cuando solo era un niño de 5 años, junto a sus otros tres hermanos de entre 2 y 6 años. Khairallah creció con su tía y sus hermanos, luego en su juventud viajó a Roma para sus estudios teológicos y, con 24 años, volvió a un Líbano ya en plena guerra civil para hablar de reconciliación a los jóvenes que habían tomado las armas.
El prelado también lamentó que el mundo haya dado «luz verde a las violencias» a causa de los «demasiados intereses políticos y económicos» que nada tienen que ver con los «valores cristianos e incluso –según apuntó– humanos». «La dignidad del hombre y la libertad del hombre no valen cuando los intereses están por encima de todo. Pero vivimos, a pesar de todo, con esperanza», reconoció, para después confiar en la diplomacia y en el poder del Papa. También criticó que Israel haya rechazado las resoluciones de Naciones Unidas para la división con Palestina.