Un antiguo espía pilotará la sucesión del arzobispo de Canterbury
Lord Evans de Weardale, que fue jefe del MI5, será el encargado de gestionar un proceso harto complejo
El barón Evans de Weardale, de 66 años, su nombre de pila es Jonathan, ha sido la persona elegida por el primer ministro británico, sir Keir Starmer, para encabezar la Comisión de Nombramientos de la Corona en Canterbury, encargada de pilotar el proceso que desembocará en la designación del próximo arzobispo de Canterbury. La sede primada de la Iglesia de Inglaterra quedará temporalmente vacante a partir del próximo 6 de enero, último día en que ejercerá sus funciones el todavía arzobispo Justin Welby, obligado a renunciar hace unas semanas por su pasividad, años atrás, para con un abusador de menores.
La elección de lord Evans cumple los requisitos. Según los Standing Orders [normativa en vigor] de la Iglesia de Inglaterra, el presidente de la Comisión de Nombramientos para la Corona en Canterbury es nombrado por el Primer Ministro –al tratarse de una Iglesia de Estado– y debe ser un miembro laico [es decir, no ordenado] de la Iglesia de Inglaterra. Además, como precisa el número 10 de Downing Street en su comunicado, Evans «es muy activo en el seno de su comunidad parroquial», sin dar más detalles sobre el nombre y la ubicación de esta última.
También juega a favor de lord Evans el haber presidido hasta hace un año otra comisión de notable importancia, la de los Estándares de Comportamiento en la Vida Pública, es decir, la que fija las reglas éticas de políticos, funcionarios y demás personalidades que desempeñen un cargo de relevancia en la vida pública. Lord Evans cumplió su misión con notable éxito.
Lo que llama su atención en su nombramiento para pilotar la designación del sucesor de Welby es su condición de antiguo director del Servicio de Seguridad Interior, el legendario MI5, competente en materia de contraespionaje, entre 2008 y 2013. Lord Evans ingresó en el MI5 en 1980, y escaló todos los peldaños hasta alcanzar la cúpula. Entre sus funciones figuraron la supervisión de la entonces tensa situación en Irlanda del Norte y la lucha contra el terrorismo internacional.
Como señala The Times, su nombramiento puede representar una medida de precaución, pues «los funcionarios [de la citada Comisión] también esperan evitar que se repita lo ocurrido en dos ocasiones durante los últimos intentos de nombrar nuevos obispos, cuando la imposibilidad de llegar a un acuerdo sobre un candidato adecuado ha obligado a repetir algunas partes del proceso, lo que ha provocado nuevos retrasos».
Esos antecedentes también explican otras nuevas precauciones. La principal de ellas es que ningún candidato podrá solicitar el cargo. En su lugar, se les «invitará» a participar en el proceso de contratación, siempre que su nombre se someta a consideración. Se da por hecho que los funcionarios están abiertos a compartir más información pública que en anteriores procesos de nombramiento, pero estas conversaciones «aún no han tenido lugar y aún no está previsto publicar los detalles de los candidatos que hayan sido incluidos en la lista final, la preselección o la lista de entrevistados», señala la histórica cabecera londinense.
La lista completa de los miembros de la Comisión presidida por lord Evans será anunciada en marzo. Incluirá a obispos, miembros del Sínodo General —cuyo secretario general es William Nye, antiguo jefe de Gabinete de Carlos III cuando este era aún Príncipe de Gales— funcionarios de la diócesis de Canterbury y, por primera vez, cinco representantes de iglesias anglicanas de ultramar.
A continuación, elaborarán una lista larga que podría alcanzar las dos cifras, con entre 12 y 15 nombres comunes a la hora de elegir a los nuevos obispos. Tendrán que alcanzar una mayoría de dos tercios para elegir al candidato final que se transmitirá al Rey a través de Downing Street. Se calcula que el nombre del próximo arzobispo de Canterbury sea conocido a lo largo del próximo otoño.