
Esta es la santa que rezó para que hubiese cerveza en el Cielo
Fundadora del monasterio de Kildare y clave en la cristianización de Irlanda, santa Brígida es recordada por un milagro inolvidable: cuando transformó agua sucia en cerveza
En el imaginario colectivo irlandés suelen ocupar un lugar destacado las verdes colinas, los tréboles de tres hojas, los pubs, la cerveza Guinness o las fiestas de san Patricio, el patrón de la isla.
Sin embargo no es el único protagonista del país. A su lado está santa Brígida de Kildare, una figura clave en la cristianización de la isla y en la historia del monacato femenino.
Fundadora de monasterios y reconocida por su servicio a los pobres y enfermos, también es recordada por un curioso episodio: el conocido milagro de la cerveza, uno de los relatos más singulares de la historia irlandesa.

Santa Brígida de Kildare
El milagro de la cebada y el lúpulo
Santa Brígida vivió entre los años 451 y 525, en una Irlanda todavía marcada por creencias celtas y costumbres ancestrales. No se sabe mucho sobre su vida. Se dice que fue hija de un rey pagano y una esclava cristiana, y que, según la tradición, fue bautizada por el mismo san Patricio, con quien posteriormente compartiría el patronazgo de Irlanda junto a san Columbano.Fundadora del monasterio de Kildare, pionera del monacato femenino en la isla y figura clave en la cristianización de su tierra, Brígida también dejó huella por una historia que los irlandeses no han olvidado: el día en que convirtió agua sucia en cerveza.
Ocurrió mientras atendía a una comunidad de leprosos. Al ver que se habían quedado sin esta bebida —fundamental en la dieta irlandesa de la época por su valor nutritivo y su seguridad frente al agua contaminada—, la santa obró el milagro: transformó el agua sucia que utilizaban para asearse en cerveza de calidad excepcional. Y como buena irlandesa, no se quedó ahí. Se dice que Brígida repitió este prodigio en distintos lugares, con el mismo resultado.
«Me gustaría darle un lago de cerveza a Dios»
En otra ocasión, la necesidad era distinta: una congregación apenas contaba con un solo barril para abastecer a toda la comunidad. Brígida multiplicó la cerveza y logró que el mismo tonel sirviera para dar de beber a los fieles de dieciocho parroquias del territorio.
La devoción por Brígida tiene un fuerte arraigo en la cultura popular irlandesa. Ya en el siglo X un poema recogía su supuesta respuesta a la pregunta sobre cómo imaginaba el Cielo: para ella, era un lugar con un lago de cerveza en el que todos cantaban, bailaban y se alegraban juntos. «Me gustaría un gran lago de cerveza para el Rey de reyes; me gustaría que la gente del cielo bebiera de él por toda la eternidad», dice uno de los versos más conocidos. Una imagen singular, que revela el carácter cercano y festivo de una de las santas más queridas de Irlanda.