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Benedicto XVI y Ganswein paseando por Lorenzago di Cadore en el año 2007Gtres

Perfil del secretario personal de Benedicto XVI

Las revelaciones más personales de 'don Georg', el ángel de la guarda de Benedicto XVI

El Debate adelanta confidencias de este afable teólogo alemán, buen deportista, que serán transmitidas por la televisión italiana en la noche de este jueves, tras el funeral de Benedicto XVI

El arzobispo Georg Gänswein, secretario privado de Benedicto XVI, revela que, cuando el Papa le anunció que pensaba dimitir, él fue categórico: «es imposible, renunciar es imposible». Pero Joseph Ratzinger, que siempre tenía en cuenta el punto de vista del hombre que le asistía más de cerca, tomó la decisión más importante de su vida en contra de su opinión.

Monseñor Gänswein, 'don Georg' como todos le llaman familiarmente en el Vaticano, ha hecho estas revelaciones en vísperas de la muerte de Benedicto XVI, en una entrevista que será emitida este jueves por la noche, día del funeral del Papa emérito, por el canal de la televisión pública italiana RAI3.

Enlace entre los dos papas

La entrevista presenta un perfil muy personal de este teólogo alemán, de 66 años, que ha tenido un papel totalmente único en este último pontificado, pues no solo siguió siendo el ángel de la guarda de Benedicto XVI, sino que, además, Francisco le ha mantenido como prefecto de la Casa Pontificia.

En este cargo, ha tenido tiene la responsabilidad de organizar la agenda pública de Francisco: tanto las audiencias públicas a los peregrinos, como a los jefes de Estado y de gobierno, a ministros, embajadores, y otras personalidades.

Desde febrero de 2022, este segundo encargo lo ha delegado en el regente de la Prefectura de la Casa Pontificia, el sacerdote Leonardo Sapienza, para poder dedicarse totalmente a asistir a Ratzinger en su última fase de vida terrena.

Benedicto XVI y su secretario personal, Georg Gaenswein, en su biblioteca privada en el palacio apostólicoAFP

27 años de amistad con Ratzinger

Don Georg y el cardenal Ratzinger se conocieron hace 27 años en el Vaticano, el 10 de enero de 1995. Ratzinger era el gran consejero de Juan Pablo II, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y el joven sacerdote, de 38 años, trabajaba en la Congregación vaticana para el Culto Divino.

En ese primer encuentro, revela ahora, «le expliqué de dónde venía, lo que había hecho, y cuando se enteró de que había estado siete años en la Universidad de Múnich, se rompió el hielo. Mi primera impresión es inolvidable: una personalidad fuerte, pero muy natural. Suave pero muy, muy decidido».

Poco después, en 1996, el cardenal Ratzinger le «fichaba» en la Congregación para la Doctrina de la Fe para darle una tarea delicada: encargado del «examen de doctrinas», donde se forjó una reputación de «sacerdote impecable» y «severo en lo concerniente a las cuestiones de fe».

De la Selva Negra

Georg Gänswein nació el 30 de julio de 1956, en Riedern am Wald, un pueblito de menos de 500 habitantes, en la Selva Negra, en el land de Bade-Wurtemberg. Primogénito entre cinco hermanos, antes de entrar al seminario pensaba ser agente de cambio. Y como trabajo de verano fue cartero. Gran deportista, jugaba al fútbol y era monitor de esquí en un club local.

Su elegancia le ha generado situaciones en las que él se siente sumamente a disgusto, como cuando, en 2007, Donatella Versace afirmó públicamente que había sido para ella motivo de inspiración para sus colecciones.

Ordenado sacerdote en 1984, su obispo le alentó a realizar un doctorado en Derecho Canónico en la Universidad de Múnich, que defendió en 1993. A continuación, recibió la propuesta de servir a Juan Pablo II en el Vaticano.

Don Georg, durante una entrevista que concedió en el año 2019AFP

«Santo Padre, renunciar es imposible»

En la entrevista que será transmitida este jueves, monseñor Gänswein revela por primera vez cómo Benedicto XVI le anunció la intención de presentar su renuncia al ejercicio del ministerio de obispo de Roma.

«Me lo dijo en Castel Gandolfo», la residencia de verano que entonces utilizaba el Papa. «Era septiembre de 2012», la renuncia llegaría el 11 de febrero.

«Mi reacción inmediata fue: Santo Padre, eso imposible, eso no es posible», recuerda el secretario. Santo Padre, ¡no! Se debe y es posible pensar en reducir sus compromisos, eso sí. Pero renunciar es imposible. El Papa Benedicto dejó que yo hablara. Y luego me dijo: como usted se puede imaginar, he pensado mucho en esta decisión, he reflexionado, he rezado, he luchado... Ahora le comunico que es una decisión tomada, no es una tesis sobre la que podemos discutir. No es una ‘questio disputanda’. Está decidido. Se lo digo a usted, ahora, y usted no debe decirlo a nadie».

Recapacitando ahora, el prelado recuerda que, en los meses anteriores a esa conversación, «el Papa estaba muy pensativo. Yo creía que estaba concentrado en la escritura del tercer libro sobre Jesús, que estaba terminando. Cuando a finales de septiembre me reveló su decisión, comprendí que me equivocaba: no le preocupaba el libro, sino la lucha interior de esta decisión, un desafío».

El día más largo

Hoy reconoce que la noche anterior a la renuncia «no logró conciliar el sueño». Luego, cuando el helicóptero llevó a Benedicto XVI a Castel Gandolfo, Georg fue el último en apagar las luces del apartamento del Papa. «Fue para mí algo muy conmovedor, pero también muy triste. Cerré la puerta. Y nos fuimos».

Y confiesa que a, continuación, se echó a llorar. «Es verdad, me conmoví al ver al cardenal [Angelo] Comastri, le vi llorar, y algo se rompió en mi interior. Sí, lloré. Traté de contenerme, pero la presión era demasiado grande. Era como una especie de tsunami que me caía por encima, por debajo, y por los lados. Ya no me daba cuenta de dónde me encontraba».

Sin embargo, recuerda, «el Papa Benedicto estaba en un estado de tranquilidad increíble, ya desde los días anteriores».

¿Qué hará monseñor Gänswein ahora que ha fallecido su punto de referencia durante todos estos años? Hoy día sigue siendo prefecto de la Casa Pontificia, cargo que en funciones exige una dedicación de noche y de día. Le veremos, por tanto, a partir de ahora, muy cerca de Francisco, si ambos así deciden continuar.