Restaurar el antiguo templo tendría un coste de 180 millones de dólares y el presupuesto para una nueva catedral era de 150 millones, aunque finalmente se acabarían invirtiendo 189,7 millones. A finales de 1996, la junta asesora nombrada por el arzobispo para el proyecto se reunió con el arquitecto español Rafael Moneo para examinar ocho posibles lugares donde construirla. Aunque el navarro fue finalmente el escogido, el cardenal de Los Ángeles también convocó en un principio a Santiago Calatrava, Frank Gehry, Tom Mayne, Robert Venturi y Denise Scott-Brown.